Fin de siglo
No todo tiempo pasado fue mejor, seg¨²n comprueba enseguida el visitante de la exposici¨®n Espa?a, fin de siglo 1898, que la Fundaci¨®n La Caixa patrocina en las salas de exposiciones del Ministerio de Educaci¨®n y Cultura (antiguo MEAC), avenida de Juan de Herrera, 2, Ciudad Universitaria, Madrid.El primer lienzo que avistan nuestros ojos, obra de Marceliano Santa Mar¨ªa, se titula A mejorar la raza y su motivo es desgarrador. Contemplamos en el centro de la composici¨®n una empingorotada familia cuyo cochero, elegant¨ªsimo y deferente, aguarda al pescante de su carruaje. La familia ha descendido a la m¨ªsera aldea para contratar una criada muy especial, el ama de cr¨ªa. Ya la rodean, al parecer atentos, sol¨ªcitos, al pie del carricoche. Est¨¢ a punto de subir, de llev¨¢rsela, presuntamente a la gran ciudad. Ya han puesto en sus brazos el ni?ito rico que habr¨¢ de amamantar, y el rostro de la mujer es un compendio de cortedad, desolaci¨®n, desconcierto. Bajita, tosca (pero sana), mal vestida, discordante entre aquellas damas y caballeros tan fastuosos, ella mira sin verlo al beb¨¦ adobado de encajes y frufr¨²s. Ni aun se atreve a mirar hacia atr¨¢s, all¨¢ donde se vislumbra la humilde casita familiar, y ante ella, como petrificado, su marido, con el cr¨ªo de ambos en brazos. ?Qu¨¦ habr¨¢ de echarse al cuerpo a partir de ahora ese guaje, en medio de la miseria campesina finisecular, si le roban la madre? No est¨¢ nada claro. Lo que s¨ª resulta seguro es que el infante de casa bien tendr¨¢ garantizado el suministro de rica leche humana natural, entera, sin aditivos, conservantes ni colorantes... Vemos m¨¢s amas en Vacunaci¨®n de ni?os, de Vicente Borr¨¢s y Momp¨®. Muchos culitos (palabra que tanto prodiga hoy la publicidad en la tele) y ni una sola madre a la vista en la consulta. Las amas, ya domadas, acicaladas, emperifolladas, se ocupaban tambi¨¦n en estos menesteres tan poco se?oriales.
Por lo que se refiere a la extensa y apasionante secci¨®n fotogr¨¢fica, impresiona sobre todo el retrato de los bandoleros El Pernales y El Ni?o del Arrabal, abatidos por la Guardia Civil -seg¨²n se especificaba al pie, sin m¨¢s- y cuyos cad¨¢veres fueron expuestos a la contemplaci¨®n del morboso populacho como si de alima?as se tratase. Ambos eran bajitos, retacos, y llevan en el rostro no s¨®lo la muerte, sino todo un pret¨¦rito de injusticia y marginaci¨®n. S¨ª, a veces da gusto que "las cosas no sean como antes". Bueno, algunas, pues al lado de las pat¨¦ticas im¨¢genes anteriores se exhibe la de un tal Jos¨¦ Genaro Jim¨¦nez, de profesi¨®n recluso indultado. El feliz reo est¨¢ sentado, y detr¨¢s de ¨¦l, en pie, posa una docenita de curas y militares con expresi¨®n beat¨ªfica. Costumbre que sigue, m¨¢s o menos, creo. Y no nos hagamos muchas ilusiones, porque en el mismo panel se nos cuenta la triste historia de Pedro Outillas, persona intachable (?incluso serv¨ªa en una casa bien del barrio de Salamanca!) hasta que se cruz¨® en su vida una mujer que no correspondi¨® a su amor. Y fue y la mat¨®: por desgracia, al final del siglo XX, el m¨¢s europeo que ha vivido Espa?a en su historia toda, este tipo de crimen ha ido a m¨¢s. "M¨ªa o de la tumba fr¨ªa".
Qu¨¦ l¨ªrico, en cambio, aquel Madrid visto desde la Casa de Campo que nos leg¨® pict¨®ricamente Antonio Gomar y Gomar, y (otra de arena) cu¨¢nto da que pensar el Mapa del caciquismo espa?ol, publicado por Gede¨®n precisamente en 1898. Los retratos de aquellos jerifaltes de anta?o cubren todo el territorio espa?ol, y uno piensa con pena que hoy no cabr¨ªan: el Estado de las autonom¨ªas ha fomentado. la explosi¨®n demogr¨¢fica de tan peculiar especie.
Queda para el final el apartado XI, Guerra y paz. Pol¨ªticos desmelenados (?c¨®mo los de hoy?), honor y sables, soldaditos espa?oles penando y muriendo por los m¨¢s conspicuos mataderos ultramarinos, quiebra moral que a¨²n colea. El general Weyler, en el busto que le hizo Benlliure. Junto a ¨¦l, un maniqu¨ª an¨®nimo (?soldado desconocido?) con uniforme de rayadillo y alpargatas. "?A¨²n hay patria!", aseguraba El Pa¨ªs de 8 de julio de 1898. "Hab¨ªamos" matado muchos yanquis, y ¨¦sa era la patria.
La exposici¨®n, hasta el 29 de marzo. Vale la pena visitarla.
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