El sexo torcido de Clinton
Monica Lewinsky, Sadam Husein: son los nombres que apasionan hoy en Washington. Lo contaba Peter Jennings (ABC, 7.40, Canal +): mucho m¨¢s inter¨¦s por la chica que por el iraqu¨ª. La chica dice que fue amante del presidente y est¨¢ dispuesta a contarlo al Gran Jurado. Una jovencita que llega al dec¨²bito supino en la Casa Blanca puede estar m¨¢s interesada en contarlo despu¨¦s que en complacerse en el augusto miembro, aun siendo ¨¦ste tan peculiar, con una curvatura tan rara como la que describe Paula Jones, la acosada. El asombro de Washington es que este esc¨¢ndalo de la ciudad pensante no lo comparta el resto del pa¨ªs; y menos a¨²n la ciudad danzante, Nueva York. Cre¨ªan que hab¨ªan acogotado a su individuo y resulta que ¨¦ste renace: le basta con dibujar un cero en un tablero blanco, mostrando el equilibrio presupuestario, para que se olvide su sexualidad y a "todas las mujeres del presidente", dice el Times (de Londres), parodiando un t¨ªtulo famoso que a su vez era par¨¢frasis de Alicia: "todos los hombres del rey", que no podr¨ªan recomponer al huevo Humpty Dumpty si cayese de su muro. Pero Humpty Clinton no cae. El axioma de Diana -todo poderoso tiene derecho a su propio sexo: aunque sea hombre- le est¨¢ protegiendo. Y es que Clinton escribe derecho con el sexo torcido. Y la anulaci¨®n del d¨¦ficit, y el alza de la Bolsa. Le queda el util¨ªsimo caso Sadam. Otro portaaviones llega al Golfo, con miles de marines y con los complejos tubos que pueden destruir Bagdad dejando intacto a Sadam. Nadie piensa en derribarle. El odio judeoamericano al pueblo iraqu¨ª llega al extremo de cortarle los v¨ªveres y las medicinas y de dejar en su puesto al tiranuelo. Quiz¨¢ sea Sadam uno de los hombres del presidente.En este tema Clinton sufre una doble presi¨®n: los americanos estar¨ªan felices de ver brillar el rayo destructor de su Pent¨¢gono sobre los infieles. Es el pa¨ªs que acaba de asesinar a una mujer en un antiquir¨®fano -como llama a la c¨¢mara criminal de la c¨¢rcel de Tejas nuestro Mill¨¢s- y lo har¨ªa a gusto con su espl¨¦ndida tecnolog¨ªa militar contra los indefensos (claro que contra los indefensos: ?a qui¨¦nes se va a matar, si no?). Pero la otra presi¨®n es la de los aliados; la amenaza de guerra mundial de Yeltsin (pobre Yeltsin, ?con qu¨¦ cuenta? ?Con el Ej¨¦rcito ex-Rojo?), la deserci¨®n de los europeos. Ah, pero los aliados no votan. Ni necesitan perdonar el sexo hurgador de Clinton.
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