Rivaldo enfr¨ªa Mestalla
Un Bar?a pr¨¢ctico acaba con las aspiraciones del Valencia en la Copa
El Barcelona volvi¨® ayer a sus or¨ªgenes: a los de principios de temporada. O sea, un equipo tan gris como efectivo. Demoledor en las botas de Rivaldo, que ayer rompi¨® con sus regates a un Valencia encomiable, entusiasmado e ineficaz. El equipo de Ranieri domin¨® el partido de cabo a rabo, pero se olvid¨® de las ¨¢reas, donde perdi¨® todos los papeles: tanto en la propia (dio facilidades) como en la ajena (perdon¨® demasiado). Mestalla acab¨® entregado a sus jugadores, que realizaron un trabajo tan meritorio como in¨²til. Con todo, el Valencia puede darse por satisfecho. Su triple enfrentamiento con el cuadro azulgrana le ha devuelto la fe en sus posibilidades. El Bar?a, por su parte, apaga la crisis que se abri¨® el lunes en el Camp Nou, pero lo hace a costa de perder el esplendor de otras ¨¦pocas. Por Mestalla pas¨® el peor Barcelona de los ¨²ltimos tiempos.
El Valencia absorbi¨® las toneladas de adrenalina de las gradas de Mestalla para tener una salida explosiva. El Bar?a adelant¨® la defensa, traz¨® una l¨ªnea e invit¨® a la fiesta a la pareja de vanguardia de la selecci¨®n argentina, Piojo L¨®pez y Burrito Ortega, que se dieron un fest¨ªn. La jugada se repet¨ªa. Ortega se despistaba, ca¨ªa en el centro del campo y lanzaba en largo a su compatriota, que romp¨ªa invariablemente la tenue defensa azulgrana. En esta parcela, es un crimen la desubicaci¨®n de Celades, que lo pas¨® fatal en compa?¨ªa de L¨®pez.
En ¨¦sas estaba el partido cuando C¨¢ceres, que ya marc¨® en propia puerta en el partido de Liga del lunes, atiz¨® sin motivo aparente a Luis Enrique en el ¨¢rea, o al menos eso entendi¨® el ¨¢rbitro, que se?al¨® penalti.
El gol azulgrana enfri¨® al Valencia, pero no al p¨²blico, que se hab¨ªa calentado con L¨®pez Nieto. El choque adquiri¨® un aire pendenciero y Rivaldo decidi¨® llevar el bal¨®n al suelo. Se puso a tirar quiebros por el costado izquierdo y descubri¨® una mina en Angloma, que dej¨® sin peaje toda su banda.
El Barcelona apel¨® a esa vena efectiva que luci¨® en la primera parte del campeonato: jug¨® poco, casi nada, pero lo suficiente para agrandar las ventajas de la eliminatoria. El primer tiempo feneci¨® con el Valencia envuelto en una creciente impotencia (tanto despliegue f¨ªsico no le hab¨ªa servido para nada) y con el Bar?a ahorrando esfuerzos que lo salvaran de otro final de partido maldito.
Puesto que su equipo se hab¨ªa impuesto en el centro del campo pero no en ataque, Ranieri decidi¨® desnudar el primero para alimentar el segundo. Lo logr¨®. La entrada del rumano Illie report¨® calidad y vitaminas a la delantera del Valencia, que sigui¨® llegando con claridad ante Hesp.
El Barcelona busc¨® la v¨ªa especulativa y se fi¨® del desacierto rematador de los locales. A excepci¨®n de Guardiola, Van Gaal hab¨ªa dispuesto el mismo equipo que cay¨® aparatosamente el lunes y tan s¨®lo vari¨® la posici¨®n de Reiziger, que se adelant¨® hasta la demarcaci¨®n de interior derecho para frenar las entradas de Carboni. Continuaron cayendo las ocasiones del Valencia y todas ellas, una por una, fueron desechadas por el desatino de L¨®pez y Ortega.
As¨ª se iba perdiendo el Valencia hasta que Ranieri apel¨® al efecto Morigi, el hombre que, no se sabe c¨®mo, propici¨® la espectacular remontada del Camp Nou. Un futbolista inclasificable, desgarbado y desechado antes de que Valencia y Bar?a empezaran a verse las caras tres veces por semana. Ayer, otra vez revulsivo.
El Valencia atac¨® esta vez con todo. Encajon¨® al Bar?a y volvi¨® a dilapidar sus oportunidades. Reapareci¨® el fantasma del goleador inexistente. Vibr¨® el estadio, fall¨® Illie y resurgi¨® Rivaldo. El brasile?o realiz¨® una jugada llena de clase: encabez¨® un contragolpe, encar¨® a un pu?ado de defensas, se escabull¨® hacia un costado y dispar¨® raso y cruzado hacia el lado contrario. Fue un instante milagroso para el Bar?a, que yac¨ªa groggy al albur del remate del Valencia.
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