Kofi Annan, el h¨¦roe de Bagdad
Poco despu¨¦s de ser elegido secretario general de la ONU, Kofi Annan le cont¨® a Newsweek una historia de su juventud, insistiendo en que la considera una de las claves de su personalidad. A la luz de su ¨¦xito del pasado fin de semana en Bagdad, la historia merece ser reproducida tal cual la cont¨® Annan."A los 17 a?os", dijo, "aprend¨ª una lecci¨®n que nunca olvidar¨¦. Un d¨ªa, el director del instituto entr¨® en nuestra clase con un inmensa hoja de papel blanco, una hoja de un metro de largo por un metro de ancho, que ten¨ªa un peque?o punto negro en una esquina. El director extendi¨® la hoja ante nuestros ojos y pregunt¨®: 'Muchachos, ?qu¨¦ veis? Todos los alumnos gritamos al un¨ªsono: '?Un punto negro!' ?l movi¨® la cabeza con tristeza y desaprobaci¨®n y dijo: "?Ninguno de vosotros ha sido capaz de ver esta hoja de papel blanco? ?Muchachos, no vay¨¢is por la vida con esa actitud!"
Cuando, en diciembre de 1996, Estados Unidos vet¨® la reelecci¨®n de Butros Butros-Gali y apadrin¨® la candidatura de Kofi Annan a la secretar¨ªa general de la ONU, ni tan siquiera los pa¨ªses m¨¢s heridos por el autoritarismo norteamericano tuvieron reparos que oponer al africano. Annan ten¨ªa dentro de Naciones Unidas una larga y s¨®lida reputaci¨®n de persona honesta y eficaz. Y todo el mundo se?alaba que su eficacia estaba basada en un infatigable optimismo basado en un profundo realismo.
Su ¨¦xito en Bagdad, al arrancarle a Sadam la aceptaci¨®n de las exigencias norteamericanas y lograr as¨ª detener la Operaci¨®n Trueno del Desierto, supone la primera gran revalorizaci¨®n del papel del secretario general y de la propia ONU en mucho tiempo. Annan, nacido en Ghana hace 59 a?os, ha triunfado all¨ª donde fracas¨® el peruano Javier P¨¦rez de Cu¨¦llar al no poder impedir la guerra del Golfo y el egipcio Butros-Gali al mostrarse impotente ante las carnicer¨ªas de Bosnia.
Con astucia que disfraza de candor, Annan sabe poner al servicio de sus objetivos su cualidad de hombre franco pero no agresivo, un hombre que dice lo que piensa con cordialidad y buen humor. Reci¨¦n nombrado, se fue a Washington y le dijo en persona a los taca?os y patrioteros congresistas republicanos Jesse Helins y Newt Gingrich que ¨¦l est¨¢ de acuerdo con EE UU en la necesidad de reducir los costes de personal y gastos de la ONU, pero que, entretanto, la superpotencia debe pagar los 1.300 millones de d¨®lares que debe a la organizaci¨®n.
Unas semanas antes, Annan, cuya manifiesta simpat¨ªa por EE UU no le ciega a la hora de reconocer los defectos de individualismo y arrogancia con los que puede llegar a comportarse la superpotencia, le hab¨ªa dicho a un Warren Christopher al que le quedaban pocos d¨ªas como jefe de la diplomacia norteamericana: "EE UU necesita trabajar m¨¢s estrechamente con los dem¨¢s. En ocasiones, un buen l¨ªder tiene que ser tambi¨¦n un buen colaborador".
Annan considera que su principal capital es su dignidad personal. Advirti¨® que jam¨¢s viajar¨ªa a Bagdad para hacer el rid¨ªculo y les pidi¨® a las partes razonables garant¨ªas de que su misi¨®n tendr¨ªa posibilidades de ¨¦xito. EE UU tan s¨®lo dio luz verde para el viaje despu¨¦s de marcarle muy estrechamente sus l¨ªmites de negociaci¨®n; Rusia y Francia le aseguraron que Sadam estar¨ªa dispuesto a capitular siempre y cuando el m¨¢s alto funcionario de la comunidad internacional fuera a Bagdad. Cuando todo el mundo ve¨ªa el punto negro, Annan comprendi¨® que ten¨ªa delante suyo una gran hoja en blanco.
El primer secretario general salido del ?frica negra es un hombre con buena estrella. Su ¨¦xito en Irak ya hab¨ªa estado precedido por el conseguido antes del comienzo de la guerra del Golfo de 1991, cuando logr¨® la salida de los funcionarios de la ONU que reten¨ªa Sadam. Pero Annan no es un chalanero vendedor de alfombras. Puede decirse que le debe el puesto al hecho de haber sido uno de los pocos altos funcionarios de la ONU que sali¨® del drama de Bosnia sin deshonra, sin haberse buscado excusas para justificar la pasividad frente a la agresi¨®n dejos nacionalistas serbios.
A finales de 1995, en Sarajevo, representando a Butros-Gali en la ceremonia de pase de responsabilidades de la ONU a la OTAN, Annan dijo: "El mundo no puede pretextar que ignoraba lo que estaban sufriendo las gentes de Bosnia. Mirando hacia atr¨¢s, todos deber¨ªamos preguntarnos c¨®mo respondimos a los horrores de los ¨²ltimos cuatro a?os. ?Qu¨¦ hice? ?Pod¨ªa haber hecho algo m¨¢s? ?Dej¨¦ que mis prejuicios o mis miedos se impusieran a mis ideas? Y sobre todo, ?c¨®mo reaccionar¨¦ la pr¨®xima vez?"
Annan naci¨® el 8 de abril de 1938 en Kurnasi, la antigua capital del imperio de los ashanti situada entonces en la colonia brit¨¢nica de Costa de Oro, que terminar¨ªa independiz¨¢ndose con el nombre de Ghana. Su padre, un mercader acomodado y uno de los jefes de la etnia fante, pudo pagarle estudios de ciencia y tecnolog¨ªa en su pa¨ªs y luego enviarle al extranjero, donde consigui¨® un t¨ªtulo de Econ¨®micas en el Colegio Saint-Paul de Minnesota, un t¨ªtulo de diplomacia en el Instituto Universitario de Altos Estudios Internacionales de Ginebra y un t¨ªtulo de gesti¨®n en el Instituto de Tecnolog¨ªa de Massachusetts.
Luego se incorpor¨® a Naciones Unidas, trabajando en puestos administrativos en Addis Abeba, El Cairo y Nueva York. Antes de convertirse en el primer secretario general surgido de la burocracia azul celeste, Annan fue subsecretario general para Operaciones de Mantenimiento de la Paz.
Annan est¨¢ casado en segundas nupcias con Nane Lagergren, una jurista sueca dedicada ahora a la pintura y prima de Raoul Wallenberg, el diplom¨¢tico sueco que salv¨® muchas vidas de jud¨ªos en la Hungr¨ªa ocupada por los nazis antes de ser detenido por las tropas sovi¨¦ticas y desaparecer para siempre.
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