Viaje a las tinieblas
La sentencia dictada el pasado jueves por la Audiencia Provincial de Madrid, que conden¨® a Luis Rold¨¢n a 28 a?os de prisi¨®n por estafa, cohecho, malversaci¨®n y fraude fiscal, relata las singulares haza?as del p¨ªcaro que utiliz¨® el cargo de director general de la Guardia Civil como palanca para redondear una fortuna no inferior a los 1.700 millones de pesetas. La inventiva y la laboriosidad desplegadas en la tarea por este truh¨¢n -candidato a ministro del Interior tras la dimisi¨®n de Corcuera en 1993- hubiesen merecido objetivos m¨¢s altruistas. En cualquier caso, los industriosos planes de Rold¨¢n echaron mano de todos los procedimientos a su alcance para desviar recursos ajenos p¨²blicos y privados hacia sus bolsillos.Por lo pronto, Rold¨¢n se incaut¨® de centenares de millones de pesetas de fondos presupuestarios que le hab¨ªan sido confiados como gastos reservados para la lucha antiterrorista. Adem¨¢s, el ex director de la Guardia Civil oblig¨® a varias empresas constructoras a pagarle bajo cuerda sumas millonarias a cambio de la adjudicaci¨®n de contratas de obras p¨²blicas. No satisfecho con esas extorsiones, Rold¨¢n vendi¨® un inexistente servicio de contravigilancia -al margen de la protecci¨®n dada por las Fuerzas de Seguridad- a dos compa?¨ªas concesionarlas de la autov¨ªa de Leizar¨¢n amenazadas por ETA. Si bien el fraude fiscal era la consecuencia inevitable de esos ingresos en dinero negro, Rold¨¢n llev¨® el recochineo hasta l¨ªmites inveros¨ªmiles: entre 1989 y 1991 consigui¨® que Hacienda le devolviera nueve millones en la liquidaci¨®n del impuesto sobre la renta.
Adem¨¢s de la biograf¨ªa de un granuja, el caso Rold¨¢n es -tambi¨¦n -y quiz¨¢s sobre todo- un viaje a las tinieblas del poder incontrolado. Los socialistas se han revestido de buena conciencia al descargar toneladas de c¨®lera b¨ªblica sobre quien traicion¨® su confianza y ridiculiz¨® los cien a?os de honradez del PSOE. Las doloridas reflexiones sobre el pecado original y la fragilidad de la condici¨®n humana sirven tal vez para dar cuenta del comportamiento de Rold¨¢n. En un Estado democr¨¢tico de Derecho las explicaciones moralizantes no exoneran, sin embargo, de sus graves responsabilidades pol¨ªticas a quienes le designaron delegado del Gobierno en Navarra -en 1983- y director general de la Guardia Civil -en 1986- sin comprobar previamente sus ficticias credenciales como economista e ingeniero industrial; incurrieron despu¨¦s en negligencia culposa al no vigilar una actuaci¨®n marcada por los espectaculares rastros de su enriquecimiento il¨ªcito; y tardaron varios meses en aceptar las clamorosas evidencias sobre su conducta delictiva puestas a disposici¨®n de todo el mundo por las investigaciones period¨ªsticas de Jos¨¦ Mar¨ªa Irujo.
La condena de Rold¨¢n por malversaci¨®n de caudales p¨²blicos concede mayor fuerza y verosimilitud a la hip¨®tesis seg¨²n la cual los gastos reservados fueron utilizados ilegalmente para pagar sobresueldos a los altos cargos del Ministerio del Interior, incluida una indemnizaci¨®n de 125 millones para el momento de su cese. Si Rold¨¢n desarroll¨® durante sus siete a?os de mandato -como dice la sentencia- "una incesante actividad delictiva amparado en su cargo p¨²blico con la finalidad de enriquecerse ilimitadamente", ese esperpento se represent¨® ante las mismas narices de Barrionuevo (ministro del Interior entre 1982 y 1988), Corcuera (ministro del Interior desde 1988 a 1993) y Vera (subsecretario y secretario de Estado de Interior entre 1982 y 1994). Felipe Gonz¨¢lez ha reprochado a Jaime Mayor Oreja que no se deje aconsejar por quienes de verdad saben sobre terrorismo: en esa lista de maestros voluntarios no deber¨ªan figurar, en todo caso, esos antiguos responsables pol¨ªticos de Interior, incapaces de sospechar siquiera que el director general de la Guardia Civil hab¨ªa montado en su despacho entre 1986 y 1993 un pr¨®spero chiringuito dedicado a recaudar dinero contante y sonante a costa de la sangre y el dolor de las v¨ªctimas de ETA.
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