Sampedro y el futuro
Sin duda, muchos de quienes de un modo u otro nos relacionamos con Ram¨®n Sampedro en alg¨²n momento sentimos hasta verg¨¹enza de no ser capaces de ofrecerle nuestra ayuda para que saliese de este mundo de los vivos que, como me dec¨ªa en una carta, para ¨¦l se hab¨ªa convertido hac¨ªa 29 a?os en un verdadero infierno.Cuando ha dejado para siempre de pensar aquella cabeza, apoyada en una almohada sobre un lecho en que durante tanto tiempo estuvo tendido su cuerpo incapaz de movimiento, por un lado, muchos de nosotros sentimos que el mundo se haya empobrecido al dejar de disponer de la inteligencia, sensibilidad y humanidad de Ram¨®n Sampedro, pero, por otro, respiramos al saber que ha concluido tanta limitaci¨®n f¨ªsica y tanto sufrimiento mental. Y,como sab¨ªamos que Ram¨®n hab¨ªa puesto el suyo como el mejor ejemplo posible de un justificado deseo de dejar de vivir, lo que ahora lamentar¨ªamos ser¨ªa que, apagado el dram¨¢tico eco de su muerte, se dejase de hablar y de escribir sobre la causa que ¨¦l defendi¨®: la del derecho a morir con dignidad.
Entre otras cosas, en su carta del 8 de mayo de 1995, me dec¨ªa que "la cultura de la muerte es aquella en que el ser humano, despose¨ªdo del derecho a disponer de su vida, es obligado a sobrevivir en circunstancias que se pueden considerar -para el que crea en el infierno- infernales". Y a?ad¨ªa que "la cultura de la muerte es aquella en la que el individuo est¨¢ obligado a sobrevivir en contra de su voluntad porque as¨ª se lo imponen conceptos ¨¦ticos y morales ajenos".
Esperemos que, mejor antes que despu¨¦s, se abra camino en nuestra sociedad la idea de la eutanasia que Ram¨®n Sampedro defend¨ªa. Que, en una sociedad quiz¨¢ menos divina pero m¨¢s humana que la actual, el sufrimiento no sea algo impuesto por la ley a quienes, sin esperanza de alivio, deseen liberarse para siempre de ¨¦l. Que una ley comprensiva y compasiva procure los medios para que la muerte de un ser humano sea siempre digna.-
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