Quentin Tarantino se endurece al abandonar las blanduras sangrientas
En 1994, el ¨¦xito de Pulp Fiction convirti¨® a Quentin Tarantino en el personaje m¨¢s influyente del joven cine. H¨¢bil guionista de thrillers heterodoxos y sangrientos, fue lo bastante listo para darse cuenta de que ten¨ªa mucho que aprender como director y ha pasado cuatro a?os dejando que otros filmen sus matanzas y pongan en marcha el tarantinismo, mientras ¨¦l se preparaba para dirigir Jackie Brown, un relato duro de Elmore Leonard, donde da la vuelta a su imagen y compone un filme negro poco o nada tarantinista, con momentos interesantes, pero tan mal medido que le sobra media hora.
ENVIADO ESPECIAL, Nadie ha definido mejor que el viejo duro John Wayne en qu¨¦ consiste la dureza, la verdadera, la bella -porque crea libertad y no busca hacernos disfrutar con la crueldad- violencia en el cine. Dijo una vez: "Ser duro no es meter una bala entre ceja y ceja a cuatro chulos que vienen a quitarte la chica. Eso est¨¢ al alcance del actorcito m¨¢s blando. Ser duro es hacer lo que hizo una vez Humphrey Bogart: triturar de un mordisco el trozo de hielo de la copa que acaba de beberse de un trago y arrugar con el ruido de sus muelas a los dos matones que vienen a darle la tabarra".El tarantinismo, blandura que hace estragos en el thriller actual de consumo masivo a uno y otro lado del Atl¨¢ntico, es la introducci¨®n a granel en una pel¨ªcula del sangriento y amorfo recurso del tiro a bocajarro. Si no se apoya en una mirada con empuje y energ¨ªa capaces de atravesar la coraza de un acobardado, el estruendo del disparo de una voladura de sesos o de un destripamiento -blanduras que hoy son epid¨¦micas- se convierten en la pantalla en llamadas al signo, o al gui?o est¨¦tico, del crimen por el crimen.
Y el inteligente vendedor Tarantino, que invent¨® una gram¨¢tica que articula esta fofa exaltaci¨®n de la violencia por la violencia, ahora se apea del carro, deja en manos de los Robert Rodr¨ªguez de tumo su legado, y nos regala con Jackie Brown una pel¨ªcula negra de estirpe libre y noble, en la que s¨®lo suenan -cuando su media es de 400- cuatro disparos, todos ellos resoluciones funcionales de crecimientos dram¨¢ticos previos, y con la v¨ªctima siempre invisible, fuera de campo, en im¨¢genes elegantes y pudorosas, que le honran, pues proceden directamente de los intachables c¨®digos de representaci¨®n -dura, pero no violenta- de la violencia creados por el gran thriller cl¨¢sico.
Por desgracia, Jackie Brown no es una buena pel¨ªcula, aunque merece serlo, porque contiene momentos excelentes, como algunos juegos de an¨¢lisis de sucesos desmenuzados desde varios puntos de vista simult¨¢neos, retrocesos temporales nada rutinarios y aceleraciones de los sucesos muy bien construidas. La novela de Elmore Leonard que se adivina detr¨¢s de las im¨¢genes de Jackie Brown da la impresi¨®n de tener una gran consistencia, pero su reescritura por Tarantino para la pantalla no es digna de quien otras veces ha demostrado ser un guionista -pese a inclinarse en ocasiones a desviarse por las ramas- h¨¢bil y muy elocuente.
Da la impresi¨®n de que el guionista Tarantino se ha sentido presionado por la inseguridad del director Tarantino. Y el director Tarantino, metido aqu¨ª en la aventura de la autoexigencia de estar a la altura de la tradici¨®n de un g¨¦nero glorioso en el cine de su pa¨ªs, obliga al escritor Tarantino a dar tiempo y m¨¢s tiempo in¨²til a las zonas expositivas del relato, que pod¨ªan haber sido mucho m¨¢s ¨¢giles vivas y eficaces si hubieran sido m¨¢s concisas, de forma que, cuando llega la aceleraci¨®n del embrollo en la zona de desenlace, es ya demasiado tarde y la pel¨ªcula se cierra como con unto resentida sin remedio de esta tardanza.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.