Robar

Veo fotos de los gasolineros imputados en el presunto fraude: muestran mucho tron¨ªo ejecutivo y mucha corbata buena; y ese aspecto rotundo de los que est¨¢n convencidos de ser la clase dirigente del pa¨ªs. Pongamos, s¨®lo es una hip¨®tesis, que el juez les encuentra culpables. Pues bien, en ese caso, y aunque estos ricos riqu¨ªsimos hubieran estado rob¨¢ndonos a todos con descaro imponente, lo m¨¢s que les podr¨ªa caer es una pena de entre seis meses y un a?o de c¨¢rcel. Para tama?a nader¨ªa, no s¨¦ c¨®mo decirles, robo yo.Tambi¨¦n los Albertos lucen corbatas finas y perfiles de autocomplacencia poderosa. Ahora les acusan de haber metido un pufo de 4.300 millones de pesetas, pero resulta que, aun suponiendo (otra hip¨®tesis pura) que se les demostrara la m¨¢s completa culpa, s¨®lo les caer¨ªa la petici¨®n fiscal: seis a?os de prisi¨®n (luego se cumplen menos). Como dice mi amiga y colega Gabriela Ca?as, por 4.300 millones es que compensa.

Y, mientras tanto, los chorizos suburbiales se pudren en la c¨¢rcel por hurtos menud¨ªsimos. Hay verdades tan obvias y tan injustas que suenan inevitablemente a demagogia: la ley no es la misma para todos, y el pobre que roba es m¨¢s castigado por ser pobre (por estar en las fronteras de lo social y ser un peligro) que por robar. En la Inglaterra de Dickens condenaban a cinco a?os de trabajos forzados en Australia a los hambrientos que sustra¨ªan una gallina, porque atentaban contra el sistema, esto es, contra la propiedad privada y los propietarios. Hoy ya no somos tan salvajes, pero a¨²n vivimos en el desequilibrio. Por eso los poderosos siguen luciendo esos duros perfiles satisfechos: justamente por eso, porque pueden. (PD: Toda mi solidaridad a esos pol¨ªticos del PP que defienden la civilizaci¨®n frente a la barbarie).