El hombre que ten¨ªa un plan
Benjam¨ªn Netanyahu es el primer nacido en Israel que llega a jefe de Gobierno
ENVIADO ESPECIALSi los l¨ªderes se hacen, y no nacen, a Benjam¨ªn Netanyahu le ha debido costar bastante. Seg¨²n De Gaulle, es "la fuerza de las circunstancias" la que fabrica la personalidad. La rendici¨®n de Francia en 1940 consigui¨® que un brillante pero reemplazable militar de 49 a?os se convirtiera en el general que rescat¨® a su pa¨ªs de la debacle. El modelo Churchill, al que imaginamos venido al mundo ya con el puro en la comisura de los labios, subraya, en cambio, algo intangible que siempre estaba ah¨ª.
Netanyahu, 48 a?os, primer sabra, o nacido en Israel, que llega a jefe de Gobierno, askenazi, hijo de jud¨ªos norteamericanos, posiblemente quisiera responder al segundo tipo, la magia del ser, pero corresponde al primero, la voluntad del accidente.
Sin duda le anima mucho su propio nombre, que en hebreo significa "el que ha sido dado por Dios". Pero lo que parece cierto es que tiene un plan de s¨ª mismo, como tambi¨¦n de Israel. Es l¨ªder del Likud, la coalici¨®n derechista que gan¨® por primera vez unos comicios en 1977, s¨®lo desde 1993, elegido entonces contra bastante pron¨®stico.
Aunque naci¨® en Tel Aviv, su familia regres¨® a Estados Unidos cuando ¨¦l era un ni?o, y curs¨® los estudios secundarios en Filadelf¨ªa, para seguir carreras de Arquitectura en Harvard y Administraci¨®n de Empresas en el MIT. En un inter¨ªn hab¨ªa vuelto a Israel a cumplir su servicio militar, donde alcanz¨® el grado de capit¨¢n en una unidad de ¨¦lite, de las que para que la biograf¨ªa tenga orla, se consigna: "Oper¨® tras las l¨ªneas enemigas".
Su circunstancia primera se la ofreci¨® en 1981 el embajador de Israel en Washington, Moshe Arens, que le nombr¨® portavoz. En su perfecto ingl¨¦s norteamericano se convirti¨® en la joya de los cocktail-party, aquel que nunca olvida un nombre, ni una cara. "Huele a hombre", ha dicho de ¨¦l una periodista israel¨ª. Se hab¨ªa casado ya una vez en su pa¨ªs con una compatriota y contrajo segundo matrimonio con una jud¨ªa estadounidense. Del circuito del M¨¢rt¨ªni pas¨® a representar a Tel Aviv ante la ONU, pero no dejaba de ser el jud¨ªo de los norteamericanos, una especialidad muy reputada en Israel, pero m¨¢s funcional que de gran liderazgo.
Su siguiente gran momento lo marc¨® el regreso al pa¨ªs natal en 1988 para convertirse en segundo de Arens, ya ministro de Exteriores de un Gobierno del Likud. Pero, su salto a lo internacional se produce en un doble brinco de 1991. Como portavoz del Ejecutivo en la guerra del Golfo, donde la CNN supo que hab¨ªa hallado a su hombre y en la conferencia de Madrid, cuando las ausencias, distracciones y legendario aburrimiento del primer ministro, Isaac Shamir, le ofrecieron otra gran ventana de oportunidad.
Pero, el Likud perdi¨® las elecciones de 1992 contra el laborismo y Netanyahu pod¨ªa haberse pasado varios a?os sin ocasi¨®n para seguirse construyendo, de no mediar ya en su persona una de las m¨¢s formidables voluntades de ser que hay en el planeta. En 1993 gan¨® las elecciones internas a la direcci¨®n de su partido, desplazando a pedigr¨ªs m¨¢s impecablemente israel¨ªes como el de Beny Beguin, hijo del inventor del Likud contempor¨¢neo.
Los laboristas Rabin y Peres hab¨ªan firmado con Arafat el acuerdo de Washington para la autonom¨ªa palestina en septiembre de ese a?o, la paz parec¨ªa en puertas, y un candidato como Netanyahu, que para entonces estaba ya casado con su actual esposa, Sara, era perfecto para estrellarse contra los preferidos de la Casa Blanca y dar tiempo a otras apuestas. Poco antes de las elecciones de mayo de 1996, Simon Peres, l¨ªder del laborismo tras el asesinato de Isaac Rabin, le llevaba 20 puntos en todas las encuestas. El terrorismo de Ham¨¢s, sin duda, le ech¨® una mano ensangrentando de atentados las calles de Israel, y su promesa de paz, s¨®lo aceptable con plena seguridad, le dio la victoria, aunque ¨²nicamente por 29.457 votos.
Entonces es cuando entra en la historia el Netanyahu total. Lo ha superado todo. A Peres en un debate electoral en el que sus certezas inc¨®lumes dominaron sobre la reflexi¨®n extenuada del veterano l¨ªder, y antes en la lucha por la primera plaza en su partido, a un l¨ªo de faldas que le llev¨® a la televisi¨®n a pedir perd¨®n en vivo y en directo a su se?ora esposa. As¨ª es como se despliega un Netanyahu hecho a compartimentos, en lo que se parece a Clinton, y que vive en la suprema dicha de considerar que todos los errores de que se le acusa y en eso es puro Aznar, son estupideces colosales.
Ante sus colaboradores es hosco, seco, cuando pide la prensa dice: "Traedme la basura", que lo suyo va del Herald Tribune para arriba. Pero en cuanto deja la oficina y sale a tocar pueblo, dar entrevistas a lo escrito y lo audiovisual -extranjero- es, que no parece, otro hombre. Seguramente no estrampa, sino las circunstancias. Al igual que Anteo, que volv¨ªa a ser imbatible cuando daba con las espaldas en la tierra, Netanyahu, ese "gimnasta del lenguaje directo", como lo llam¨® Juan Carlos Gumucio, sabe muy bien que es lo que han visto en ¨¦l para elegirle.
Sus detractores afirman que lo ¨²nico que le interesa es el poder, y que har¨ªa lo que fuese para ser el primer jefe de Gobierno israel¨ª del siglo XXI, con las elecciones previstas en el a?o 2000. Pero, ¨¦l transmite como nadie la contagiosa convicci¨®n de que plan, haberlo haylo, y de que s¨®lo ese plan salvar¨¢ a Israel. As¨ª, trata de crear ahora m¨¢s que aprovechar esa circunstancia para imponer a Yasir Arafat un mezquino bantust¨¢n, que no le importa en absoluto que los dem¨¢s se obstinen en llamar Estado Palestino. Su devastada N¨¦mesis, Simon Peres, dijo en una ocasi¨®n:"La elecci¨®n para un pol¨ªtico consiste en optar entre ser una estrella o un h¨¦roe. Si quiere ser lo primero, pide un sondeo para averiguar qu¨¦ tiene que hacer; si lo segundo, ha de correr riesgos". Benjam¨ªn Netanyahu parece llamado al estrellato.
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