Un cad¨¢ver con premio
La familia de un fallecido pide una amplia investigaci¨®n judicial para localizar un cup¨®n de la ONCE ganador de cinco millones
De nuevo, si no se repite a s¨ª misma, la realidad imita al arte. Manuel Vicent relat¨® hace a?os en este peri¨®dico la peripecia de una quiniela multimillonaria que fue enterrada en el cementerio de la Almudena, dentro del bolsillo del "afortunado" difunto. Algo similar ha sucedido en Pobra do Carami?al (A Coru?a). Juan Villasante Paz, de 76 a?os, compr¨® un cup¨®n de la ONCE que result¨® premiado el pasado 26 de enero con cinco millones de pesetas. Pero el hombre no pudo gozar de su suerte: falleci¨® doce horas antes del sorteo y el boleto no ha aparecido. "O se lo robaron o fue enterrado con ¨¦l", afirma su sobrina Mar¨ªa Antonia Alonso, decidida a que el juez investigue hasta el final el paradero de un cup¨®n premiado con cinco millones de pesetas. Solicitan que declaren todas las personas que estuvieron en contacto con el fallecido el d¨ªa de su muerte.Juan Villasante nunca jugaba a los ciegos. De vez en cuando, eso s¨ª, a la primitiva o a la bonoloto, porque sus premios le parec¨ªan m¨¢s suculentos. El domingo 25 de enero, sin embargo, cedi¨® a la tentaci¨®n. Estaba en el bar A Chispa, con un amigo que reclam¨® al camarero, Antonio Gonz¨¢lez, los dos ¨²ltimos boletos de la ONCE que le quedaban. Juan Villasante acept¨® quedarse con uno porque a su amigo no le alcanzaba el dinero para pagar los dos y...
Villasante fue emigrante en Montevideo y luego, hasta que se jubil¨®, barrendero en su pueblo. Solter¨®n empedernido, viv¨ªa solo. Su sobrina Mar¨ªa Antonia o las hijas de ¨¦sta se encargaban de arreglarle la casa.
El viernes 23 hab¨ªa, ido a Santiago a pasar una revisi¨®n m¨¦dica por sus cataratas. En la revisi¨®n le fue descubierta una dolencia card¨ªaca, por lo que le recomendaron que, al lunes siguiente, recogiera el oportuno volante del m¨¦dico de cabecera para ser tratado por el cardi¨®logo en el mismo hospital de Santiago. A eso iba, sobre las 9.30 del lunes, cuando el infarto le sorprendi¨® de camino. Falleci¨® poco despu¨¦s en la cl¨ªnica local de la Seguridad Social y el martes fue enterrado.
Al d¨ªa siguiente, Ana, la hija menor de Mar¨ªa Antonia, volvi¨® de la compra particularmente excitada: el t¨ªo Juan hab¨ªa comprado un cup¨®n de los ciegos, premiado, como otros cuatro en el pueblo, con cinco millones de pesetas. No hab¨ªa lugar a dudas. "Eso va a misa", insist¨ªa ayer Antonio, el camarero de A Chispa. "Estoy seguro de que su cup¨®n fue el premiado".
La familia del difunto no ten¨ªa ni idea de la existencia de esa apuesta. Pero Mar¨ªa Antonia y su hija no perdieron el tiempo. Acudieron a la casa del t¨ªo fallecido y no dejaron rinc¨®n ni caj¨®n sin revolver. El boleto no apareci¨®. ?D¨®nde pod¨ªa estar el cup¨®n?
No, desde luego, en la bolsa que los empleados de Pompas F¨²nebres del Noroeste hab¨ªan entregado a la familia con las pertenencias del difunto. "En sus bolsillos no estaba el boleto", les asegur¨® el empleado que se los vaci¨® y que, seg¨²n Mar¨ªa Antonia, se permiti¨® bromear repitiendo varias veces en cantinela: "El boleto no tiene nombre, el boleto no tiene nombre...".
Pero en el hogar de Mar¨ªa Antonia las cosas no van tan boyantes como para renunciar alegremente a esa prometedora ayuda p¨®stuma del t¨ªo. Trabajando de asistenta en seis casas, gana 400 o 500 pesetas la hora. Su marido, Jaime, alba?il, cobra una pensi¨®n de 36.000 pesetas por invalidez tras caerse de una escalera, y de los tres hijos del matrimonio, uno todav¨ªa est¨¢ en edad escolar, la mayor anda en pleitos con su ex marido porque no le pasa pensi¨®n por el hijo de ambos y, en fin, s¨®lo la otra hija aporta un sueldo a la familia trabajando en una conservera.
Juan Villasante fue enterrado con el mismo traje que vest¨ªa cuando compr¨® el cup¨®n que tanto revuelo est¨¢ originando. Los empleados de la funeraria levantaron el cad¨¢ver en la cl¨ªnica, dos o tres horas despu¨¦s de que falleciera. ?Fue sisado entonces el cup¨®n o ha acompa?ado al difunto hasta su ¨²ltima morada? Eso es lo que tratan de esclarecer sus herederos, para lo que hoy firmar¨¢n una demanda pidiendo la intervenci¨®n del juzgado de Ribeira. "El cup¨®n tiene que aparecer. No creo que haya subido al cielo con el t¨ªo", sostiene Mar¨ªa Antonia.
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