Revuelta en la periferia
Cada historia de ¨¦xito conlleva una lecci¨®n para los medios y la industria discogr¨¢fica. En el caso de Ska-P y compa?¨ªa, la ense?anza es obvia: se pueden vender m¨²sicas que no est¨¢n de moda. La moda, las tendencias que gozan de prestigio se deciden en el centro de Madrid o Barcelona, atendiendo a lo que ocurre en Londres, Nueva York o Par¨ªs. En la periferia de las urbes, en pueblos y peque?as ciudades, se enquistan movimientos aparentemente periclitados que crecen a su propio ritmo, ajenos a la aparici¨®n del jungle, el ethno-techno o el posrock.Crecen secretamente pero seguros. Sus animadores se esfuerzan en tocar, sea en un pub diminuto o en una casa okupada: no esperan a la aparici¨®n del cazatalentos con varita m¨¢gica que les saque de la oscuridad. Crecen haci¨¦ndose una base s¨®lida de seguidores que necesitan m¨²sica directa y letras que hablen de sus problemas inmediatos. Asuntos como la reivindicaci¨®n del hach¨ªs, la antipat¨ªa por el servicio militar, la necesidad de una vivienda propia, el desencanto ante un futuro con escasos horizontes. Son temas candentes, lo que explica que el p¨²blico de esos grupos se multiplique a pesar de que, inicialmente, no graben para grandes compa?¨ªas ni est¨¦n presentes en las radios f¨®rmula.
Robe Iniesta y Extremoduro
De hecho, personajes como Robe Iniesta prefieren no sonar en esas emisoras. Su grupo, Extremoduro, explot¨® comercialmente en 1996, tras a?os de desastres y discos desgarrados. Robe ten¨ªa la credibilidad y ha salido casi intacto del encontronazo con la fama y el dinero, aunque ahora mismo est¨¦ en la cuerda floja. Convencido del todo vale, apuntado a la ley del m¨ªnimo esfuerzo, quer¨ªa sacar otra grabaci¨®n en directo despu¨¦s del memorable Iros todos a tomar por el culo.Extremoduro est¨¢ en DRO, la filial de Warner que en los noventa se hizo silenciosamente con un buen pu?ado de grupos kombativos, herederos del rock radikal vasco y el rock urbano. Su astuto ejemplo ha sido imitado por otras discogr¨¢ficas hartas de fichar exquisitos grupos indies que consegu¨ªan buenas cr¨ªticas y ventas m¨ªnimas. As¨ª, RCA ha pillado a Reincidentes, Mam¨¢ Ladilla o Ska-P, y estos ¨²ltimos han dado en la diana.
El impacto de Ska-P. viene a recordar la fortaleza del ska, una m¨²sica jamaicana, que, precedi¨® al reggae y que tiene suficiente vitalidad para resucitar una y otra vez. Lo hizo a finales de los setenta con el sello brit¨¢nico 2 Tone. Sus protagonistas se deshicieron pero sembraron la semilla: en Europa, y especialmente en Am¨¦rica, un ska antirracista y pele¨®n que goza de, un p¨²blico masivo cuando las ganas de fiesta se combinan con mensajes vigorosos y voluntad de comunicar.
Igual ocurre con las nuevas formulaciones del hip hop, el punk rock o el heavy metal. La periferia, de las ciudades o de la industria, se toma su venganza contra los que intentan imponer desde arriba sus visiones de lo que debe escucharse. Un empe?o destinado al fracaso en la mayor parte de las ocasiones. Afortunadamente.
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