Octubre roto
Las filmacions de Eisenstein comenzaron en 1922 con cortometrajes destinados a los fondos de montajes de Meyerhold. Su primer filme aut¨®nomo es el cortometraje Diario de Glumov, de 1923. Un a?o despu¨¦s rod¨® con m¨ªnimos medios La huelga, su primer largometraje, que le abri¨® las puertas de los centros de producci¨®n sovi¨¦ticos. Estos hab¨ªan convocado un concurso para conmemorar, con la filmaci¨®n de un episodio ocurrido en ella, la revoluci¨®n (premonitoria del Octubre bolchevique) de 1905 e invitaron al cineasta a presentar un proyecto.Eisenstein aport¨® la idea de un fresco del acontecimiento considerado globalmente, pero s¨®lo obtuvo presupuesto para rodar una de sus escenas, la del mot¨ªn de la mariner¨ªa del acorazado Potemkin frente al puerto de Odessa, en el mar Negro. Y la docena de folios se multiplic¨® en el verano de 1925 por diez, en un breve y accidentado rodaje lleno de contratiempos e improvisaciones, que condujo a una de las obras supremas del cine, siempre elegida por historiadores y especialistas como una de las mejores de todos los tiempos y en alguna encuesta como la mejor.
Como consecuencia de la enorme repercusi¨®n que obtuvo este filme, los bur¨®cratas le encargaron el relato de los episodios -siguiendo el hilo de Diez d¨ªas que conmovieron el mundo, de John Reed- de la revoluci¨®n de Octubre de 1917. Fue el filme so?ado y en ¨¦l se enfrasc¨® Eisenstein hasta 1927, en que la pel¨ªcula fue finalizada con aproximadamente tres horas de metraje.
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Hoy s¨®lo se conservan copias de Octubre con alrededor de dos horas: la hora que falta fue amputada de cuajo en la primera campa?a de Stalin para borrar la presencia, incluso el nombre, de Leon Trotski de la revoluci¨®n de que fue m¨¢ximo l¨ªder. La hora que falta de Octubre es la que ocupaba en el filme la inconfundible, mefistof¨¦lica figura del estratega y conductor de la insurrecci¨®n de Petrogrado.
Y ah¨ª comenzaron los tropiezos de Eisenstein con el estalinismo, que ya no acabar¨ªan: de La l¨ªnea general a Iv¨¢n el Terrible, pasando por El prado de Bej¨ªn. S¨®lo hubo una tregua en Alexandr Nevski, que Stalin consider¨® ideol¨®gicamente correcta y respet¨® en una integridad que hoy -por la asombrosa fusi¨®n de la m¨²sica de Prokofiev con la imagen de Eisenstein y Tiss¨¦- es un paso de gran audacia en la exploraci¨®n (a?o 1938) de los recursos expresivos del cine sonoro.
De Iv¨¢n el Terrible (1943 a 1946), Eisenstein rod¨® libremente la primera parte y entre zancadillas la segunda. Pero el cr¨¦dito pol¨ªtico se le acab¨® ante la tercera, que, tras el rodaje de unas tomas iniciales, fue borrada del mapa, lo que a?adi¨® esta gran trilog¨ªa inacabada al saco de aquel Octubre roto, probablemente la m¨¢s b¨¢rbara mutilaci¨®n que ha sufrido nunca un filme.
Babelia
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