Plum¨ªfero

La literatura, como la carpinter¨ªa, es una actividad que puede ejercerse con mayor o menor habilidad. El m¨¦rito artesanal distingue a la literatura de su caricatura, la vida literaria. La habilidad es f¨¢cil de reconocer, y por enconadas que sean las ideas, raro es que los del oficio no coincidan en los dos o tres literatos que practican su arte con excelencia. La deslumbrante facilidad de los m¨¢s h¨¢biles para hilar p¨¢rrafos endemoniados con una escritura sutil que fluye como un l¨ªquido y sortea todos los obst¨¢culos sin mostrar el esfuerzo, es demasiado evidente como para negarla si no es desde la mala fe.En Espa?a han muerto prematuramente muchos de los que ahora formar¨ªan el senado literario a cuya autoridad hay que acudir cuando se escribe con cierta ambici¨®n. Juan Benet, Jaime Gil de Biedma, Juan Garc¨ªa Hortelano, Gabriel Ferrater murieron sin reconocimiento p¨²blico, pero los del oficio sab¨ªan perfectamente lo que con ellos desaparec¨ªa.

Por fortuna, Rafael S¨¢nchez Ferlosio ha cumplido los 70 y la revista Archipi¨¦lago dedica su ¨²ltimo n¨²mero a quien muchos consideramos el m¨¢s grande de los escritores espanoles vivos. Grande no s¨®lo por la excelencia de su escritura, barroca pero flexible, oscura pero n¨ªtida, densa y sin embargo ligera, sino tambi¨¦n por su ejemplar conducta: nunca se ha pavoneado en la feria de las vanidades literarias. Junto a remarcables art¨ªculos de Savater, Arteta, Pardo, De Castro, Pittarello..., viene en el n¨²mero una autobiograf¨ªa de Ferlosio titulada La forja de un plum¨ªfero, que figurar¨¢ a partir de ahora entre sus mejores p¨¢ginas. Una vida resumida con extrema precisi¨®n en 20 p¨¢ginas. En ellas no hay ni un asomo de vanidad, s¨®lo orgullo luciferino. Como debe ser.