Coronacion del "kitsch"
Por circunstancias de la vida, ¨¦sta es la tercera vez que asisto al concierto de Los TresTenores. Estuve en julio de 1990 en las termas de Caracalla, en julio de 1994 en el Dodger Stadium de Los ?ngeles y, por si fuera poco, anoche en el Teatro Real de Madrid. No ha sido efectivamente poco: en menos de una d¨¦cada, pero desparramando entretanto por el mundo m¨¢s de cincuenta millones de discos, Los Tres Tenores han elevado el kitsch a categor¨ªa mayest¨¢tica, pelda?o tras pelda?o.Pocos fen¨®menos contempor¨¢neos en el mundo del entertainment han sido tan expresivos del vuelco que la cultura de masas ha imprimido en poco tiempo a la cultura; o m¨¢s exactamente: del desconcierto que los valores de la cultura han sufrido en pleno concierto polif¨®nico. Basta ver c¨®mo el p¨²blico del Real, crecientemente arrobado por la melod¨ªa, explota en un ?bravo! absoluto y ag¨®nico al t¨¦rmino de Amapola, para darse una idea de hasta d¨®nde han llegado las cosas.
Para m¨ª que, en Caracalla, hace siete a?os, Los Tres Tenores ten¨ªan el simple prop¨®sito de contribuir a la divulgaci¨®n de algunas piezas cultas sin fatigar, ni extenderse, ni aburrir. Mientras, de paso, se divulgaban a s¨ª mismos.
Esta tarea, sin embargo, se cumpli¨® inesperadamente tan pronto, y con tan copiosos beneficios, que, sin proyectarlo, cambiaron el inicial trabajo de divulgaci¨®n por el de la simulaci¨®n. En el Dodger Stadium, con motivo del mundial de f¨²tbol en Estados Unidos, el tr¨ªo hab¨ªa dejado por completo de ser inocente. Sab¨ªan ya tanto sobre el negocio del kitsch como todos los americanos y desde all¨ª saltaron en gira hacia ciudades indiscriminadas; Miami, por ejemplo. De un conf¨ªn a otro del mundo, los espectadores de estadios y circos hab¨ªan creido rozar lo sublime en los ¨²ltimos compases de Torna a Sorrento y gracias a Los Tres Tenores lo selecto se hac¨ªa accesible al pueblo. Hasta ese momento todo hab¨ªa sucedido al aire libre, con esterofon¨ªa, sillas de tijera y gente autorizada a vestir de niki.
Lo que acaso no hab¨ªan sospechado los tenores es que el fin de todo eso acabara en el Teatro Real, ante la Familia Real en pleno y ante una ¨¦lite de ministros, banqueros, visones y esm¨®quines, m¨¢s el presidente del Gobierno con una camisa de rayas muy gordas.
Fin pues de la etapa de simulaci¨®n. En adelante su concierto deja clara la abolici¨®n de las barreras entre lo pop y lo exquisito, entre el kitsch y el buen gusto. Nada m¨¢s contempor¨¢neo y postmoderno que la demostraci¨®n de anoche.
El Rey estaba encantado, Ana Botella estaba encantada, Mar Flores y Tita Cervera derrochaban encantos, Cielito Lindo les sali¨® perfecto en el Real. Tras el c¨¦nit de la simulaci¨®n, Los Tres Tenores, y gracias al patrocinio del alcalde, han logrado el refrendo de la coronaci¨®n.
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