Madrid-Varsovia

POLONIA ES un pa¨ªs estrat¨¦gico para Espa?a en la Europa ampliada que se dibuja en un horizonte nada lejano. Por ello, el viaje que ayer concluy¨® el presidente del Gobierno a Varsovia, aunque tard¨ªo, cobra una dimensi¨®n especial, s¨®lo disminuida por la inevitable man¨ªa de hablar de pol¨ªtica nacional en estos desplazamientos. Polonia, de una entidad demogr¨¢fica similar a la de Espa?a, puede competir en peso espec¨ªfico con nuestro pa¨ªs en las instituciones comunitarias. Dado su menor nivel de renta, ambos pa¨ªses competir¨¢n por los fondos estructural es o de cohesi¨®n, pero coincidir¨¢n en defender e impulsar esta pol¨ªtica de solidaridad en la Uni¨®n Europea y otras que interesan tanto a Madrid como a Varsovia. Si se gestiona bien la relaci¨®n, Polonia se puede convertir en un aliado de primer orden.Bronislaw Geremek, una de las mentes europeas m¨¢s preclaras de este cambio de siglo, consideraba no hace mucho, justamente en Madrid, la necesidad de constituir una masa cr¨ªtica europea, formada no s¨®lo por el eje franco-alem¨¢n, sino tambi¨¦n por Polonia y Espa?a. Madrid-Varsovia, pasando por Par¨ªs y Berl¨ªn, se convertir¨ªa, as¨ª, en una necesaria columna vertebradora de esta nueva Europa m¨¢s amplia y diversa.

Seg¨²n la declaraci¨®n conjunta hecha p¨²blica en Varsovia, Polonia y Espa?a celebrar¨¢n cada a?o reuniones bilaterales anuales, como debe ser, y que han de completarse con una mayor relaci¨®n entre dos sociedades que, b¨¢sicamente, se desconocen. Espa?a puede aportar a Polonia, m¨¢s all¨¢ de la transici¨®n pol¨ªtica, la experiencia de unas largas y dificiles negociaciones para la adhesi¨®n a la Comunidad Europea.

Varsovia es tan europea como Madrid y Lisboa. Aznar, que ha tardado demasiado en viajar a Polonia y en general al Este, se ha presentado en esa capital como defensor de la ampliaci¨®n de la UE a ese pa¨ªs "cuanto antes". Va a haber muchos obst¨¢culos que salvar; unos, planteados por Polonia, pero otros, por los propios Estados de la UE, incluida Espa?a en defensa de sus intereses leg¨ªtimos. Nuestro pa¨ªs pide que el coste de la ampliaci¨®n se comparta entre todos: entre los que entran y los que est¨¢n; y entre ¨¦stos, lo l¨®gico es que los m¨¢s ricos contribuyan m¨¢s. La ampliaci¨®n no se puede hacer a costa de los pa¨ªses m¨¢s desfavorecidos de la UE, menos a¨²n cuando hacen, como Espa?a, un gran esfuerzo para modernizarse e incorporarse al euro, tras haber corrido para adaptarse a la Comunidad Europea y al mercado ¨²nico.

La discusi¨®n que se produjo el lunes en el Ecofin, el Consejo de Econom¨ªa y Finanzas de la UE, repetici¨®n de otras anteriores, no est¨¢ bien enfocada, pero pone de relieve que, en el ¨²ltimo Consejo Europeo de Luxemburgo, Espa?a par¨® el golpe, pero poco m¨¢s. Las espadas siguen en alto, si bien es poco probable que el debate sobre las nuevas perspectivas financieras de la Uni¨®n Europea pueda entrar en fase negociadora antes de que se hayan celebrado las elecciones de Holanda (en mayo) y Alemania (en septiembre).

Estos dos pa¨ªses han planteado una reducci¨®n de su contribuci¨®n neta al presupuesto de la UE, aunque sus empresas sean las que m¨¢s se benefician del mercado ¨²nico de los Quince. En tales circunstancias, no parece l¨®gico que el debate se inicie con la petici¨®n de un cheque alem¨¢n u holand¨¦s, al estilo del que logr¨® Thatcher para el Reino Unido, para compensar en parte la diferencia entre lo que dan y lo que reciben de las arcas comunitarias. No es ¨¦sa la forma de construir una Europa solidaria en la que se sientan a gusto no s¨®lo Holanda o Alemania, sino tambi¨¦n Espa?a y Polonia.