?De nuevo el calendario juliano?

y FRANCISCO MORALESEl Ministerio de Educaci¨®n y Cultura (MEC) parece dispuesto a respaldar la propuesta de la ponencia del Senado de una convocatoria de selectividad para febrero. Hay que recordar que, en el tardofranquismo, un ministro llamado Julio Rodr¨ªguez puso en pr¨¢ctica el calendario universitario juliano, seg¨²n el cual el curso, en vez de ir de octubre a junio, transcurr¨ªa de enero a octubre. Profesores y estudiantes lo padecimos un a?o ante la rechifla de los colegas extranjeros.

La prueba de acceso a la Universidad (PAU) necesita una urgente reforma, como reconoce el Consejo de Universidades, cuyas recomendaciones fueron rechazadas por el MEC con la misma rapidez con la que fue aceptada la senatorial idea. La PAU, concebida como rev¨¢lida para ingresar s¨®lo en titulaciones superiores, ha acabado siendo un medio para decidir el acceso a unos estudios u otros tras la adopci¨®n del numerus clausus. Es posible que ambos cometidos no deban abordarse con el mismo mecanismo, y son muchos los pa¨ªses que los separan. Antes de respaldar propuestas conviene tener en cuenta algunos elementos:

1. Las notas de corte [la del ¨²ltimo admitido en cada titulaci¨®n] son magnitudes que hay que interpretar correctamente. Las universidades saben que las listas que dan lugar a la nota de corte no cubren la matr¨ªcula e inevitablemente recurren a las listas de espera para subastar con cierta urgencia del 10% al 30% de plazas. El an¨¢lisis de este desajuste queda para mejor ocasi¨®n, pero, contra lo que pudiera pensarse" no todos los estudiantes asisten ansiosos a estas subastas, que acaban en un deslizamiento hacia notas m¨¢s bajas hasta completar el cupo. Hay ejemplos de t¨ªtulos prestigiosos con una nota de corte de 6,7 que han terminado matriculando a estudiantes con 5,3.

Es cierto que no todos acceden al t¨ªtulo deseado, pero conviene saber que, si espabilan un poco, tienen posibilidades de acceder a alguna de sus preferencias, siempre que no sean Odontolog¨ªa o Telecomunicaciones en la universidad m¨¢s cercana a casa y con s¨®lo un aprobado raspado como nota de acceso. Cosa ¨¦sta que estad¨ªsticamente significa haber sacado un 4 en la PAU y tener una probabilidad baj¨ªsima de terminar la carrera.

2. Teniendo en cuenta la feliz tendencia de las universidades espa?olas de asemejarse a las comunitarias en la fecha de inicio del curso y el elevado n¨²mero de aprobados en junio, la propia convocatoria de selectividad de septiembre es cada vez m¨¢s discutible. Un mes no da para tanto: examinarse de COU; matricularse y examinarse de selectividad; calificar y recurrir las pruebas; recopilar y publicar las vacantes tras las subastas; adjudicarlas, y, finalmente, matricularse en cada centro. Los aprobados de septiembre sufren una doble frustraci¨®n: conformarse con las plazas que sus compa?eros no quisieron e incorporarse a un curso ya iniciado. La consecuencia es el baj¨ªsimo rendimiento de este colectivo, a quienes se les ha dado una falsa segunda oportunidad. Quiz¨¢s repetir curso o facilitarles un camino al margen de la universidad sean opciones m¨¢s honradas y menos demag¨®gicas, aunque menos interesante para algunas universidades privadas.

Si los alumnos que superan la PAU de septiembre no tienen sitio en las titulaciones p¨²blicas m¨¢s atractivas, ?de d¨®nde saldr¨¢n las plazas para los de febrero? Una PAU en febrero puede ser un fraude, al sugerir que se puede ingresar en la universidad con asignaturas del segundo cuatrimestre, ignorando que muchas volver¨¢n a ser anuales siguiendo las recomendaciones del propio MEC. Hay que respetar la dignidad del estudiante y la organizaci¨®n universitaria, cosa que el calendario juliano no hizo y ahora puede repetir Esperanza Aguirre.