El precio de Karembeu reabre la batalla
El Madrid oficializ¨® ayer el fichaje del franc¨¦s Christian Karembeu, de 27 a?os, hasta junio del 2003. Pero el misterio que sobrevuela una operaci¨®n que se inici¨® hace ya un a?o y medio sigue sin aclararse. El Madrid se siente triunfador de su pulso con el Barcelona, que hasta hoy no har¨¢ declaraciones sobre una derrota que hab¨ªa anunciado como imposible no hace demasiadas fechas. El Sampdoria, la parte que te¨®ricamente ten¨ªa atada el Bar?a, tampoco quiere pronunciarse, al menos no antes de cobrar hasta la ¨²ltima peseta del confuso traspaso: en Madrid se habla de 500 millones de pesetas; en G¨¦nova, de 600, y en Barcelona, de 600 y dos partidos amistosos (al cambio, otros 300 milones).
El caso es que el Madrid ya tiene a Karembeu. Podr¨ªa haberlo tenido gratis el pr¨®ximo mes de junio, pero como lo necesita ya acept¨® echar el resto antes. No s¨®lo el Sampdoria ha salido beneficiado. El jugador ha visto mejoradas las condiciones econ¨®micas pactadas hace tiempo con el Madrid (en el primer acuerdo se estipulaba una ficha anual de 300 millones netos, y ahora, tras la reuni¨®n del martes, la cifra que se maneja gira en tomo a los 400) y tambi¨¦n ha ganado una temporada y media de contrato (llega media campa?a antes al club blanco y finalizar¨¢ una m¨¢s tarde: hab¨ªa pactado hasta junio del 2002 y ha firmado hasta junio del 2003). A cambio, el Madrid ha podido blindar al futbolista con una asustante cl¨¢usula de rescisi¨®n: 22.500 millones de pesetas. Con todo, el club blanco se da por satisfecho: tiene al jugador que quer¨ªa y sostiene que las condiciones econ¨®micas no se han elevado tanto. Queda por resolver una cuesti¨®n: el Barcelona y el Sampdoria habian llegado a un acuerdo por el cual el futbolista no podr¨ªa ser traspasado a otro club que no fuera el Bar?a hasta junio de 1998, fecha en la que conclu¨ªa su contrato con los italianos. Y hab¨ªa una clausula de indemnizaci¨®n por si lo pactado, como ha sucedido, no se cumpl¨ªa. Ni genoveses ni catalanes a¨²n qu¨¦ sucedi¨® con aquel compromiso.Karembeu s¨ª cumpli¨® su deseo (quer¨ªa jugar en el Madrid) y su palabra (se hab¨ªa comprometido con ¨¦l y rechaz¨® en todo momento el arreglo entre el Sampdoria y el Bar?a). Ayer fue presentado oficialmente en el Santiago Bernab¨¦u como nuevo jugador blanco. El acto, plagado de medios de comunicaci¨®n y cuyo patrocinio le report¨® al Madrid 15 millones de pesetas, comenz¨®, como no pod¨ªa ser de otra manera en este culebr¨®n interminable, con media hora de retraso sobre el horario previsto.
No hubo grandes declaraciones. Lorenzo Sanz rog¨® que no se mencionara al club azulgrana -"el Barcelona no existe en este club"- e interrumpi¨® al jugador: franc¨¦s cuando alg¨²n periodista le preguntaba sobre ¨¦l. Sanz dio las gracias a Karembeu por su "demostrado madridismo" y por "cumplir su palabra". El jugador se justific¨® por ese sorprendente y encendido apego a unos colores te¨®ricamente tan distantes en los recuerdos de su ni?ez: "Durante mi infancia, el Madrid marc¨® una ¨¦poca en Europa y en el mundo. Desde entonces estoy enamorado de ¨¦l. Es un honor estar aqu¨ª". Los ingresos anuales de Karembeu en el Madrid cuadriplicar¨¢n los que obten¨ªa en el Sampdoria (su ficha no alcanzaba el equivalente a 100 millones de pesetas).
Con el fichaje de Karembeu, "que le va a venir muy bien al equipo ahora", Sanz dio por concluidos por esta temporada Ios esfuerzos de la sociedad" por hacer "el club m¨¢s grande posible". Y pese a la que el fichaje ha levantado m¨¢s revuelo casi que el de Ronaldo, y que por ello el aficionado ha podido exagerar las expectativas sobre el jugador, el presidente est¨¢ convencido de que "el franc¨¦s aguantar¨¢ la presi¨®n".
Karembeu, que lucir¨¢ el n¨²mero 22 en su camiseta, quiere jugar ya, el mismo s¨¢bado. Su entrenador, Jupp Heynckes, no lo ve tan claro: "Tiene que ponerse en perfectas condiciones f¨ªsicas para poder jugar. Y por un entrenamiento, no se puede ver c¨®mo est¨¢, Un pianista de alto nivel tiene que tocar mucho el piano para poder hacer un gran concierto".
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