Una leyenda en el banquillo
Larry Bird triunfa como t¨¦cnico del Indiana Pacers, uno de los mejores equipos de la NBA
Fue uno de los jugadores m¨¢s grandes de todos los tiempos. Admirado y adorado en Boston, la ciudad donde los Celtics son una religi¨®n. Y Larry Bird fue, durante la d¨¦cada de los 80, su profeta. Simplemente, el mejor, en el sentido m¨¢s amplio y profundo del t¨¦rmino. Pero, acabados sus d¨ªas como jugador, los Celtics le ofrecieron un puesto en el organigrama t¨¦cnico del club. Bird se convirti¨® en una especie de reliquia: algunos circuitos tur¨ªsticos inclu¨ªan, una visita al Boston garden con parada en el despacho de Larry Bird para hacerse una foto con Larry Leyenda. Hasta que, harto de hacerse fotos con los turistas, Larry Bird -el ¨²nico gran jugador que nunca sinti¨® la necesidad de retornar despu¨¦s de retirado- decidi¨® dirigir al equipo de su estado natal: los Indiana Pacers.Podr¨ªa parecer un trabajo f¨¢cil: los Pacers tienen una gran plantilla en la que dominan los jugadores veteranos -Reggie Miller, Chris Mullin, Mark Jackson, Dale Davis-, jugadores que conocen el oficio, jugadores que la temporada pasada -al mando de Larry Brown- no se clasificaron para los play offs. Pero entrenar un equipo con tanto talento no es una tarea f¨¢cil. Y Larry Bird ha demostrado que es un excelente entrenador de jugadores: los Pacers comparten el liderazgo de la Divisi¨®n Central con los Chicago Bulls y, si aguantan este liderato unos d¨ªas, Larry Bird podr¨ªa encontrarse dirigiendo el banquillo del equipo del Este en el partido de las estrellas.
"Mejor que eso no suceda", indica Larry Bird. "Tengo planes. Quiero ir a Florida a jugar unos cuantos hoyos de golf. No me har¨ªa feliz ir a Nueva York a participar en el All Star".
Su mejor atributo es su humildad. Nunca fue un jugador espectacular, sino m¨¢s bien efectivo. Nunca se proclam¨® l¨ªder de sus Celtics: simplemente condujo a su equipo a la gloria y cuando tuvo que recordar qui¨¦n era el jefe nadie tuvo dudas. Siempre actu¨® como un hombre de campo: de vuelta a casa, ni los trajes de marca, ni las corbatas y zapatos italianos, le han hecho perder su perspectiva.
"Ha llegado con un esp¨ªritu tranquilo, humilde", dijo recientemente Mark Jackson, uno de los jugadores carism¨¢ticos de Indiana. "Quiere ense?amos. Y le respetamos por ello. Entendemos lo importante que es que alguien con su experiencia nos entrene". Nunca les recuerda qui¨¦n es, de d¨®nde viene, ni hasta d¨®nde lleg¨® como jugador. Sus jugadores nunca le han o¨ªdo decir: "Soy Larry Bird y esto se hace as¨ª porque yo lo digo". Simplemente, hace sugerencias. Deja a sus ayudantes, Rick Carlisle y Dick Harter, hacer lo que saben hacer: Carlisle se ocupa del ataque y Harper de la defensa. Bird se ocupa de hacer la mezcla.
"Creo firmemente que el trabajo de entrenador est¨¢ demasiado valorado", indica Bird. "No creo que se deba aburrir a los jugadores con mucha pizarra, mucho v¨ªdeo o muchas t¨¢cticas. Simplemente, creo que los jugadores deben estar en una excelente condici¨®n f¨ªsica y ofrecerles algunas indicaciones puntuales. Lo dem¨¢s es conocido por ellos".
Quiz¨¢s, Larry Bird no sea el mejor entrenador de la NBA. Pero "entrenar", tal y como lo entiende la mayor¨ªa, es totalmente irrelevante para ¨¦l. Es el mejor a la hora de simplificar los objetivos y los m¨¦todos de trabajo. Bird lo tiene escrito en la pizarra del vestuario: "El objetivo es lo m¨¢s importante, no la b¨²squeda de ese objetivo".
"Larry Bird fue el jugador con m¨¢s ambici¨®n y hambre de victoria que he conocido jam¨¢s", dice Rick Carlisle, ayudante y ex compa?ero en los Celtics. "Y quiere ser un entrenador campe¨®n, que nuestros jugadores tengan mentalidad ganadora. Si somos lo suficientemente buenos para llegar a ese nivel, es algo de lo que a¨²n no estamos seguros".
Parece que los Pacers est¨¢n en el camino correcto. Recientemente, Larry Bird volvi¨® a Boston para enfrentarse a sus Celtics como entrenador rival. Fue una ocasi¨®n muy especial -"all¨ª me convert¨ª en un hombre adulto"- Recibi¨® una ovaci¨®n de tres minutos, pero no se dej¨® llevar por la emoci¨®n: su equipo gan¨®. Al final, declaraba que hab¨ªa sido su victoria m¨¢s importante. Pero no ser¨¢ la ¨²ltima.
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