Sobre el problema independentista vasco
Que el independentismo criminal vasco constituye el ¨²ltimo obst¨¢culo a la consolidaci¨®n democr¨¢tica en Espa?a es cosa sabida. Que el problema independentista vasco es un "problema espa?ol", tambi¨¦n. No merecer¨ªa la pena recordarlo de no ser porque detr¨¢s de todo debate terminol¨®gico en Euskadi hay siempre cuestiones de vida o muerte. Por ejemplo, quienes afirman que la "violencia etarra", o sea, los asesinatos, es un "problema vasco" quieren decir que los dem¨¢s espa?oles nos limitemos a poner los muertos pero no opinemos sobre c¨®mo evitar la carnicer¨ªa, c¨®mo castigar a los carniceros o c¨®mo ¨¦stos deban cumplir sus penas. Personalmente me remito al t¨ªtulo de este art¨ªculo para no caer tampoco en la trampa de los independentistas, seg¨²n los cuales los espa?oles s¨®lo vemos en Euskadi el "problema vasco" y no lo que es: una naci¨®n sojuzgada militarmente por otra.Esta idea pertenece al campo de la psicopatolog¨ªa colectiva, lo cual es tranquilizador para el resto de Espa?a, pero no ayuda mucho. Entre los independentistas, los pistoleros y sus amigos se da de todo, desde gente que vive muy bien del gatillo hasta narcisistas compulsivos, pasando por fan¨¢ticos y gente normal, aunque (a mi juicio) equivocada.
Lo que hay es un problema tan complejo y enconado que muchas veces se dice que las palabras ya no sirven para nada. Pues estamos apa?ados porque, si las palabras no sirven, s¨®lo quedan las pistolas, cosa que ninguna colectividad civilizada puede permitirse si quiere mantenerse por encima de la l¨ªnea hobbesiana de supervivencia. Las palabras deben servir. Pero es preciso ser prudentes porque, en una situaci¨®n tan compleja, a veces las palabras sirven para lo contrario de lo que debieran. Por ejemplo: luego de cada barbaridad de la ETA, los partidos pasan una temporada hablando de la necesaria "unidad de las fuerzas democr¨¢ticas"; palabras vac¨ªas que s¨®lo muestran las contradicciones entre organizaciones que tienen puntos de vista (y, lo que es peor, intereses electorales) contrapuestos. Es de esperar que, a ra¨ªz del ¨²ltimo doble crimen de Sevilla, el PP sepulte su disparatada idea de contratar privadamente la seguridad de sus concejales en Euskadi y que, de ahora en adelante, se acuerde de la famosa "unidad", etc¨¦tera, antes de hacer propuestas semejantes.
Las palabras en el Pa¨ªs Vasco presentan otro peligro, al que podr¨ªamos llamar el "factor deslizante". Siempre que alguien pretende opinar con su mejor voluntad sobre el asunto, se levanta un coro de jerem¨ªadas en el nacionalismo moderado que se siente agraviado y se rasga las vestiduras porque se "zumba" al nacionalismo o se duda de su integridad democr¨¢tica, lo que es otra forma de mandar callar. Ciertamente, si es posible responder a los razonamientos con lamentaciones, hablar sirve de poco. Espero, sin embargo, que este exordio sirva para que no se me tilde de zumbador" de nacionalistas, y quepa seguir razonando.
Al PNV le saca de quicio que se le acuse de ambig¨¹edad. Sin embargo, es ¨¦ste un t¨¦rmino caritativo, y la prueba es que fue empleado por el arzobispo de Sevilla en las exequias del matrimonio Jim¨¦nez-Becerril. Lo emple¨® sin referirlo a nadie, sin responsabilizar a nadie. Pero nadie tampoco ignora que los destinatarios eran el PNV y la jerarqu¨ªa vasca. O sea, que el problema independentista vasco es tan complejo y grave que puede conducir a un enfrentamiento en la Iglesia cat¨®lica.
No se irriten los nacionalistas moderados; no se sientan agraviados ni insultados cuando se dice que el t¨¦rmino "ambig¨¹edad" es caritativo. La finalidad de este art¨ªculo. es probar que la soluci¨®n del problema terrorista depende,. en buena medida, de que el PNV y EA (hasta la fecha, beneficiada de cierta penumbra en la atenci¨®n p¨²blica) cambien de actitud. S¨®lo hay dos modos de explicar este embrollo de forma que el concepto de racionalidad aparezca en la explicaci¨®n, aunque sea para negarlo. Seg¨²n el primero, y m¨¢s corriente, la acci¨®n criminal. de la ETA es irracional por cuanto jam¨¢s el Pa¨ªs Vasco ha, tenido mayor autogobierno. Es una opini¨®n digna pero irrelevante por cuanto lo que los terroristas propugnan no es el "autogobierno", sino la independencia. Cuando se invoca la liberaci¨®n de la patria, no hay consideraci¨®n racional o moral que valga., lo que tampoco es tan dif¨ªcil- de entender. ?No est¨¢ nuestra educaci¨®n basada en el dicho de que Salus republicae suprema lex est? Un ejemplo: el debate sobre si debe o no dialogarse con la ETA y c¨®mo-. Un debate est¨¦ril: no se puede porque no hay nada que dialogar, ya que lo que la ETA pretende es que Espa?a "d¨¦" la independencia al Pa¨ªs Vasco ("d¨¦" puede significar cualquier cosa, desde "otorgue" hasta "imponga''), lo cual es imposible por cuanto tal competencia no es de Espa?a, sino del propio Pa¨ªs Vasco y de sus instituciones. Para salir de dudas, nada mejor que el PNV y EA propongan de una vez la v¨ªa referendaria en su Parlamento, a ver qu¨¦ resultado da. O sea, en efecto, que el "problema vasco" es vasco y Espa?a pone los muertos. Por eso, con todos los respetos, muchos espa?oles pensamos que, para la cuesti¨®n independentista, basta con que unos vascos dialoguen con otros, si son capaces, y para todo lo dem¨¢s, con quien tiene que dialogar ETA no es con el Gobierno espa?ol, sino con la Asociaci¨®n de V¨ªctimas del Terrorismo.
Segunda hip¨®tesis del an¨¢lisis racional. La plantear¨¦ con claridad: en mi opini¨®n, el comienzo del fin del terrorismo en Euskadi se dar¨¢ cuando el PNV, EA y la Iglesia cat¨®lica vasca abandonen la ambig¨¹edad. Matizo: no estoy diciendo que el nacionalismo moderado o la Iglesia tengan responsabilidad alguna directa o indirecta en los cr¨ªmenes de la ETA. No tengo duda de que los nacionalistas moderados, Arzalluz, Ardanza, Garaikoetxea, Anasagasti, etc¨¦tera, son personas de bien a quienes horrorizan los cr¨ªmenes de la ETA tanto como a nosotros; incluso m¨¢s, si cabe, pues se cometen en nombre de algo m¨¢s pr¨®ximo a ellos que a m¨ª, por ejemplo. Tampoco sugiero que no hagan cuanto pueden por combatir esa verg¨¹enza y esa inmoralidad por todos los medios. El problema es que, por razones objetivas, independientes de la voluntad de cada uno de ellos e, incluso, de la colectiva de sus partidos, la ambig¨¹edad permanece con efectos destructivos. Y no porque, como bien se sabe, la fractura de la sociedad vasca pase por medio de las familias mismas, sino porque, por motivos conocidos, que no podemos analizar aqu¨ª por falta de espacio, pero se pueden resumir en las consecuencias de los trade offs (intercambios) tradicionales del juego PNV-EA-HB-ETA en la sociedad vasca, en la competencia por el monopolio del "aut¨¦ntico nacionalismo" y, por lo tanto, del electorado, la ambig¨¹edad es el resultado fatal, perverso, de una situaci¨®n cuya racionalidad impulsa a la irracionalidad. Dicho claramente: el comienzo del fin del terrorismo llegar¨¢ el d¨ªa en que el nacionalismo moderado suprima no su involuntaria, forzosa y quiz¨¢ s¨®lo percibida ambig¨¹edad frente a la ETA, sino su voluntaria, libre y manifiesta ambig¨¹edad frente a la idea de Espa?a. Cada vez que un hombre del PNV dice no sentirse espa?ol o habla del "Estado espa?ol", da alas a quienes presentan a ese Estado espa?ol como un invasor militar al que hay que combatir con sus armas.
La cuesti¨®n es: ?puede dar ese paso el nacionalismo vasco sin desnaturalizarse? Como nacionalismo a secas, puede. Pujol dice ser espa?ol y entender a Catalu?a dentro de Espa?a sin que nadie dude de la hondura de su nacionalismo. ?Por qu¨¦ no es capaz de hacer lo mismo el PNV? La respuesta que viene enseguida a la cabeza es porque el PNV tiene a su. vera una organizaci¨®n como EA, y CiU, no. Bueno, y ?por qu¨¦ no puede hacer eso mismo EA? Porque tiene a su vera a HB. ?Y HB? La ETA. Mientras exista esta oscilaci¨®n entre los dos extremos del nacionalismo vasco, seguir¨¢ la locura asesina en Euskadi y fuera de Euskadi. La ¨²nica forma real de acabar con ella es que el PNV y EA reconozcan a Espa?a. No hay otra. El nacionalismo moderado ver¨¢ si le trae cuenta o no. Pero ¨¦sa es la verdadera y ¨²nica "soluci¨®n pol¨ªtica".
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