El Gobierno se enfrenta con el PNV por la presencia auton¨®mica en la Uni¨®n Europea

El Gobierno y sus socios nacionalistas se enfrentar¨¢n hoy en el Congreso por el papel de las comunidades en la Uni¨®n Europea (UE). Una moci¨®n de Eusko Alkartasuna (EA) y una proposici¨®n no de ley del PNV reclaman la presencia directa de las autonom¨ªas en la instituci¨®n comunitaria clave, el Consejo de Ministros. Las experiencias federales existentes, la alemana y la belga, no son conflictivas, pero pecan de rigidez y debilidad negociadora. EA propone que el Gobierno adopte en seis meses una f¨®rmula para dar entrada en la delegaci¨®n espa?ola en el Consejo de la UE a un representante auton¨®mico.

La proposici¨®n no de ley del PNV, anterior y m¨¢s elaborada, persigue lo mismo. Recuerda que los l?nder alemanes y las regiones belgas forman parte de su delegaci¨®n federal en Bruselas, e incluso la encabezan, y que el Parlamento Europeo as¨ª lo aconseja. Y pide que en Espa?a se haga lo mismo en casi todos los Consejos sectoriales y "cuando se debatan asuntos que afecten a las competencias auton¨®micas" en los Consejos estrella, el de Asuntos Generales (Exteriores) y Ecofin (Econom¨ªa y Hacienda). El representante auton¨®mico "sostendr¨¢ en todo caso la posici¨®n" de la delegaci¨®n estatal y "se atendr¨¢ a las instrucciones" de su responsable, propone.El ministro de Exteriores, Abel Matutes, se ha definido en contra de la idea porque considera que la actual participaci¨®n auton¨®mica en la UE ya es eficaz y teme que la delegaci¨®n espa?ola se convierta en "un patio de enfrentamientos entre intereses [auton¨®micos] contrapuestos". El Gobierno espera que el PSOE siga su senda, aunque ¨¦ste dio su luz verde inicial a la proposici¨®n de EA, al igual que CiU e IU.

Pocos precedentes

La proposici¨®n no de ley plantea un paso de enorme alcance respecto de la actual participaci¨®n auton¨®mica que s¨®lo una minor¨ªa de pa¨ªses, con estructura federal, ha emprendido: la presencia regional en Consejo, la instituci¨®n colegisladora y ¨²ltima instancia decisoria de la Uni¨®n. Los casos emblem¨¢ticos son Alemania y B¨¦lgica, pero tambi¨¦n Austria, Portugal (para Azores y Madeira) y el Reino Unido (para Escocia) integran en ocasiones a un representante auton¨®mico en su delegaci¨®n estatal.En ambos casos el envite ha exigido un profundo desarrollo legal, incluso una reforma constitucional en B¨¦lgica. El Tratado de Maastriclit es en principio prudente, al establecer en su art¨ªculo 146 que el Consejo est¨¢ compuesto "por un representante de cada Estado miembro" con "rango ministerial" y facultades para "comprometer al Gobierno de cada Estado miembro". Pero le pueden acompa?ar otros o atribuirse la jefatura de la delegaci¨®n al representante auton¨®mico.

La eficacia belga deja mucho que desear. Los representantes regionales participan en muchos Consejos bajo la bandera del Estado, pero cuelgan su legitimidad de los Parlamentos aut¨®nomos y del federal. Juegan dentro de la incertidumbre, pues las instrucciones parlamentarias pueden llegar a tardar hasta dos a?os.

El modelo alem¨¢n es m¨¢s ordenado. Los l?nder participan directamente en los Consejos de la UE que tratan materias de sus competencias: polic¨ªa, cultura, educaci¨®n, sanidad, r¨¦gimen local. A diferencia de Espa?a, ¨¦stas est¨¢n claramente regladas en la Constituci¨®n, sin zonas grises suscept¨ªbles de superposici¨®n. Pero, como Maastricht obliga a que el miembro del Consejo sea un representante del Estado, capaz de comprometerle, suele ser un l?nder quien hace de Estado: representa y obliga a todos sus colegas, lleva la bandera alemana.

El problema es ponerse de acuerdo en qui¨¦n debe ser, y a qui¨¦n rinde cuentas. La trasposici¨®n de este esquema al caso espa?ol provoca el recelo de la Administraci¨®n central, puesto que ya fue imposible en 1996 elegir a un representante de una comunidad aut¨®noma como delegada de todas para encarnar la figura del agregado permanente", y al final el Ministerio de Asuntos Exteriores tuvo que ser quien hiciera la propuesta, aceptada por todas.

El segundo problema es la legitimidad. En Alemania estas cuestiones se dirimen en el Senado (Bundesrat), que act¨²a como verdadera C¨¢mara auton¨®mica, lo que no sucede a¨²n en Espa?a, estableciendo las posiciones que se llevan a Bruselas. El problema pol¨ªtico-democr¨¢tico queda as¨ª resuelto. Pero permanece el de la eficacia negociadora. En los Consejos a los que Alemania acude representada por los l?nder su posici¨®n suele ser m¨¢s r¨ªgida, pues sus negociadores carecen de margen de maniobra, especialmente en las cuestiones planteadas sobre la marcha.

Discrepancias profundas

El Gobierno espa?ol apunta otro problema al imitar el modelo alem¨¢n. Se trata de que las divergencias entre los intereses de cada autonom¨ªa "son m¨¢s amplias que entre los I?nder, se trate de la leche, del aceite o los fondos estructurales". Adem¨¢s, las negociaciones en la UE suelen ser largas, no deben someterse a intereses de corto plazo so pena de debilitar la posici¨®n negociadora" y alguien debe al final "realizar el arbitraje entre intereses distintos", para alcanzar una posici¨®n negociadora coherente, subraya Exteriores.La actual participaci¨®n de las comunidades espa?olas en la construcci¨®n europea circula por dos v¨ªas: la consulta previa a la hora de formar la voluntad nacional y la participaci¨®n en la puesta en pr¨¢ctica del Derecho comunitario, es decir la trasposici¨®n de directivas de los Quince en materias en las que son competentes, la aplicaci¨®n y ejecuci¨®n legislativas.