Dustin Hoffman vuelve a dar vitalidad a otro filme vulgar de Barry Levinson
Robert de Niro, que interviene en tres pel¨ªculas,recibe hoy un homenje
Un magn¨ªfico d¨²o entre Dustin Hoffman (que hace de nuevo un trabajo eminente) y Robert de Niro (al que le basta poner la cara) da vitalidad a Wag the dog, otra pel¨ªcula dirigida de forma tramposa por Barry Levinson, que se limita, con habilidad simuladora de estilo, a filmar de forma elemental un poderoso y c¨¢ustico gui¨®n del gran David Mamet, inspirado en la novela Un h¨¦roe americano, de Larry Beinhart, que anticip¨® los embrollos, mitad de guerra y mitad de alcoba, en que anda metido Bill Clinton. Robert de Niro, oliendo el fil¨®n, compr¨® la novela y produjo un filme de esos que dan el pego, porque parecen m¨¢s de lo que son.
ENVIADOESPECIAL,
Ya es la tercera vez que Dustin Hoffman saca las casta?as del fuego a Barry Levinson, excelente productor, guionista de escasa imaginaci¨®n pero de mucha ma?a y director habilidoso de proyectos llenos de ambici¨®n, que sistem¨¢ticamente rebaja, al resolverlos por la l¨ªnea f¨¢cil y de menor resistencia, simulando un estilo del que carece mediante una puesta en escena de corto alcance, en la que incrusta con olfato para la oportunidad algunos juegos de encadenamientos enf¨¢ticos, destinados a dar, con toquecitos de ampulosidad, la apariencia de que las virtudes de la pel¨ªcula son obra suya, cuando en realidad son calidades ajenas que ¨¦l se apropia.La primera casta?a que Hoffman sac¨® del fuego para provecho de Levinson fue en Rain man en 1988. La segunda ocurri¨® hace dos a?os en Sleepers. Y la tercera casta?a est¨¢ todav¨ªa caliente y se titula Wag the dog, pel¨ªcula que se ve bien gracias a las int¨¦rpretes y que derrocha salidas de magn¨ªfico humor de mala uva gracias al talento subversivo de David Mamet. La pel¨ªcula puede resultar premiada aqu¨ª, pero no gracias a su director, sino a pesar de ¨¦l.
El esquema argumental procede de una novela que probablemente tom¨® de prestado los rumores que desde hace a?os ven¨ªan sonando alrededor de las alcobas clandestinas del presidente Clinton, pero todo indica que Mamet ha metido de rond¨®n, en su traducci¨®n a cine de Un h¨¦roe americano, ecos del reciente caso de Monica Lewinsky, en el que aquellos sordos cuchicheos se han convertido en una farsa vociferante. Y esto va enredado con el minucioso relato de una maniobra de distracci¨®n electoral, puesta en marcha por un fontanero (Robert de Niro) de la Casa Blanca, que contrata los servicios de un productor de Hollywood (Dustin Hoffman) para que urda y ponga en escena, con un show de estrategia televisiva gradual, la divertida impostura de que los servicios de inteligencia estadounidenses han descubierto la existencia de un inminente golpe de mano terrorista contra Estados Unidos por Albania, a la que el gendarme imperial se dispone a dar una inmediata r¨¦plica militar, que es como matar espermatozoides a ca?onazos.
El tremendo disparate, as¨ª orquestado, cunde como un reguero de p¨®lvora por todo el territorio estadounidense y casi no hace falta decir que la endemoniada capacidad para la burla pol¨ªtica de David Mamet y Dustin Hoffman consigue hacer una (siniestra) delicia con las sombras chinescas entrelazadas de las supuestas felaciones de M¨®nica Lewinsky a los misiles de Sadam Husein disfrazado de alban¨¦s. La condici¨®n de met¨¢fora esperp¨¦ntica que hoy d¨ªa est¨¢ adquiriendo la pol¨ªtica en Estados Unidos es tan brutalmente evidente que incluso no pasa inadvertida a la miope lente de la c¨¢mara de Levinson, de modo que la pel¨ªcula se ve fluidamente, con agrado, pero tambi¨¦n con horror, ya que deriva con gracia y contundencia de lo grotesco a lo truculento y apalea como a una alfombra a la amorfa opini¨®n p¨²blica norteamericana, moldeable como un pu?ado de cera en la mano de los prestidigitadores de im¨¢genes televisivas.
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