V¨ªdeos
El v¨ªdeo de aquel aficionado que grab¨® el asesinato de Kennedy en Dallas inaugur¨® la cultura moderna. Contemplar en vivo c¨®mo le saltaban la cacerola al emperador fue la mejor forma de adaptar el ojo humano a una realidad nueva. El v¨ªdeo de otro espont¨¢neo que hace poco sorprendi¨® en directo el terremotodentro de la bas¨ªlica de As¨ªs ha cerrado el primer cap¨ªtulo de esta historia. Unos ciudadanos an¨®nimos con sus c¨¢maras han dado testimonio de estas dos cat¨¢strofes. En la primera fue abatido un sue?o pol¨ªtico. En la segunda se derrumbaron los frescos del Giotto, que eran otro sue?o de belleza. A partir de la muerte de Kennedy, estos aparatos tomaron conciencia de s¨ª mismos y comenzaron a imponer su ley. A lo largo de este siglo se han ofrecido al consumo innumerables bombardeos y desastres. No me refiero a esas tr¨¢gicas im¨¢genes que son servidas al p¨²blico por equipos de profesionales con las c¨¢maras, sino a la naturalidad con que los v¨ªdeos dom¨¦sticos, en los ¨²ltimos 30 a?os, han entrado a formar parte de nuestras vidas con el solo objeto de desenmascararlas. Estos aparatos nacieron con primitivo candor para captar escenas familiares, viajes, bodas y bautizos. Al principio, en aquellos v¨ªdeos se ve¨ªan ni?os jugando en el jard¨ªn con los perros, millones de tartas de cumplea?os y chicas t¨ªmidas cubri¨¦ndose el rostro con la mano, pero muy pronto su inocencia fue violada. Un d¨ªa conocieron el mal. Despu¨¦s de la muerte de Kermedy, otro aficionado tom¨® en directo por sorpresa el primer atraco a una licorer¨ªa cuando s¨®lo trataba de grabar a unos novios saliendo del coche, y desde ese momento los v¨ªdeos caseros tienen una morosa querencia a reproducir todas las bajezas de los humanos. Al fondo de una fiesta campestre puede aparecer grabada cualquier matanza. Los v¨ªdeos caseros van seleccionando por las calles los rostros m¨¢s buscados por la polic¨ªa. La esencia de la cultura moderna consiste en que los v¨ªdeos ya hacen esta labor por su propia naturaleza.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.