El desprop¨®sito acaba en empate

Hay manos que se han bautizado como divinas y otras que son tan absurdas que resultan inexplicables. De Quintana lo demostr¨® ayer sacando el brazo cuando ya se jugaban los minutos de descuento, provocando un penalti que permiti¨® que el marcador reflejara el mismo equilibrio que M¨¦rida y Zaragoza evidenciaron sobre el c¨¦sped. Fue un partido aburrido, en el que el M¨¦rida no aport¨® otra cualidad que la especulaci¨®n con el bal¨®n y el Zaragoza careci¨® de criterio en el medio campo, no tuvo mordiente arriba y estuvo excesivamente nervioso atr¨¢s. La tarde trajo m¨¢s desprop¨®sitos que f¨²tbol.

Sin Arag¨®n en, el centro del campo, el Zaragoza entr¨® en cortocircuito. El M¨¦rida se atrincher¨® en su porter¨ªa y dej¨® a Gabrich como ¨²nica punta. Fue paciente y esper¨® el desgaste y el nerviosismo local para marcharse arriba. Mediado el segundo periodo comenz¨® a lanzar contragolpes. Hasta que Cleber, en un magistral lanzamiento de falta adelant¨® a su equipo en lo que parec¨ªa un gol definitivo.

El Zaragoza reaccion¨® a falta de cinco minutos para el final. No encontr¨® el ritmo ni la l¨ªnea de juego requeridas, pero herido en su amor propio se lanz¨® en tromba. Fueron cinco minutos de agobio sobre Montoya. Hasta que lleg¨® la mano tonta de De Quintana que devolvi¨® la igualdad que merecieron dos contendientes que durante noventa minutos despreciaron el toque de bal¨®n para apostar por un juego trabado y de contacto f¨ªsico.