El grupo The Verve devuelve toda su intensidad al pop brit¨¢nico
La banda ofreci¨® un multitudinario concierto en Londres
Era un grupo difunto hace apenas dos a?os. Hoy es la banda con m¨¢s proyecci¨®n de Gran Breta?a y amenaza con disputar la corona de Oasis en el pop de este pa¨ªs. La resurrecci¨®n de The Verve es uno de los casos m¨¢s ins¨®litos en la m¨²sica de los noventa: tras haber publicado dos elep¨¦s, su l¨ªder, el cantante y compositor Richard Ashcroft, decidi¨® disolver la formaci¨®n en 1995 por diferencias entre sus miembros. The Verve mostr¨® sus facultades el viernes en Londres, con una intensa actuaci¨®n en el Brixton Academy, que se llen¨® hasta la bandera para recibir a estos hijos pr¨®digos.
En 1997 el grupo anunci¨® u reaparici¨®n y public¨® el agridulce Urban hymns, un disco que asombr¨® por su grandiosidad emocional. El ¨¢lbum ya es un ¨¦xito en toda Europa -en Espa?a se han vendido 95.000 copias-, y ha permanecido durante semanas en el primer puesto de la lista brit¨¢nica de discos m¨¢s vendidos.La actuaci¨®n puso de manifiesto qu¨¦ marca la diferencia entre esta banda y la mayor¨ªa de los conjuntos del brit pop: mientras ¨¦stos se entregan a vac¨ªos ejercicios de estilo revivalistas, The Verve sorprende por la capacidad de conmover de muchas de sus canciones y la entrega de un cantante con madera de mito y una garganta bien dotada. Puede que pequen de lineales y puede que su estilo no sea excesivamente original, ya que se limita a recuperar las esencias del rock ¨¢cido de los sesenta, con especial afici¨®n al saqueo de la herencia de los primeros Pink Floyd.
Pero The Verve impregna aquellas visiones psicod¨¦licas de un barniz r¨ªtmico propio de los noventa, y las actualiza con una potencia sonora no recomendada para los que sufran del o¨ªdo. Y, sobre todo, revive el aspecto m¨¢s sombr¨ªo de aquellos d¨ªas alucinados con sentimiento y con el alma que les falta a muchos de sus compatriotas contempor¨¢neos.
Sin duda, la propuesta musical de Ashcroft es mucho m¨¢s dif¨ªcil que la de los Gallagher de Oasis, un hecho que se deja sentir en el trasvase de sus creaciones al directo. El p¨²blico predominantemente veintea?ero y masculino que abarrot¨® este inmenso teatro reconvertido a sala de conciertos permaneci¨® est¨¢tico y algo fr¨ªo en la mayor parte del recital. La audiencia s¨®lo pareci¨® reaccionar cuando llegaron las canciones m¨¢s populares como Drugs don't work, Sonnet o Bitter sweet simphony.
La parca puesta en escena con unas pocas luces estrobosc¨®picas y una pantalla de v¨ªdeo sobre la que se proyectaban vistas de ciudades o estampas callejeras nocturnas, no incitaba demasiado a la diversi¨®n. Pero The Verve quiere basar su juego en canciones ceremoniosas, no en adornos ni florituras. Todo la atenci¨®n se debe centrar en la banda, m¨¢s concretamente en la envolvente labor del guitarrista Nick McCabe y en el tremento carisma de Richard Ashcroft.
Este hombre de 26 a?os, originario del sur de Inglaterra y aficionado a la m¨ªstica, ha sufrido a?os de p¨¦sima suerte y ahora declara estar dispuesto a que el mundo se rinda a sus pies. The Verve ha vivido mucho y malo en su corta carrera, m¨²ltiples accidentes de sus miembros, peleas, inestabilidad mental y colapsos por drogas.
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