Dolor de atrici¨®n
Todav¨ªa hay enviados especiales que preguntan c¨®mo (pulsando qu¨¦ bot¨®n) y cu¨¢ndo (a qu¨¦ hora, para enviar un fot¨®grafo) va a acabarse con el problema de ETA. No se sabe. Se supone que no bastar¨¢ con las exhortaciones episcopales, pero se ignora qu¨¦ fibra del entramado terrorista pueda un d¨ªa ser sensible a la saciedad de la sociedad. Parece l¨®gico pensar, sin embargo, que, los jefes del tinglado ser¨¢n m¨¢s receptivos a las amonestaciones procedentes de su propio campo. De ah¨ª la sugerencia del lehendakari de que HB imite al Sinn Fein y pida a ETA una tregua indefinida como condici¨®n para intentar una salida dialogada. El problema es que en cuanto aparece en HB una voz m¨ªnimamente cr¨ªtica o simplemente favorable al debate, es marginada: la forma de librarse de la duda consiste en eliminar al que duda.?Tendr¨ªan m¨¢s peso las incitaciones procedentes de las propias filas de ETA, por ejemplo de las c¨¢rceles? Si as¨ª fuera, habr¨ªa que conceder m¨¢s atenci¨®n a la noticia, aparecida la v¨ªspera de Navidad, de que tres antiguos dirigentes encarcelados en Francia hab¨ªan reclamado a la direcci¨®n actual "una tregua amplia y duradera". La redacci¨®n del escrito se atribuye a Txefis: Jos¨¦ Luis ?lvarez Santacristina, el ide¨®logo de la troika detenida en Bidart en 1992. Atribuci¨®n veros¨ªmil porque el texto se inicia con la afirmaci¨®n de algo que Txelis ya dijo en mayo, ante los jueces franceses: que "asumimos hasta la muerte" las "consecuencias directas e indirectas de nuestro compromiso, tanto las beneficiosas como las perjudiciales".
En opini¨®n de Txelis, una "paz basada en la justicia" exigir¨ªa que "unos y otros" reconozcan su responsabilidad en la "deshumanizaci¨®n y prolongaci¨®n del conflicto". Aunque la responsabilidad principal es del Gobierno de Madrid, por no reconocer el derecho a la autodeterminaci¨®n, con consecuencias como la ocupaci¨®n militar, muertes sumarias y por torturas, entre otras, tambi¨¦n son terribles las derivadas de la "lucha armada de ETA": muertes de inocentes, secuestros, heridos incurables... Txelis podr¨ªa tal vez haber a?adido el envilecimiento moral de la sociedad vasca. El escritor euskaldun Anjel Lerxundi rend¨ªa cuenta el domingo, en un conmovedor art¨ªculo, de la escena de que hab¨ªa sido testigo poco despu¨¦s del ¨²ltimo atentado de ETA: unos adolescentes de Zarautz hac¨ªan comentarios "de risa y muerte" a escasos. metros del lugar donde agonizaba el concejal Iruretagoyena.
El texto atribuido a Txelis evita entrar en consideraciones de este tipo. Se limita a constatar que, si bien no es cuestionable el derecho de Euskal Herria a "defenderse por medio de las armas", y tampoco la utilidad que esa forma de lucha ha tenido en el pasado, plantea estudiar si el balance de su pr¨¢ctica en los ¨²ltimos a?os ha sido "beneficioso para el proceso de liberaci¨®n de Euskal Herria". Txelis sospecha que no: porque el enemigo ha aprendido a rentabilizar en su favor los costes humanos y pol¨ªticos de la lucha armada.
Por indignante que resulte un planteamiento de la cuesti¨®n en t¨¦rminos de coste / beneficio, hay que reconocer que es casi inevitable. Sin ese mecanismo psicol¨®gico de autodefensa, la plena conciencia de la culpabilidad personal en matanzas como la de Vic, por ejemplo, conducir¨ªa al suicidio. O, como m¨ªnimo, al silencio, haciendo imposible el debate. As¨ª ha sido siempre. Cada vez que un sector de ETA ha tomado una v¨ªa de salida del callej¨®n de la violencia lo ha justificado con argumentos que prescind¨ªan de las v¨ªctimas. Si el debate lleg¨® a abrirse paso en ETA (pm) fue porque los que ya hab¨ªan comprendido que no hab¨ªa justificaci¨®n moral alguna lo plantearon, sin embargo, en t¨¦rminos de rentabilidad pol¨ªtica: incompatibilidad con la lucha de masas, obst¨¢culo para la batalla estatutaria, etc¨¦tera.
Una conclusi¨®n posible ser¨ªa que la forma de ayudar a los que dudan no consiste tanto en buscar la concesi¨®n capaz de convencerles como en hacerles ver que no puede haber concesiones pol¨ªticas, m¨¢s all¨¢ de la reinserci¨®n: paz por presos; que ning¨²n gobierno democr¨¢tico podr¨¢ acceder, incluso por inter¨¦s propio, a una negociaci¨®n sobre el marco pol¨ªtico. Ya que no es posible que los terroristas renuncien por dolor de coraz¨®n, que lo hagan por c¨¢lculo: por atrici¨®n.
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