Una carga de Estudiantes acab¨® con el Madrid
Los blancos vivieron escenas de caos en la segunda parte y se alejan de la Euroliga
El Estudiantes mantiene sus aspiraciones europeas. El Madrid sigue en crisis. No pod¨ªa esperarse otro resultado a la vista de los antecedentes: los madridistas son un equipo tan vulnerable a ojos vista que basta un empuj¨®n para desarticularlo. Lo sab¨ªa el Estudiantes, pero se confi¨® en exceso. Limit¨® el empuj¨®n a una carga ligera en la segunda parte. Estuvo a punto de pagarlo caro y firm¨® un resultado excesivamente corto para el da?o que pod¨ªa haber causado a su rival. Los madridistas deber¨¢n seguir purgando por esas canchas de Dios: entrar en los octavos de final de la Liga Europea se toma una empresa dif¨ªcil.
Pero hay que considerar que el partido empez¨® mal para Estudiantes. El Madrid debi¨® agradecerle una de sus t¨ªpicas salidas en falso. El duelo empez¨® fr¨ªo. Y eso era lo que necesitaban los hombres de Miguel Angel Mart¨ªn para sobrellevar sus crisis. Estaba el Madrid para sopitas, para que no le busquen las vueltas en su defensa ni tampoco en el rebote. Tampoco para esfuerzos suplementarios. No est¨¢ de humor; ha perdido hasta el car¨¢cter. Le queda algo de baloncesto de sal¨®n. Sobre todo, naturalmente, a Bodiroga.
El Estudiantes sali¨® relajado. ?Qu¨¦ esperaba? ?Qu¨¦ los madridistas le resolvieran el partido? Su abulia defensiva permiti¨® a Bodiroga entrar en calor, porque esa es una de sus especialidades, jugar (y mucho) los minutos menos comprometidos. La cuesti¨®n fue que el serbio comenz¨® a anotar y abri¨® un boquete en el marcador (17-52 a falta de siete minutos). El partido era malo de solemnidad.
Bast¨® entonces una zona para ir arreglando la situaci¨®n, as¨ª se las gasta el Madrid en estos tiempos. Ant¨²nez se preguntaba qu¨¦ es lo que ten¨ªa que hacer, de sus dudas nacieron otras y al Madrid empez¨® a cambiarle el rostro. Sin otros elementos, el Estudiantes consegu¨ªa llegar al descanso con el partido bajo control (34-41). Lo que hizo pod¨ªa calificarse, en t¨¦rminos coloquiales, como una chapucilla. Pero bastaba.
Bastaba porque el Madrid apareci¨® en la segunda parte sin demasiada convicci¨®n. El Estudiantes encontr¨® a Thompson con la mu?eca caliente y se dio perfecta cuenta de que no hac¨ªa falta mucho m¨¢s para llevarse la victoria. Thompson les puso en situaci¨®n de empate t¨¦cnico (48-51). S¨®lo Thompson.
Pensaron entonces que, dada la situaci¨®n, era suficiente con hacer un poco de ruido para volcar el marcador. Debieron intuirlo: un empuj¨®n m¨¢s y el Madrid se derrite. Fue entonces cuando el Estudiantes no encontr¨® mejor soluci¨®n que entrar a la carga. Se equivoc¨®, aunque saliera airoso de la noche.
La carga estudiantil fue especialmente ca¨®tica, aunque estad¨ªsticamente llegara a anotar en su cuenta un parcial de 11-0, que le coloc¨® definitivamente con el marcador a favor. Puso velocidad, puso algo m¨¢s de defensa, puso todo el empe?o que se le supone en el rebote, pero estuvo a punto de descarrilar. A la carga, perdi¨® la noci¨®n del partido, se olvid¨® de consolidar sus ventajas y termin¨® precipit¨¢ndose en casi todas sus acciones. Tuvo la gran fortuna de que Thompson no lleg¨® a perder, en el camino, su estado de gracia. Y tuvo la fortuna de que enfrente estaba el Madrid de las crisis.
El Estudiantes, en su locura, dio grandes facilidades, pero nadie apareci¨® para sacar provecho ' El mejor ejemplo fue Herreros que vivi¨® el partido m¨¢s desastroso que se le recuerda. Anot¨® un tiro libre en toda la segunda parte, despu¨¦s de haber fallado toda suerte de acciones ofensivas, desde la elemental entrada a canasta. Como quiera que el Estudiantes se hizo fuerte, al menos, en el rebote le bast¨® esa disposici¨®n an¨ªmica (el rebote es muchas veces pura cuesti¨®n de car¨¢cter) para firmar una victoria apurada. El partido estuvo demasiado tiempo en el aire, pero claro, este Madrid no est¨¢ de humor. No est¨¢, para nada.
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