La forjade un estilo
Natalia Gutman es una de los nombres se?eros del vIolonchelo actual y as¨ª lo comprendi¨® un p¨²blico que llen¨® por dos veces la sala de c¨¢mara del Auditorio para o¨ªrle la integral de las Suites de Bach. La utilizaci¨®n de un arco barroco fue el primer elemento sorprendente de su desconcertante interpretaci¨®n. Modificando constantemente el lugar de su empu?adura (aunque siempre lejos de la nuez) y buscando un punto de contacto con la cuerda cercano al diapas¨®n y no al puente, Gutman parece propiciar un acercamiento a lecturas historicistas. Su lectura, no obstante, apenas guard¨® puntos en com¨²n ni con la de Rostropovich -su principal maestro- ni con la de Bylsma, el primer abanderado en la recuperaci¨®n de sonoridades originales para estas obras. Con un sentido del tempo de gran laxitud y una concepci¨®n r¨ªtmica en extremo voluble, cuando no vol¨¢til (como en la Giga de la Suite n¨²mero 3 o el primer Minueto de la n¨²mero 2), la m¨²sica persegu¨ªa, en muchos casos sin ¨¦xito, asentarse sobre los s¨®lidos cimientos que la sustentan.
Liceo de C¨¢mara
Natalia Gutrnan (violonchelo). Obras de Bach. Auditorio Nacional. Madrid, 27 y 28 de febrero.
En un intento quiz¨¢s innecesario de depurar una m¨²sica ya de por s¨ª esencial, Gutman alumbr¨® un Bach sumido en un equilibrio casi siempre inestable, obligado a bascular con dificultad entre puntos de apoyo asim¨¦tricos. As¨ª, las danzas llegaban en muchos casos desnaturalizadas de su condici¨®n intr¨ªnseca y pasajes o figuraciones id¨¦nticos conoc¨ªan traducciones casi enfrentadas. Y una m¨²sica tan pura y tan carente de artificios como ¨¦sta no puede dejar de resentirse de tales incongruencias. Finales abruptos y no siempre bien preparados, articulaci¨®n confusa, l¨ªneas polif¨®nicas aristadas: todo ello se tradujo aqu¨ª en un Bach invertebrado, dificil de aprehender y de una m¨¢s que problem¨¢tica comunicatividad. Gutman est¨¢ inmersa en el hallazgo de lo que se adivina como una nueva v¨ªa personal para desentra?ar los secretos de estas obras. Y el mayor m¨¦rito de su lectura radica precisamente en lo que tiene de apuesta personal y en los riesgos que entra?a su realizaci¨®n.
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