El Atl¨¦tico hizo m¨¢s ruido que f¨²tbol
El equipo de Antic igual¨® la eliminatoria en la primera parte, pero el Zaragoza impuso un juego m¨¢s tranquilo
Al grito de ?Viva Cartagena!, el Atl¨¦tico intent¨® una tumultuosa victoria sobre el Zaragoza. Con un tropel de delanteros -alguno, como Lard¨ªn, recalificado como eventual defensa- pretendi¨® un partido bravo que le dio buen resultado en el primer tiempo. El Atl¨¦tico igual¨® la eliminatoria con un f¨²tbol' compulsivo que no le sirvi¨® de nada en la segunda parte. Le falt¨® armon¨ªa y cohesi¨®n. Algo d¨¦ eso tuvo el Zaragoza, que marc¨® el gol decisivo a ¨²ltima hora y termin¨® por imponer su mejor juego.Antic hizo sitio a toda su artiller¨ªa en la alineaci¨®n. Le obligaba la necesidad. El Atl¨¦tico ven¨ªa de recibir dos goles en Zaragoza y de sufrir demasiadas derrotas en las ¨²ltimas jornadas. La situaci¨®n se antojaba dif¨ªcil para un equipo que hab¨ªa perdido juego y pujanza, a la vez que se advert¨ªan los t¨ªpicos signos cr¨ªticos: el victimismo provocado por Gil, las declaraciones desabridas de algunos jugadores -"Preguntenle al entrenador", dijo Aguilera para explicar la derrota frente al Valladolid-, y un creciente desconcierto general. Otra decepci¨®n abundar¨ªa en el malestar de la hinchada y colocar¨ªa al Atl¨¦tico en una posici¨®n delicada. Antic consider¨® que el momento requer¨ªa de alg¨²n gesto especial, alguna cosa capaz de inyectar entusiasmo al equipo y de provocar el entusiasmo de la afici¨®n. El t¨¦cnico encontr¨® la soluci¨®n en una alineaci¨®n trufada de delanteros y centrocampistas de ataque, todos a la busca del alboroto.
Con Lard¨ªn como imposible lateral izquierdo, con Caminero y Juninho por delante de Bejbl, con Jos¨¦ Mari por la derecha, con Kiko y Vieri en la punta, el Atl¨¦tico entr¨® en el partido pasado de revoluciones, sin darle ninguna importancia al orden y a la paciencia. La cuesti¨®n era intimidar por potencia de fuego a un rival que en los ¨²ltimos tiempos no se distingue por su car¨¢cter. El Zaragoza no es un equipo fiable, aunque comienza a dar signos positivos. En su mejor versi¨®n recuerda al equipo que practic¨® un f¨²tbol tan agradecido en la era de V¨ªctor Fern¨¢ndez. Con gente como Arag¨®n, Acu?a, Radimov y Marcos Vales, se asegura una sinton¨ªa en el estilo. Son gente que toca y tiene clase, aunque su def¨ªcit de car¨¢cter es evidente. Algo de eso se vio en la primera parte, que fue correctamente interpretada por el Zaragoza, pero que termin¨® con ventaja del Atl¨¦tico.
El Atl¨¦tico igual¨® la eliminatoria con m¨¢s ruido que juego. La sobreaceleraci¨®n fue continua Los jugadores interpretaron una partitura compulsiva, todos a toque de comet¨ªn, con mucha brega y poca precisi¨®n. Pero hab¨ªa un aire aguerrido en las filas del Atl¨¦tico que incomodaba al Zaragoza. Su defensa volvi¨® a ofrecer los signos de debilidad que le caracteriza. S¨®lo Gilmar actuaba de manera solvente. El resto se sent¨ªa demasiado expuesto a los fogonazos rojiblancos. Porque el f¨²tbol del Atl¨¦tico era racheado, sin ninguna cadencia.
A partir del mayor empaque en su juego, con Acuna -un jugador interesante- mandando en la banda derecha, el Zaragoza produjo alguna ocasi¨®n de gol en el comienzo del partido, especialmente un cabezazo de Yordi que Jaro salv¨® con muchos reflejos. Pero mediado el primer tiempo, el Atl¨¦tico. consigui¨® imponer su juego impulsivo sobre la academia del rival. En plan Belauste se lanz¨® hacia la porter¨ªa en tres o cuatro ocasiones, entre el clamor de la hinchada y la aprensi¨®n de la defensa del Zaragoza. Lleg¨® el gol de Juninho, un tanto que respondi¨® con fidelidad a la clase de juego que propugnaba su equipo, y se gener¨® un clima efervescente que favoreci¨® la crecida del Atl¨¦tico. Hasta el final del primer tiempo todo fueron arreones en busca de la porter¨ªa de Juanmi y un cierto estupor en el Zaragoza. De f¨²tbol, nada.
Como el duelo derivaba hacia el tremendismo, result¨® curioso el gol de Kiko, un prodigio de sutileza que no casaba con el aire trompetero del Atl¨¦tico. Pero Kiko es diferente. En medio de aquel barullo de partido tuvo el detalle de realizar una jugada maravillosa. Agarr¨® la pelota en los tres cuartos, en el callej¨®n del diez, traz¨® una diagonal hacia el ¨¢rea y levant¨® el bal¨®n con un toque espl¨¦ndido, lleno de sutileza y precisi¨®n. Juanmi se estir¨® como un gato, pero el remate era imparable.
El Atl¨¦tico estaba donde quer¨ªa. Hab¨ªa neutralizado la ventaja del Zaragoza, ten¨ªa toda la segunda parte por delante y se apreciaba alguna desmoralizaci¨®n en las filas rivales. Sin embargo, quedaba el problema del juego. El entusiasmo del equipo no estaba correspondido por una superioridad en el f¨²tbol. Si el Zaragoza era capaz de desempe?arse con un poco m¨¢s de firmeza, el Atl¨¦tico se ver¨ªa abocado a un partido todav¨ªa incierto. Y as¨ª qued¨® de manifiesto en la segunda parte, que fue un drama para el equipo de Antic. A su dificultad para actuar con garant¨ªas -Juninho entr¨® en la segunda parte en una de sus habituales fases borrosas', Caminero perdi¨® el hilo, Kiko qued¨® desactivado-, a?adi¨® un descenso en su empuje. Poco a poco el partido gir¨® de nuevo hacia el lado del Zaragoza, que hac¨ªa valer su mejor juego y compromet¨ªa cada vez m¨¢s a la defensa del Atl¨¦tico. S¨®lo le faltaba un poco de pegada, y eso lo remedi¨® con el gol de Jos¨¦ Ignacio, que hizo justicia al partido y a la eliminatoria.
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