Aprender de Netanyahu
En la entrevista de M. ?. Bastenier con Netanyahu, publicada en este peri¨®dico el pasado jueves, destacan dos rasgos b¨¢sicos del primer ministro israel¨ª: mesianismo y certidumbre. Aun sin calificarlo as¨ª, el entrevistador introduce el primero: "El l¨ªder del Likud se siente habitado de una visi¨®n hist¨®rica: salvar a Israel de enemigos y neutrales". El segundo rasgo, la certidumbre, es un arma de doble filo. Las certezas absolutas pueden resultar un buen arma pol¨ªtica en momentos verdaderamente graves para la existencia de una comunidad, pero devienen obst¨¢culo serio cuando se elevan a categor¨ªa inmutable.Imp¨¢vido, Netanyahu espeta que "los europeos no saben nada de Oriente Pr¨®ximo" o que "la prensa no sabe lo que dice". Lo afirma con la misma arrogancia con la que presupone que los palestinos aceptar¨¢n al final, por muy ignominiosa que sea, cualquier oferta que les haga. Esta forma de actuar (?y de ser?) ha llevado a la Autoridad Nacional Palestina a ver un posible acuerdo no como un compromiso entre dos partes, sino como una imposici¨®n de una sobre la otra, sin tener en cuenta aspiraciones leg¨ªtimas. Ello no ocurr¨ªa antes de Netanyahu. ?ste no s¨®lo es capaz de proclamar fuera de casa, en palabras de Bastenier, certezas inc¨®lumes, algunas de ellas salpicadas de mal gusto y de mala educaci¨®n. En casa puede ser todav¨ªa m¨¢s "cierto", aunque probablemente cada d¨ªa menos inc¨®lume. As¨ª, el pasado septiembre, en plena ofensiva contra los acuerdos de Oslo y en el m¨¢s puro estilo aznariano, hizo saber que los dirigentes laboristas que firmaron aqu¨¦llos deb¨ªan "bajar avergonzados los ojos y cerrar la boca", dado que, seg¨²n ¨¦l, los pactos asumidos por el anterior Gobierno "ponen en peligro la seguridad de los ciudadanos israel¨ªes".
Sin embargo, por primera vez en su historia, los ciudadanos de Israel est¨¢n en peligro no tanto por las amenazas externas como por las internas. As¨ª opina la mayor¨ªa seg¨²n una reciente encuesta. Un creciente abismo separa a los jud¨ªos de origen europeo de aquellos con ra¨ªces orientales, a los laicos de los religiosos, a los nacidos en el pa¨ªs de aquellos nacidos fuera, a los ciudadanos jud¨ªos (cinco millones) de los ciudadanos -aunque de segunda categor¨ªa- ¨¢rabes (un mill¨®n). Los ciudadanos de Israel no est¨¢n seguros de casi nada. A diferencia de su actual primer ministro, el pedagogo Netanyahu, la mayor¨ªa de ellos no pregona verdades absolutas. Pero ello es positivo y probablemente les conducir¨¢ a una sociedad cada d¨ªa m¨¢s democr¨¢tica. Porque la democracia se afianza cuando se renuncia a las certezas inc¨®lumes. La democracia naci¨® en Europa precisamente cuando desech¨® la certidumbre, esto es, cuando se extendi¨® la creencia de que una persona no puede imponer a otra su propia certeza. En el centro y norte de Europa se ense?a en las escuelas que la democracia es hija de la Reforma protestante. Con raz¨®n. A partir de ella, el individuo era responsable ante la divinidad por la manera en que viv¨ªa su propia vida. La Iglesia pod¨ªa difundir una determinada concepci¨®n de la voluntad de Dios, pero, en ¨²ltima instancia, ¨²nicamente decid¨ªa la persona, cada persona.
Quiz¨¢s Netanyahu padezca el s¨ªndrome Grossman, que alude a su compatriota David Grossman, autor de un best seller sobre el holocausto. Hace una d¨¦cada, cuando Arafat asumi¨® p¨²blicamente la resoluci¨®n 181 de Naciones Unidas, aceptando as¨ª la existencia del Estado de Israel, Grossman escribi¨®: "Durante a?os y a?os hab¨ªamos esperado esas palabras. Y ahora que Arafat las ha pronunciado, s¨®lo sabemos decir: no puede ser verdad, no es sincero. ?sta es la trampa en que nos hallamos los israel¨ªes. Nos aterrorizan los cambios, pero no nos espanta el cambio a peor, s¨®lo aquellos que suponen una mejor¨ªa, los que nos obligan a enfrentamos a una situaci¨®n nueva... el miedo bloquea todo intento de comprender la realidad". Por esas mismas fechas The New York Times editorializaba: "Lo m¨¢s preocupante es la falta de voluntad de los pol¨ªticos israel¨ªes para afrontar el cambio de proporciones s¨ªsmicas que se ha producido". Dos lustros despu¨¦s, Netanyahu nos visita. Tal vez Europa -que a lo largo de su historia ha experimentado transformaciones de naturaleza apocal¨ªptica- podr¨ªa ense?arle algo. Empero, no estoy seguro. Ojal¨¢ aprendiera simplemente a desembarazarse del principio de la certidumbre. Shalom.
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