"Los rectores tenemos que ser hoy mas cr¨ªticos"
Catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa, de 56 a?os, padre de tres hijos, Juan Monreal Mart¨ªnez es desde hace cuatro a?os rector de la Universidad de Murcia, con m¨¢s de 30.000 estudiantes. Ha sido director del Instituto de Ciencias de la Educaci¨®n y del Instituto Regional de Cooperaci¨®n Europea. Autor de 15 libros y de numerosos art¨ªculos, la ciudad de Murcia le debe un centro hist¨®rico liberado del castigo del tr¨¢fico, proyecto que Monreal llev¨® a cabo cuando fue concejal y consejero de Urbanismo. Le gusta madrugar y recuerda que los estudiantes no son los enemigos de los profesores, sino su ¨²nica raz¨®n de ser. Se autodefine como un heterodoxo en pol¨ªtica.Pregunta. En algunas universidades europeas hay estudiantes que siguen saliendo a la calle para reivindicar sus derechos, mientras que a la universidad espa?ola parece que le falta garra.
Respuesta. Yo percibo, sin embargo, un retorno a medio plazo hacia una situaci¨®n m¨¢s cr¨ªtica y m¨¢s viva entre nuestros universitarios. Lo que sucede es que las circunstancias generales est¨¢n retrasando que eso ocurra a corto plazo. En la universidad necesitamos una fuerte autocr¨ªtica sobre nuestros problemas. Hace falta un compromiso p¨²blico m¨¢s fuerte con el papel que deben desempe?ar las universidades.
P. ?La sociedad se ha alejado de la universidad o el proceso es a la inversa?
R. Por lo pronto, ha habido un cierto desentendimiento de la sociedad y de sus estamentos hacia la universidad como proyecto social.
P. ?Pero no tiene tambi¨¦n su culpa la universidad?
R. S¨ª, porque existe una cierta inercia en pensar que lo que ocurre dentro de la universidad nos compete s¨®lo a los que estamos dentro. Y eso nos lleva a vivir encerrados en nuestro peque?o huerto.
P. Hay veces en que se advierte la perplejidad de no saber qu¨¦ hacer con la universidad.
R. Porque la universidad hoy no es ya el coraz¨®n de los grandes planes estrat¨¦gicos como proyecto de sociedad.
P. Eso es triste.
R. Sin duda. A m¨ª me duele que cuando hoy se plantean estrategias nacionales la universidad apenas aparezca o aparezca muy marginalmente, cuando deber¨ªa ser lo contrario. En pol¨ªticas nacionales, la universidad como instituci¨®n productora de conocimiento y de formaci¨®n deber¨ªa ser una instancia de primer orden y relevancia. Y no lo es.
P. A eso me refer¨ªa. A veces, da tambi¨¦n la impresi¨®n de que los rectores no acaban de dar un pu?etazo sobre la mesa para decir: "?Pero qu¨¦ queremos hacer con esta universidad en el a?o 2000?".
R. Yo creo que los primeros pasos que estamos dando los rectores con nuestras protestas, sobre las que hay gran consenso entre nosotros, podr¨ªan y deber¨ªan conducir a algo m¨¢s explosivo. Los rectores tenemos que ser hoy m¨¢s atrevidos, m¨¢s cr¨ªticos y m¨¢s imaginativos. Y el aparato jur¨ªdico administrativo no nos tiene que atrapar. Tenemos que hacer sonar las alarmas necesarias dentro y fuera de la universidad para decir que el trecho que nos queda por delante es a¨²n enorme.
P. ?De qui¨¦n es, en definitiva, la universidad?
R. Desde luego, no de los rectores. Y si los rectores tenemos alg¨²n papel es el de fomentar una gran libertad en el gobierno de las universidades. Nuestros cargos son provisionales, por ello no debemos tener apegos de ning¨²n tipo. La sociedad civil tiene que explicarnos si es ¨¦sta la universidad que la gente quiere y nosotros tenemos que escucharla.
P. ?C¨®mo concibe la universidad del siglo XXI?
R. Una universidad donde debemos vencer esa inercia que nos atrapa con tanta facilidad, donde nos rebelemos contra todo fatalismo y sepamos trasladar a la sociedad un gran esp¨ªritu cr¨ªtico, coloc¨¢ndonos a la vanguardia de los movimientos culturales m¨¢s abiertos.
P. Los rectores est¨¢n preocupados por la proliferaci¨®n de las universidades de la Iglesia. ?No cree que eso podr¨ªa resolverse en parte creando en las universidades p¨²blicas c¨¢tedras serias de Teolog¨ªa o de Historia de las Religiones como en otras universidades europeas?
R. Estoy convencido de ello. Y los obispos podr¨ªan perder as¨ª las tentaciones de querer crear cada uno su propia universidad. El caso de Murcia, donde acaba de crearse la nueva Universidad de la Iglesia, es sintom¨¢tico y me parece demencial la forma en que se ha procedido.
P. ?C¨®mo funciona?
R. Sin ning¨²n tipo de permiso, de conocimiento, ni de homologaci¨®n de t¨ªtulos. Y ah¨ª est¨¢ con 500 alumnos en espera de una soluci¨®n a hechos consumados. Con el caso de Murcia estoy bastante cabreado porque, precisamente, le hab¨ªa propuesto al obispo crear un centro de Teolog¨ªa en el que se involucrara la universidad p¨²blica de Murcia y, sin embargo, nos han sorprendido a todos con su proyecto.
P. A veces existe la impresi¨®n de que en la universidad espa?ola ni siquiera ustedes, los rectores, prestan excesivos o¨ªdos a lo que piensan los estudiantes de sus problemas universitarios.
R. Yo estoy de acuerdo. Los estudiantes fueron hace a?os la materia prima de la convulsi¨®n en los cambios, tanto en la universidad como en la sociedad espa?ola. Sin embargo, ese proceso se qued¨® en la cuneta debido en parte al proceso de pacificaci¨®n de la transici¨®n, cuando se pens¨® que cuanta m¨¢s tranquilidad y calma reinaran en las universidades, mejor. Hoy tenemos que reconocer que, con demasiada frecuencia nos olvidamos de que el colectivo de los estudiantes es el fundamental. Los profersores nos hemos convertido en fin de nosotros mismos y esa l¨®gica hay que cambiarla. Los estudiantes son nuestros destinatarios, a ellos tenemos que servir y si queremos promover una nueva reforma de los planes de estudio no podemos de nuevo hacerlo pensando s¨®lo en el profesorado.
P. De hecho, no parece que sean los estudiantes hoy quienes protagonizan la vanguardia de la universidad.
R. No, y nosotros no hemos sabido ponernos a la cabeza de los estudiantes para activar el potencial y dinamismo que ellos tienen. Por lo tanto, creo que una de las futuras revoluciones deber¨ªa consistir en un cambio muy fuerte de cultura de la gesti¨®n de la universidad. El estudiante no es el enemigo de la universidad y del profesorado, sino el destinatario de todo lo que la universidad crea y realiza.
P. Hay un tema un poco vidrioso que pocos se atreven a abordar. ?Es justo que en la universidad p¨²blica, las familias con m¨¢s medios econ¨®micos paguen igual que las m¨¢s desfavorecidas?
R. Es un problema complejo, porque es cierto que a los fondos p¨²blicos cada ciudadano contribuye ya seg¨²n su posici¨®n econ¨®mica. Pero, por otra parte, dado que el acceso a la universidad no es una obligaci¨®n, sino una libre elecci¨®n, me parece que no ser¨ªa descabellado que se pudieran introducir elementos de diferenciaci¨®n contributiva. Y es posible que nos encontr¨¢ramos con menos resistencias sociales de lo que pensamos, porque si hay padres que pagan un mill¨®n de pesetas al a?o para llevar al hijo a una universidad privada, podr¨ªan pagar sin resistencias 200.000 para la p¨²blica si ¨¦sta les garantizara los mismos niveles de calidad y de atenci¨®n al estudiante que la privada. Pero pese a la resistencia inicial de los m¨¢s favorecidos, la sociedad espa?ola se moderniza con mucha rapidez.
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