Cien a?os de Orfila Reynal
Hace cuarenta a?os publiqu¨¦, en la colecci¨®n Letras Mexicanas del Fondo de Cultura Econ¨®mica (FCE), mi primera novela, La regi¨®n m¨¢s transparente. El libro provoc¨® reacciones muy opuestas. La elogiaron Salvador Novo, Jos¨¦ Alvarado y Luis Cardoza y Arag¨®n. La trataron mal, entre otros, el cr¨ªtico de la revista Tiempo Mart¨ªn Luis Guzm¨¢n, y, sorpresivamente, Ra¨²l Roa, a la saz¨®n en el exilio antibatistiano, en Cuadernos Americanos. Las razones de Roa resultan hoy llamativas. Mi libro, dijo, al criticar la Revoluci¨®n Mexicana da?aba la voluntad antiimperialista en Am¨¦rica Latina, donde M¨¦xico era, entonces, el faro revolucionario. Pero la cr¨ªtica que m¨¢s me toc¨® fue la de mi amigo, maestro y muy admirado don Alfonso Reyes. A sus ojos, mi novela era todo lo que una novela no deber¨ªa ser. Un engendro.A lo largo de todo este proceso, mi apoyo fue siempre don Arnaldo Orfila Reynal, a la saz¨®n director general del FICE. En contra de opiniones dentro de la propia editorial, fue ¨¦l quien decidi¨® publicar a un escritor desconocido y muy joven: ten¨ªa yo veintisiete a?os cuando entregu¨¦ el manuscrito. Orfila le di¨® su lugar, su difusi¨®n y su calor a mi primera novela y a las que le siguieron. Entre la Revoluci¨®n Cubana y la Revoluci¨®n del mayo parisino, Orfila y su mujer, la admirable Laurette S¨¦journ¨¦, fueron el puerto seguro de muchos ideales, preocupaciones y desenga?os de nuestra juventud.
Se iniciaba la lenta y desesperada descomposici¨®n del sistema PRI-Gobierno y aunque Orfila y Laurette eran escrupulosos en su actitud de respeto hacia la hospitalidad que M¨¦xico les brind¨® como extranjeros, el FCE contribu¨ªa a difundir ideas nuevas y a mantener una pol¨ªtica editorial independiente, como corresponde a una corporaci¨®n p¨²blica, de Estado que no de Gobierno, deudora, por su naturaleza misma, de la sociedad civil, es decir, de sus lectores. Orfila honr¨®, de esta manera, a los dos grandes nombres asociados a la creaci¨®n del Fondo, Alfonso Reyes y Daniel Cos¨ªo Villegas
Sin embargo, durante la presidencia del siniestro Gustavo D¨ªaz Ordaz, nada ni nadie estaba a salvo del capricho autoritario. Orfila hab¨ªa publicado , a principios de los sesenta, el libro del soci¨®logo norteamericano C. Wright Mills Eschucha yanqui, cuyas advertencias, de haber sido escuchadas, le hubiesen ahorrado muchos dolores de cabeza a Cuba, a M¨¦xico, pero sobre todo a los Estados Unidos. El Gobierno de Adolfo L¨®pez Mateos, que maquiav¨¦licamente aprovechaba el foco de tensiones en Cuba para restarle presiones norteamericanas a M¨¦xico, respet¨® la gesti¨®n de Orfila.
No as¨ª D¨ªaz Ordaz. La publicaci¨®n por el Fondo, en 1967, del libro de Oscar Lewis Los hijos de S¨¢nchez le cost¨® a Orfila el puesto que hab¨ªa desempe?ado, con honradez cabal en todos los ¨®rdenes, durante veinte a?os. El libro del antrop¨®logo Lewis hab¨ªa sido publicado con ¨¦xito en varias lenguas y a nadie, en ninguna parte, se le hab¨ªa ocurrido que "denigraba" a M¨¦xico. Lewis, quien ya hab¨ªa publicado un admirable estudio sobre Tepoztl¨¢n y la cultura del campo, continuaba ahora su investigaci¨®n sobre la cultura de la pobreza en una gran ciudad, M¨¦xico, pero tambi¨¦n Nueva York o Londres o Jakarta o El Cairo o Bombay.
Que las caracter¨ªsticas particulares de la miseria en cualquiera de estas grandes urbes constituye hoy un fen¨®meno mundial, ya nadie lo pone en dura. Lewis, al escribir, y Orfila, al publicarlo, anunciaban en Los hijos de S¨¢nchez la crisis generalizada de las civilizaciones urbanas.
D¨ªaz Ordaz decidi¨® tomarlo como un insulto a M¨¦xico y con ese pretexto despidi¨® al "extranjero" Orfila, cuya nacionalidad argentina lo hac¨ªa tan latinoamericano como cualquier mexicano y tan mexicano como cualquiera de nosotros, sus autores y lectores en permanente deuda con ¨¦l.
La reacci¨®n al cese diazordacista de Orfila fue inmediata y constituye una de las p¨¢ginas m¨¢s hermosas de la vida cultural mexicana. Todos los amigos (y deudores) de Orfila abandonamos el Fondo de Cultura Econ¨®mica. Elena Poniatowska tom¨® la iniciativa de crear una nueva editorial y prest¨® para ello su propia casa como oficina. As¨ª naci¨® el Siglo XXI, Orfila pudo continuar su extraordinaria tarea editorial y sus amigos encontramos un nuevo hogar para nuestros libros. All¨ª pude publicar Zona sagrada, cuya filmaci¨®n fue prohibida por D¨ªaz Ordaz el d¨ªa mismo en que se iniciaba el rodaje.
Y all¨ª apareci¨® Posdata, el peque?o pero extraordinario libro de Octavio Paz publicado como secuela a El laberinto de la soledad, pero, en s¨ª mismo, el mejor an¨¢lisis de la tragedia de Tlatelolco, una de esas matanzas al parecer rituales que manchan los calendarios mexicanos y que acaba de repetirse en la brutal masacre de Acteal en Chiapas. El gesto de Orfila al publicar Posdata fue en extremo valiente, dado el ¨¢nimo de D¨ªaz Ordaz contra Octavio Paz porque el poeta hab¨ªa renunciado a la embajada de M¨¦xico en la India como protesta contra la represi¨®n. Paz se encontraba fuera de M¨¦xico, demonizado por el Gobierno, pero defendido por sus leales amigos y, desde luego, por su leal editor, Orfila.
Arnaldo Orfila no s¨®lo vivi¨® un siglo.'Lo llen¨®. Lo llen¨® de valent¨ªa editorial, de coraje pol¨ªtico, de calor humano. No olvidar¨¦ nunca la reacci¨®n de un soci¨®logo norteamericano desali?ado, un poco b¨¢rbaro y sumamente intuitivo, Irwing Lot Horowitz. Cuando lo present¨¦ con Orfila en las oficinas del FCE, Horowitz se le fue encima con un abrazo de oso, diciendo: "Usted es un hombre bueno y eso es ser un gran hombre".
Descanse nuestro amigo.
Arnaldo Orfila Reynal, fundador del Fondo de Cultura Econ¨®mica y de la editorial Siglo XXI, falleci¨® el pasado martes en M¨¦xico a los 100 a?os.
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