Las luchas pol¨ªticas internas del servicio secreto israel¨ª ponen en riesgo su eficacia
?stos ya no son los tiempos en que John Le Carr¨¦ escrib¨ªa La chica del tambor; cuando el Mosad, el club de ¨¦lite del espionaje israel¨ª, persegu¨ªa y destru¨ªa las redes palestinas en Europa. Hoy, el Mosad est¨¢ en guerra civil, y su ¨²ltimo jefe, Danny Yatom, tuvo que dimitir el martes, abandonado por todos, pero especialmente por sus propios agentes que lo consideraban un infiltrado, un traidor y un incompetente.
ENVIADO ESPECIALTodo comenz¨® en septiembre de 1997 en Jordania, cuando una operaci¨®n para asesinar a un dirigente de Ham¨¢s, el movimiento terrorista palestino, se convirti¨® en un incidente diplom¨¢tico con Amm¨¢n. La presunta v¨ªctima sigue viva, e Israel tuvo que liberar al jefe m¨¢ximo del grupo integrista, jeque Yasin, y presentar, de recuelo, sus excusas a Jordania.Sigui¨® la semana pasada en Berna, donde fue detenido otro agente que consigui¨® que le descubrieran con otros cuatro colegas plantando escuchas en casa de un presunto operador iran¨ª, generando otro incidente con la pl¨¢cida Confederaci¨®n Helv¨¦tica. Pero, lo importante es que los suizos hab¨ªan guardado, como un secreto bancario, la noticia del escalo y ¨²nicamente la guerra interna del servicio israel¨ª hizo que saliera esta semana el caos a la superficie.
Danny Yatom, de 53 a?os, hab¨ªa sido nombrado por el jefe de Gobierno laborista Sim¨®n Peres en los ¨²ltimos meses de su mandato, primavera de 1996. En mayo de ese a?o ganaba las elecciones el derechista Benjam¨ªn Netanyahu, actualmente en el poder. Yatom era, por tanto, un laborista, como la gran mayor¨ªa de sus predecesores, pero, sobre todo, un outsider, alguien de fuera de la carrera. Y, al mismo tiempo, el jefe anterior del Mosad, Shabtai Shabit, muy querido de sus subordinados, hab¨ªa dejado el cargo, pero sin irse del todo; tras ¨¦l hab¨ªa quedado una red de colaboradores que le a?oraba y, en especial, que aborrec¨ªa al reci¨¦n llegado.
Reci¨¦n llegado
Ese reci¨¦n llegado, para m¨¢s inri, cometi¨® nada m¨¢s nombrado la m¨¢xima imprudencia; arroj¨® a la vindicta p¨²blica a un agente, Yehuda Guil, de alguna edad ya y temeroso de que fueran a prescindir de sus servicios, que se hab¨ªa dedicado en los ¨²ltimos a?os a fabricar informes sensacionales, pero totalmente ficticios, como otro personaje de Graham Greene, s¨®lo que en La Habana.Yatom, en vez de entregar al culpable, del que toda la comunidad pol¨ªtica de Jerusal¨¦n conoc¨ªa la debilidad por la fabulaci¨®n, a los servicios internos del Mosad, prefiri¨® expulsarlo a casi bombo y bastante platillo. El escenario ten¨ªa ya todos los elementos de un drama de envidia, celos y traici¨®n. S¨®lo faltaba Yago. La Vieja Guardia se puso entonces en acci¨®n para filtrar a la Prensa israel¨ª lo que estaba pasando.
Hoy, el lugar com¨²n es que el Mosad ya no es lo que era, que si Le Carr¨¦ escribiera ahora su hagiogr¨¢fica novela har¨ªa el rid¨ªculo, pero el director de Haaretz (El Pa¨ªs, en hebreo), Hannoch Marmari, dice que no es para tanto, que el Mosad nunca fue infalible, y que no hay, en la realidad, tanto erosi¨®n de su prestigio, como descubrimiento. En la era de Internet lo que pasa es que todo se sabe.
Volatilidad extrema
La sociedad israel¨ª ha cambiado mucho en los ¨²ltimos 10 a?os con la llegada de 900.000 inmigrantes de la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica. La nueva levadura, cocida en Rusia, es de una volatilidad extrema, los rusos votaron derecha en 1996, pero no son conservadores; de momento sostienen a Netanyahu, pero eso es as¨ª porque se opon¨ªan al Gobierno laborista que no se ocup¨® suficientemente de ellos; y ma?ana pueden votar contra el Likud, o dividir el sufragio hasta cancelarse unos con otros.Ese fen¨®meno ha sido asimilado por la prensa que cada vez se somete menos a la censura previa, en la pr¨¢ctica voluntaria, que ejerce el Ministerio de Defensa sobre aquellos temas considerados de seguridad nacional. Internet y la heterogeneidad creciente del electorado israel¨ª han hecho saltar por los aires una gran parte de la autocensura de los medios de comunicaci¨®n. Y del Mosad. Hace unos a?os no hubiera habido filtraci¨®n porque ning¨²n peri¨®dico la habr¨ªa recogido. Hoy, Yatom se ha visto forzado a dimitir por todo ello y porque, como laborista que era, no le quer¨ªa nada el primer ministro, que tom¨® nota de su renuncia sin una palabra de consuelo o reconocimiento.
La desmoralizaci¨®n del Mosad es hoy segura, su infalibilidad, un mito, la rebati?a interior, una certeza. Pero es que ni los servicios m¨¢s secretos pueden nada ya contra la era de la informaci¨®n. El p¨²blico israel¨ª es el que sale ganando con ello.
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