El nuevo socialismo
Sostiene Fernando Flores (Progresistas y emprendedores, EL PAIS, 19 enero) que la izquierda debe dejar de oponerse a los empresarios que se enriquecen competitivamente en el mercado. Flores as¨ª, aboga por un socialismo nuevo que en realidad recoge viejas banderas liberales. Desde Adam Smith en adelante, efectivamente, el liberalismo ha distinguido siempre entre los empresarios competitivos y quienes pretenden obtener su beneficio obstaculizando la competencia con favores y privilegios arrancados al poder pol¨ªtico.Las propuestas econ¨®micas de la izquierda oscilan habitualmente entre la demagogia y la ignorancia, digamos, entre pedir que paguen m¨¢s impuestos "los ricos" y proponer el reparto del trabajo para resolver el paro. En un contexto tan deprimente, el art¨ªculo de Flores es un muy bienvenido soplo de aire fresco.
(Aqu¨ª, entre par¨¦ntesis, y ahora que estamos solos, d¨¦jeme que le cuente un cotilleo. Imagino que esto producir¨¢ una profunda congoja entre sus enemigos, pero s¨¦ de buena tinta que quien anima este brillante y audaz giro doctrinal del socialismo y quien avala a Fernando Flores no es otro que Felipe Gonz¨¢lez).
Las credenciales izquierdistas del se?or Flores son impecables: fue un ministro de Econom¨ªa en Chile bajo la presidencia de Salvador Allende. Defiende, a pesar de ello -bueno, quiz¨¢ a causa de ello-, al mercado y al empresario competitivo, y destaca su papel de innovador cultural y tecnol¨®gico, creador de empleo y riqueza. Critica a la izquierda por haberse aproximado a la cultura y no a la empresa, y advierte que el ¨¦nfasis socialista en la intervenci¨®n de los mercados, es decir, en el mundo de los emprendedores, "arroja a los empresarios en brazos de la derecha". En un marco de globalizaci¨®n donde cada vez m¨¢s proliferan los peque?os empresarios (y todos los empresarios empiezan siendo peque?os), esa actitud de la izquierda equivale a una onerosa -hipoteca pol¨ªtica y electoral.
Digo yo: ol¨¦, ol¨¦. Dir¨¢ usted: vale, pero ?c¨®mo puede venderse esta idea y al mismo tiempo-el socialismo? La respuesta de Fernando Flores es afirmar categ¨®ricamente su defensa del Estado de bienestar y la justicia social. Cabe objetar que esas banderas no son exclusivamente socialistas, sino comunes a todas las formaciones pol¨ªticas y forman parte del corpus doctrinal del grueso de la poblaci¨®n. Pero eso es justo lo que el socialismo necesita: volver a ocupar el centro pol¨ªtico, ¨²nico lugar desde donde se puede aspirar a ganar las elecciones. Para ese objetivo estrat¨¦gico la idea de Fernando Flores reviste una importancia crucial.
Puede argumentarse tambi¨¦n que el socialismo tuvo en su nacimiento amplios componentes liberales, que ahora podr¨ªa rescatar, y que hay ejemplos recientes de partidos pol¨ªticos socialdem¨®cratas que han acometido reformas liberalizadoras o que al menos no son abiertamente hostiles al mundo empresarial. Pi¨¦nsese, por ejemplo, en los laboristas ingleses o -un tesoro para liberales-neozelandeses.
Ahora bien, con todo, la izquierda afronta enormes dificultades para concretar este mensaje. En primer lugar, la propia propuesta de Flores de favorecer a los empresarios y simult¨¢neamente mantener el welfare state es evidentemente contradictoria. Quiero decir, los empresarios est¨¢n acosados por impuestos y cargas sociales, que no van a reducirse mientras el Estado de bienestar no cambie profundamente, y no podr¨¢ cambiar sin un cuestionamiento ideol¨®gico que el socialismo no parece dispuesto a iniciar. Naturalmente, la respuesta a esta objeci¨®n es: la derecha tampoco, con lo cual est¨¢n ambos bandos a la par.
Pero la verdadera dificultad de los socialistas, que se me antoja insuperable a corto plazo, es que la derecha se les ha adelantado y les ha arrebatado la bandera de la libertad econ¨®mica. No soy ingenuo y s¨¦ que no hay que ser un lince para percibir que nuestra derecha ha sido tan intervencionista como nuestra izquierda, o m¨¢s, y que a la hora de la verdad sus recelos ante la libertad de los mercados pueden ser abrumadores. Pero de hecho hoy se han adelantado a esgrimir ese estandarte. Y si el escenario es el que conjetura Fernando Flores, y yo creo que lo es, entonces la ventaja de la derecha no ha hecho m¨¢s que empezar.
La mejor prueba de dicho adelantamiento es la cuesti¨®n de los impuestos. Con todos los remilgos y contradicciones que se quiera, en este pa¨ªs el que primero prometi¨® bajar los impuestos fue Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. Otra cosa es que lo cumpla; como he dicho antes, no creo que el mantenimiento del welfare state permita una reducci¨®n apreciable de la presi¨®n fiscal. Pero eso afecta a todos los partidos por igual y en tales condiciones la ventaja sigue siendo para el PP.
Claro est¨¢, es una ventaja de partida, que el PP f¨¢cilmente perder¨¢ si no es capaz de transmitir a la opini¨®n p¨²blica el mensaje de que los beneficios de la sociedad del bienestar pueden aumentar si se reduce el Estado de bienestar; ese mensaje es la ¨²nica forma de romper el poderoso argumento intervencionista seg¨²n el cual toda reducci¨®n impositiva equivale a expandir la cuota de desprotecci¨®n social. Si el PP no lo transmite con eficacia, no podr¨¢ bajar los impuestos y dejar¨¢ abierto as¨ª un flanco para el nuevo socialismo de Fernando Flores (y Felipe Gonz¨¢lez). Los socialistas tomar¨¢n entonces la iniciativa y ser¨¢n ellos los que deber¨¢n lidiar con la insoluble contradicci¨®n que encierra la idea de disminuir los impuestos sin hacer lo propio con el Estado.
Hoy por hoy, v¨¦ase lo poco que encaja la propuesta de Flores de un nuevo socialismo con la realidad espa?ola, y a la vez lo acertado de sus temores electorales. Aqu¨ª el debate est¨¢ planteado de esta forma: Aznar anuncia que rebajar¨¢ los impuestos, y Almunia protesta indignado. ?Tiene usted alguna duda sobre qui¨¦n va a ganar las pr¨®ximas elecciones?
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