Aplausos sin misterio en la gala de Reyes
Los tres tenores debutan en el Real con un concierto c¨¢lido, comercial y previsible
, Todo tal cual se esperaba. El Rey lleg¨® puntual desde Bosnia para celebrar su 60? cumplea?os con su familia al completo. El Teatro Real se llen¨® con 600 espectadores de pago y m¨¢s de 1.000 invitados. Y los tres tenores cantaron, gratis por ser una gala ben¨¦fica, y por primera vez, sin micr¨®fonos, lo que convirti¨® el recital en uno de los m¨¢s c¨¢lidos de su carrera conjunta. El repertorio no ofreci¨® misterio alguno, salvo el chotis final con organillo, coreado por el p¨²blico. El resto fueron algunas de las arias mas o¨ªdas del repertorio, varias canciones sentidas y efectistas y alg¨²n fragmento de zarzuela hisp¨¢nica. Todo bastante previsible y vac¨ªo de magia, seg¨²n manda el g¨¦nero popurr¨ª, pero hubo bravos y bises.
Antes del recital, como ya es rito en esta Gala de Reyes que celebra el Ayuntamiento de Madrid desde hace siete a?os -hasta ahora era en el Auditorio Nacional-, hubo fotos a la entrada, expectaci¨®n y glamourcillo madrile?o: pol¨ªticos, banqueros, decenas de funcionarios an¨®nimos, alg¨²n rostro salido del Hola! y muchas se?oras de mediana fama y edad -engalanadas como para la ¨®pera- se agolpaban a la entrada.Una de las m¨¢s tempraneras en llegar fue la actriz y modelo Mar Flores, que al final calific¨® el concierto de "impresionante" y se declar¨® aficionada a la ¨®pera en sus "ratos libres". Luego se sumaron otros, como el presidente de Telef¨®nica, Juan Villalonga; los televisiv¨®s Loreto Valverde y Jos¨¦ Luis Moreno; Pedro P¨¦rez, presidente de V¨ªa Digital, o Manuel Fraga, recibido al grito de, ?Viva don Manuel! por los 500 curiosos que esperaban a los Reyes. Por el foyer de alfombra gorda y apliques dorados abundaban las pieles, las lentejuelas, los esm¨®quines; hab¨ªa adem¨¢s alg¨²n fular blanco y cientos de bolsitos dorados. Un par de capas masculinas, damas con trajes mayoritariamente negros, ni escotes, ni bellezas.
Poco a poco iban llegando invitados: Jose Mar¨ªa Amus¨¢tegui, presidente del Central Hispano; Emilio Ybarra, del BBV; el financiero Alberto Alcocer con la gabardina; el premio Nobel Camilo Jos¨¦ Cela (y se?ora); el bar¨®n Thyssen acompa?ado por su es posa, Carmen Cervera, el pintor Eduardo ?rculo...
La ministra de Cultura, Esperanza Aguirre; el secretario de Estado, Miguel Angel Cort¨¦s; el gerente del teatro, Juan Cambreleng, y el alcalde Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez del Manzano, coincid¨ªan en la puerta con los primeros parientes de la Familia Real: los Reyes deGrecia, Constantino y Ana Mar¨ªa, con la princesa Irene, hermana de la Reina Sof¨ªa; la Infanta Mar¨ªa de las Mercedes, madre del Rey, las hermanas del monarca...
No faltaron el presidente del Gobierno, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, y Ana Botella, tambi¨¦n muy aplaudidos, que llegaron minutos antes que Don Juan Carlos y Do?a Sof¨ªa, ¨¦stos acompa?ados de sus hijos y yernos.
Ya dentro, Pilar Yzaguirre, responsable de la producci¨®n, llevaba en la mano la prueba irrefutable de que los tenores actuaban de forma gratu¨ªta, o casi: firmaron los contratos a cambio de una peseta.
En la sala, tras la ovaci¨®n de rigor a los Reyes, y la interpretaci¨®n molto estridente del himno nacional, arranc¨® el recital. La Orquesta Sinf¨®nica de Madrid toc¨® lapieza Candide, de Leonard Bernstein. Josep Carreras cant¨® Io conosco un giardino. Domingo sigui¨® con la muy repetitiva 0 souverain, o juge, o p¨¦re, de Le Cid. Y Pavarotti enton¨® Addio alla madre, de la Cavalleria Rusticana.
Y as¨ª, pieza tras pieza, fueron desgranando, solos o en compa?¨ªa de los otros dos, su trillado cat¨¢logo de fragmentos c¨¦lebres de ¨®peras y famosas canciones operizadas, con los casi 100 profesores de la Sinf¨®nica de Madrid dirigidos por un Marco Armillato en¨¦rgico y apasionado.
Sentimiento y chotis
Domingo arranc¨® los primeros bravos con !No puede ser!, de La Tabernera del puerto, que, como todo lo dem¨¢s, interpret¨® pleno de voz y sentimiento (en las pausas pon¨ªa las manos en posici¨®n de orar). Pero como hay quien prefiere otras formas de recitar en italiano, franc¨¦s o ingl¨¦s, all¨ª estaba Carreras, por ejemplo, m¨¢s sutil y menos pasional. Y Pavarotti, que pareci¨® reservarse para el final, y entusiasm¨® en Nessun dorma, de. Turandot, igual que sus colegas en los bises, all together now: La donna ¨¦ mobile, el aria de Rigoletto -los tres con el s¨®lito, enorme agudo Final- y la repetici¨®n de Torna a Surriento.El p¨²blico core¨® con entusiasmo vivas al Rey y acompa?¨® cantando el chotis Madrid (Pavarotti dudaba en la letra). 0 sole mio puso el broche final a la gala, que fue retransmitida en diferido por TVE 1. Los artistas firmaron el derecho a censurar los fragmentos que desearan. Varios lectores llamaron a El PA?S quej¨¢ndose por los continuos cortes publicitarios. Otros protestaron por la impune ocupaci¨®n de las aceras por coches oficiales.
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