La vuelta de Otto Muehl
Pol¨¦mica en Viena ante una exposici¨®n del 'guru' que fue condenado por abuso de menores
Una vez m¨¢s, un personaje del mundo de las artes alimenta en Austria encendidas pol¨¦micas. El esc¨¢ndalo gira ahora en torno a Otto Muehl, el pintor accionista que ha reaparecido con un protagonismo espectacular despu¨¦s de pasar seis a?os y medio en la c¨¢rcel, condenado por abuso sexual y violaci¨®n de menores. Entre rejas pint¨® una serie de cuadros que ayer se presentaron en una exposici¨®n del Museo de Artes Aplicadas (MAK) de Viena. Seg¨²n Muehl, ¨¦sta es la obra m¨¢s agresiva de su vida.
Centrado en la sexualidad y el tab¨², el artista muestra con la inmediatez de los c¨®mics y de las gr¨¢ficas publicitarias violentas escenas de coito, sodom¨ªa, esperma y excrementos, buscando en estas coordenadas la provocaci¨®n pol¨ªtica. "Para m¨ª, lo m¨¢s importante es el lenguaje directo para transportar contenidos dif¨ªciles de digerir", dice Muehl, y compara el impacto er¨®tico de sus mensajes con los frescos de Miguel ?ngel; sus excentricidades, con la locura de Van Gogh, y su castigo penal, con el que padeci¨® Egon Schiele, sin tener en cuenta que aquel pintor de principios de siglo fue arrestado s¨®lo 24 horas bajo sospechas infundadas de pederastia.
Rudolf Leopold, conocido por su enorme colecci¨®n de Schiele -que actualmente se expone en el Museo Picasso de Barcelona-, es tambi¨¦n el mayor coleccionista de la obra de Muehl. "Su pintura es buena, pero me parece absolutamente rid¨ªculo que se compare con estos otros artistas, muy superiores a ¨¦l".
Otto Muehl fue una de las figuras clave del accionismo austriaco, un movimiento de artistas que en los a?os sesenta y setenta provocaban indignaci¨®n mediante fiestas ofensivas destinadas a desvelar las represiones burguesas. Muehl persigui¨® sus utop¨ªas con perseverancia ortodoxa. Para poner en pr¨¢ctica su concepto ut¨®pico de sociedad libre, fund¨® en 1972 la comuna de Freidrichshof, cerca de la frontera con Hungr¨ªa. M¨¢s adelante, ¨¦l y sus devotos instalaron una filial en la isla canaria de La Gomera. No tard¨® Muehl en convertirse en una especie de guru que ya no s¨®lo promulgaba libertad sexual y rechazaba la relaci¨®n de pareja y la propiedad privada, sino que decretaba sus convicciones con despotismo y no toleraba desertores. Obligaba al sexo en grupo, descartaba el privilegio de enamorarse, los hijos eran separados de sus padres y los menores eran iniciados por adultos en las pr¨¢cticas sexuales. "Comet¨ª varias equivocaciones", dice Muehl despu¨¦s de salir de la c¨¢rcel, "quer¨ªamos evitar a los m¨¢s j¨®venes las desilusiones de las primeras experiencias del amor, pero tras estos anos de reflexi¨®n he llegado a la conclusi¨®n de que cada uno debe dar sus primeros pasos a su manera". Tambi¨¦n se arrepiente del concepto de sociedad sin propiedad privada: "La propiedad es necesaria, de lo contrario no se desarrolla el sentido de la responsabilidad". Estas palabras de Muehl son motivo de soma, porque todos saben que la propiedad com¨²n que ¨¦l exigi¨® en el pasado le est¨¢ perjudicando ahora. Ya no quiere soportar que los ex miembros de la comuna est¨¦n vendiendo como propios 300 cuadros que ¨¦l pint¨® mientras viv¨ªa en la colectividad. El caso est¨¢ en litigio.
Tanto sus seguidores ahora emancipados como los medios de comunicaci¨®n y sectores de la pol¨ªtica critican a Muehl aun despu¨¦s de cumplida su condena, seguramente por la creciente sensibilidad frente a casos de pedofilia. Les disgusta que el antiguo guru no se haya disculpado ante sus ex seguidores. Pero sobre todo les irrita que una cierta ¨¦lite cultural celebre al ex guru de forma privilegiada.
Aunque su arte no es la escritura ni el drama, hace unos d¨ªas el pintor debut¨® en el antro teatral m¨¢s solemne del ¨¢mbito germanohablante: el Burgtheater, por tradici¨®n reservado a los m¨¢ximos exponentes de la historia de la literatura. La suntuosa sala se llen¨® de curiosos que no querian perderse el esc¨¢ndalo de la temporada; s¨®lo unos pocos simpatizaban con el artista y otros pocos fueron para silbarle y exigir "solidaridad con las v¨ªctimas". Hubo actores que, en se?al de protesta, se negaron a participar en el espect¨¢culo, que no fue otra cosa que una autodefensa de Muehl en forma de s¨¢tira.
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