Acoso
Uno de los contertulios -alrededor de unos manteles, nada de micr¨®fonos, en una de las t¨ªpicas tabernas que abundan en Madrid, donde la relaci¨®n calidad-precio est¨¢ equilibrada: se come mal y son baratas- sac¨® del bolsillo el recorte de un peri¨®dico, probablemente del sur de Espa?a. El corresponsal del diario en Sevilla exhibe modestamente las iniciales J. L. P. y da cuenta de un percance que tuvo lugar en el municipio de San Roque. Suceso poco frecuente, el que muera una vaca en el curso de la persecuci¨®n de que fue objeto por parte de un burro, pertenencia del Ayuntamiento de aquel pueblo gaditano.El propietario del rumiante, Jos¨¦ Dom¨ªnguez, reclama una indemnizaci¨®n, por entender que el luctuoso final se produjo al huir la vaca -de nombre Sabrina- del acoso sexual del pollino -impropiamente llamado Santo.- El concejal de Festejos, Jos¨¦ Lara, expuso, en descargo de la reprobable actitud del asno, lo que reproducimos literalmente: "Se trata de un burro joven, con mucha fuerza, y, claro, al salir la vaca, desnuda completamente, con las tetas al aire, se sali¨® de madre y embisti¨®". Don Jos¨¦, el propietario de la v¨ªctima, es agricultor, ganadero, y, sin asomo de duda, enterado de los usos y costumbres al respecto en el mundo civilizado. Mantiene la exigencia y ni entiende ni acepta la argumentaci¨®n del concejal. "?C¨®mo voy a ponerle un sujetador a la vaca! Que yo sepa, siempre han ido con las tetas al aire".
A falta de asunto m¨¢s urgente que tratar, en el ¨¢gape amistoso, se hicieron algunos comentarios, acerca del tema, ciertamente ins¨®litos.
Hubo quien defendi¨® el derecho de la vaca a disponer de su cuerpo, estimando, empero, exagerado el empe?o que tan alto coste alcanz¨®. No falt¨® quien se alineara con el titular de los Festejos, excusando el calamitoso proceder del burro en su extrema juventud y envidiable vigor, ante la objetiva provocaci¨®n, postura ¨¦sta que, en honor a la verdad, encontr¨® escaso eco entre los presentes. Que se sepa -el hecho debi¨® tener lugar hace poco, sin que conste la fecha-, no hubo soluci¨®n merecedora de alcanzar equivalente notoriedad. Para llegar a una apreciaci¨®n final faltaban muchos datos. ?Era justa y comedida la pretensi¨®n de Jos¨¦ Dom¨ªnguez? ?Cab¨ªa duda razonable sobre el l¨²brico prop¨®sito del jumento o concurrieron algunas circunstancias a tener como atenuantes? ?Se hab¨ªan producido agresiones anteriores por parte del borrico? ?Hay antecedentes de tan desordenada conducta entre la poblaci¨®n asnal del concejo?
El amo de Sabrina no piensa limitar la terca reivindicaci¨®n a resarcirse del precio que tuviera la res en el mercado, sino que aduce extravagantes perjuicios derivados del reprobable proceder del presunto agresor. Hubo acoso, acoso sexual indudable, cuya consecuencia ha sido el tr¨¢gico desenlace descrito, donde qued¨® de manifiesto la excelente forma f¨ªsica del perseguidor y el indudable miedo insuperable de la ofendida, que no atin¨® a presentar los cuernos al macho salido y preservar, con ello, el inalienable derecho a la vida y a la libre disposici¨®n de su anatom¨ªa.
En el ins¨®lito acontecimiento, tan concisamente rese?ado por el periodista, no aparece la cuant¨ªa de la indemnizaci¨®n solicitada, ni las medidas cautelares que el Ayuntamiento haya tomado, para controlar los ¨ªmpetus er¨®ticos del rucio consistorial, ni el cauce procesal o transaccional que haya tomado el curioso expediente.
En torno al acontecimiento discurri¨® la sobremesa, y se escucharon opiniones sensatas, deducciones jur¨ªdicas e incluso referencias constitucionales, junto a consideraciones chabacanas, cuando no de machismo reprobable. En el aventurado supuesto de que haya lectores que sigan esta columna, debe ir impl¨ªcita la deducci¨®n de que, en general, me refiero a mis contempor¨¢neos, o sea, gente de avanzada edad y consiguiente deterioro neuronal.
Se lleg¨® a una casi inevitable trasposici¨®n, donde cabe rese?ar la incongruente inferencia de uno de los asistentes, que reclamaba una imposible noticia: el hostigamiento, vejamen y violaci¨®n de un anciano de 78 a?os por una joven de veinte o veintisiete. No fue tarea sencilla hacerle comprender que ¨¦sa era otra historia.
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