Arte espa?ol para todos los gustos
Dado el sesgo que viene tomando la participaci¨®n en Arco -y m¨¢s con las dos ¨²ltimas ediciones, dedicadas, la del 97, al mercado latino, y, la actual, al portugu¨¦s-, la feria madrile?a parece delimitar, con ¨¦nfasis creciente, un ¨¢mbito territorial muy claro que en el presente a?o se centra ya, en un 60%, en el ¨¢rea iberoamericana. Dentro de ese mapa, la presencia del arte espa?ol sigue siendo, con diferencia, el elemento dominante, tanto por el hecho de que la mitad de las galer¨ªas participantes pertenezcan a nuestro propio panorama nacional como por la tendencia bastante extendida entre las galer¨ªas for¨¢neas -aunque no, curiosamente, entre las dem¨¢s representantes de ese territorio iberoamericano- a incluir en su oferta nombres significativos de nuestra pl¨¢stica. Por ello, por ratificarse ese protagonismo del mercado espa?ol, que siempre ha tenido en Arco su espacio natural y el acontecimiento principal del calendario ar¨ªstico nacional, resultan m¨¢s inquietantes e inomprensibles algunas iniciativas amagadas por el comit¨¦ organizador amenazando con excluir, con argumentos diversos seg¨²n el caso, a algunos profesionales de reconocida solera.Grata noticia ha sido, por el contrario, el retorno en esta edici¨®n de una gran dama del mercado art¨ªstico espa?ol, Elvira Gonz¨¢lez, alejada de la feria, por propia decisi¨®n, en los ¨²ltimos a?os.
El tono general que caracteriza la presencia del arte espa?ol en este Arco 98 no difiere en excepciones, de lo reiterado en las ¨²ltimas ediciones: a saber, un nivel medio de indudable rigor, calidad y buen hacer, pero, fuera de puntuales excepciones, sin grandes sorpresas ni abundancia de piezas de grueso calibre.
Puesto que no cabe detallar aqu¨ª, por razones de espacio, cuantos elementos de inter¨¦s incluye en este terreno la feria en el presente a?o, me limitar¨¦ a destacar aquellos que, por una raz¨®n u otra, parecen m¨¢s significativos, o simplemente los que me causaron un impacto m¨¢s inmediato en el v¨¦rtigo de un primer encuentro con la feria. De entrada, habremos de referirnos a la presencia de las vanguardias hist¨®ricas, incitada por uno de los innumerables subapartados que se acumulan en esta edici¨®n de Arco.
Y aqu¨ª se imponen, ante todo, stands como el de Grnurzynska, con ese muro de peque?as joyas ideadas por Picasso y el mir¨® del 26; de nuevo Elvira Gonz¨¢lez, que nos recibe con un extraordinario papel de Mir¨®, seguida por piezas notables de Julio Gonz¨¢lez, Mir¨®, Gris o Bores; Claude Bernard por el emocionante dibujo de Gris y una playa de Luis Fern¨¢ndez; la Galerie de France con su colecci¨®n de Julio Gonz¨¢lez y Guillermo de Osma, que, entre otras cosas, re¨²ne telas de ?scar Dom¨ªnguez, un impactante dal¨ª temprano y un papel que Mir¨® dedic¨® a Herbert Read.
Entre los cl¨¢sicos de la segunda mitad del siglo, Eduardo Arroyo cobra un particular protagonismo en esta edici¨®n, que viene a coincidir con su extraordinaria retrospectiva del Reina Sof¨ªa. En la feria encontramos sus telas en Metta, en Carles Tach¨¦, en San Carlo de Mil¨¢n y en Val i 30. En Malborough, un espectacular lienzo hist¨®rico de Antonio L¨®pez se ve acompa?ado por piezas notables de Lucio Mu?oz y Antonio Saura. Otra pintura de este ¨²ltimo se presenta en Thesa Herold, as¨ª como una interesante malla temprana de Manolo Rivera. Y, ya m¨¢s cerca de nuestro tiempo, creo obligado destacar de entrada dos stands monogr¨¢ficos que, para mi gusto, se cuentan entre los impactos m¨¢s rotundos de este a?o. Me refiero al memorable conjunto presentado por Alca¨ªn en Egam -con ese excepcional damero dedicado a la infancia de su c¨ªrculo m¨¢s c¨®mplice-, as¨ª como al exquisito ciclo de naturalezas muertas de Aquerreta en Galer¨ªa Diecis¨¦is.
Otros encuentros que nos re- dimen del agobio de la feria son, desde luego, las obras de Carmen Calvo, Navarro, Lootz, Sinaga y Noguero, de Luis Adelantado, los Palazuelo, P¨¦rez Villalta y Usl¨¦, de Soledad Lorenzo, los alfaro de Metta, los campanos, brotos y graus de Tach¨¦, los cardells del Leonarte, los baquedanos de Estampa, el gordillo de Salvador D¨ªaz, los barbis de Trinta, el lanceta de Magda Bellotti, el matamoro de Masha Prieto-, el curro gonz¨¢lez y el ramirez suasi de Altair, el espectacular urzay panor¨¢mico de Elba Ben¨ªtez, los alvargonz¨¢lez, Herrera y brun de Oliva Arauna, los charris y sucre de My Name's Lolita, un ana laura al¨¢ez de gran tama?o en Juana de Aizpuru, las acuarelas de Nazario y las esculturas de P¨¦rez Villalta en Sen, el delicado machimbarrena, el bados y el ugalde de F¨²cares, los Carlos Franco de Moriarty, los nagel de Antonia Puy¨®, los brossa y grau de Miguel Marcos, los san jos¨¦ y reguera de Mach¨®n, los utray de V¨¦rtice, los dis berl¨ªn de Siboney, as¨ª como los barbadillo y candel de F¨¦lix G¨®mez. Hay, por tanto, en abundancia y para todos los gustos.
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