El admirable Cuarteto Borodin
Hace siete a?os se escuch¨® en Madrid por vez primera la serie completa de cuartetos de Dimitri Shostakovich 1906-1975) en versiones apasionantes del Cuarteto Borodin de Mosc¨². Ahora, con el mismo patrocinio de entonces, el emblem¨¢tico grupo, en uni¨®n del cuarteto Shostakovich, del tr¨ªo Rubinstein y destacados virtuosos moscovitas, exponen al p¨²blico del Liceo de C¨¢mara el total de la obra de c¨¢mara del autor de la sinfon¨ªa Leningrado. Hay demasiado ruido en nuestro ambiente musical y excesivas convocatorias, espectaculares, pero siempre hay p¨²blico profundamente mel¨®mano que sigue con fidelidad series tan ejemplares como la dedicada a Shostakovich.Entre la oscuridad y el apriorismo, la figura de Shostakovich sufri¨® en buena parte de Europa no escasas cr¨ªticas negativas e interpretaciones equ¨ªvocas. Como es normal, las cosas han vuelto a su cauce y la verdad se abre camino; hoy hasta quienes practican est¨¦ticas dispares a las del sovi¨¦tico reconocen la importancia de su obra. Bastar¨ªan los 15 cuartetos para arco para situar a un compositor en la historia y para ello resulta excelente y ¨²til apoyo la gu¨ªa de Jos¨¦ Luis P¨¦rez de Arteaga.
Cuarteto Borodin
Liceo de C¨¢mara (Fundaci¨®n Caja Madrid/INAEM). Cuarteto Borodin. Obras de Shostakovich. Auditorio Nacional de M¨²sica. Madrid, 19 de febrero.
Conserva el Cuarteto Borodin un solo miembro fundacional, el admirable violonchelista Valentin Berlinski, mientras el segundo viol¨ªn, Andrei Abramenkov, ingres¨® en 1974 y el viol¨ªn primero y la viola se sumaron al grupo en 1996. En cualquier caso, hemos comprobado nuevamente la fidelidad, hondo entendimiento, brillantez, riqueza de matices din¨¢micos y penetrante expresividad como los que en la jornada del jueves iluminaron los cuartetos 10, 11 y 12 escritos entre 1964 y 1968.
Virtudes permanentes
Dentro de la diversidad de ideas y de su tratamiento, resplandecen en este tr¨ªptico significativo algunas virtudes permanentes del camerista Shostakovich: extremada claridad de l¨ªneas, ausencia de artificio en los desarrollos, afectividad que unas veces brota de un sentimiento sereno y otras circula por las orillas amargas de la melancol¨ªa o dram¨¢ticas de la pesadumbre.En cualquier caso, estamos ante unos pentagramas vivos y de inusitada invenci¨®n personal. Desentra?arlos, tal y como hace el Cuarteto Borodin, supone un viaje a su misma raz¨®n de ser para evidenciar unos mensajes hermosos y convincentes cuando no convulsivos.
El ¨¦xito se reproduce cada d¨ªa y pienso que los organizadores del Liceo de C¨¢mara deber¨ªan revisar, cuando el siglo acaba, su formidable aportaci¨®n a los g¨¦neros de c¨¢mara, desde Debussy y Ravel, hasta Halffier o Scelsi.
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