Salinas se reencarna en Abreu
El uruguayo salva al Deportivo de un partido nefasto
Julio Salinas ha vuelto. No en persona, pero s¨ª reencarnado al otro lado del oc¨¦ano, junto al R¨ªo de la Plata, en otro tipo de apariencia desgarbada y torpona, que compensa su poco est¨¦tica figura con esa indefinible capacidad bautizada por la jerga futbol¨ªstica comoinstinto goleador. La tarde de su estreno, Abreu salv¨® al Deportivo de un encuentro deprimente al m¨¢s cl¨¢sico estilo Salinas: en un barullo en el ¨¢rea y con el tiempo agot¨¢ndose. El feliz deb¨² de Abreu logr¨® tapar a ¨²ltima hora otra nefasta actuaci¨®n blanquiazul. Para los seguidores del Sporting el partido ofreci¨® una lectura sobrecogedora: si no lograron ganar ayer en Riazor va a ser muy dif¨ªcil que puedan hacerlo en los pr¨®ximos cuatro meses.El Deportivo presuntamente nuevo resulta una penosa copia del viejo. Entre otras cosas, porque una de las novedades, el argentino Scaloni, se fue a la ducha sin apenas tocar bal¨®n, sacrificado en el minuto tres por la expulsi¨®n de Songo'o, quien atrap¨® la pelota con la mano fuera del ¨¢rea para evitar un gol seguro de Tcherishev. Con esta prematura adversidad la renovaci¨®n blanquiazul qued¨® reducida a la presencia de Abreu en el ataque.
Cuando entrenadores y futbolistas van y vienen en cuesti¨®n de meses o hasta de semanas, resulta francamente dificil que un equipo pueda procurarse una identidad reconocible. El Deportivo actual no tiene ninguna. En realidad parece no saber ni a qu¨¦ juega: si al contragolpe o al ataque, si con desplazamientos largos o al toque, si achicando o estir¨¢ndose. El Deportivo es una masa informe y sin esp¨ªritu, que s¨®lo abandona su estado de hibernaci¨®n cuando Fran -el cocinero de todas las salsas- agarra el tim¨®n y se echa al hombro la onerosa carga.
El resto del partido -por llamarlo de alg¨²n modo- fue una patochada indigna hasta de una fiesta de pueblo. El Sporting ofreci¨® un encantador recital de pelotazos y el Deportivo deambul¨® sin sentido en busca tal vez de la inspiraci¨®n divina. Pero lo que no pudo el f¨²tbol, lo consigui¨® la voluntad. Ante su inofensivo adversario el Deportivo acab¨® empuj¨¢ndolo hacia el ¨¢rea casi por inercia y en dos barullos ante Ablanedo acab¨® hallando la salvaci¨®n de los goles, cuando la grada ya s¨®lo pensaba en c¨®mo medir la dimensi¨®n de la tragedia. El resultado ahorr¨® muchos sobresaltos en A Coru?a, pero la imagen del Deportivo volvi¨® a salir tan manchada como estaba.
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