La pol¨ªtica en el patio de monipodio
Las reacciones suscitadas por la irrupci¨®n de Abc en esta corte de los milagros en la que tantos mercaderes han hecho fortuna alterando el precio de las cosas, han servido al menos para revelar la catadura pol¨ªtica y moral de tanto salvador de la patria como nos hab¨ªa salido en los ¨²ltimos a?os. Es el caso que gentes que se hab¨ªan presentado como adalides de la libertad e intachables servidores de los intereses generales han sido cogidos con el paso cambiado y huyen despavoridos por las esquinas por ver si amaina el temporal y no acaban calados hasta los huesos. Mientras tanto, las maniobras de diversi¨®n emprendidas por los se?alados a la opini¨®n producen sonrojo y verg¨¹enza ajena.As¨ª, por empezar con lo m¨¢s santo, la Iglesia cat¨®lica o, mas exactamente, su Conferencia Episcopal. Debati¨¦ndose en la duda de si debe pedir perd¨®n o m¨¢s bien exigir que otros se lo pidan, y sin encontrar en las Escrituras una luz que alumbre su camino, le saltan a la cara las escenas protagonizadas en la emisora de su propiedad por los periodistas aludidos en la entrevista de Luis Mar¨ªa Anson. No se le ocurre entonces a Jos¨¦ S¨¢nchez m¨¢s que lanzar balones fuera asegurando que eso a la Iglesia no le afecta para nada: estar¨ªa b¨²eno que despu¨¦s de haber luchado tan denodadamente contra la censura, fuera la Iglesia a implantarla en su emisora. Con sus manos limpias de polvo y sangre, el cinismo de que ha hecho gala el portavoz de la, Conferencia Episcopal lo eleva directamente, ya que no a los altares, a la categor¨ªa de gran mercader dispuesto a vender al mejor postor las ondas populares que lleva en el arca: a ¨¦l que le registren; ¨¦l s¨®lo vende a quien m¨¢s le paga.
De los periodistas implicados en las declaraciones, ya ellos mismos se encargan de decir la estima que mutuamente se profesan y no ser¨¢ preciso insistir en la raz¨®n que a todos les asiste. M¨¢s importantes por lo que revelan son las declaraciones del Gobierno y de su partido. Sin desmerecer las del portavoz del PP y de la ministra de Justicia, tan originales al insistir en que la culpa de todo, incluso de que ellos est¨¦n en el Gobierno, la tienen los GAL, la palma se la lleva el presidente que, ante la inc¨®moda pregunta, reitera la cantinela de "no me hagan ustedes perder el tiempo". Con ligeras variantes sobre versiones anteriores, Aznar muestra as¨ª en insuperable s¨ªntesis el aprecio que siente hacia la opini¨®n p¨²blica, como es el caso, tambi¨¦n habitual, de su vicepresidente, que promete hablar cuando llegue el momento, sin caer en la cuenta de que los momentos en las democracias no los determinan s¨®lo los pol¨ªticos, sino la opini¨®n en la que se basa su legitimidad.
Pues, de legitimidad evidentemente se trata, de la que, dan las urnas a condici¨®n de que los contendientes cumplan las reglas del juego. Si los dirigentes del PP no responden a la natural inquietud de los ciudadanos, acabaremo-s pensando que para obtener un objetivo leg¨ªtimo -desalojar a los socialistas del Gobierno- recurrieron en aquella ocasi¨®n a procedimientos ileg¨ªtimos -confabularse con periodistas a riesgo de rozar la estabilidad del Estado, por decirlo con la cuidada expresi¨®n del "traidor" de la banda. Una opini¨®n p¨²blica aut¨®noma e informada es la base de legitimidad en democracia; por eso, la confabulaci¨®n de pol¨ªticos y periodistas arruina no ya la calidad de la democracia, sino la legitimidad misma del Gobierno, que requiere el consenso de todos, incluso de quienes no lo votan pero lo aceptan siempre que no juegue con cartas marcadas.
Pretendieron crear un poder pol¨ªtico-medi¨¢tico con ambiciones monopolistas al precio estipulado por un pu?ado de mercaderes en ese patio de monipodio en el que han convertido la pol¨ªtica madrile?a. Habl¨® uno de los confabulados y es hora de que se expliquen todos los dem¨¢s. Callar es despreciar a la opini¨®n p¨²blica y, en definitiva, socavar las bases del consenso sin el que no es posible un Gobierno leg¨ªtimo.
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