El laborismo israel¨ª ten¨ªa un soldado
El recuerdo de la figura de Rabin limita la renovaci¨®n de la izquierda
ENVIADO ESPECIALEl Partido Laborista israel¨ª tiene un problema. No est¨¢ nada seguro de c¨®mo se recupera el poder. En las elecciones de 1996 perdi¨® ante la coalici¨®n derechista del Likud, que dirige el actual jefe de Gobierno, Benjam¨ªn Netanyahu, por menos de un 1% de de votos. Esa derrota provoc¨® la virtual retirada de su l¨ªder, Simon Peres, el arquitecto de los acuerdos de Oslo con los palestinos, y le sucedi¨® en la jefatura del partido un decente, elocuente y persistente general, hoy de 53 a?os, Ehud Barak, que repite regularmente una ventaja de varios puntos sobre Netanyahu en todas las encuestas. Y, sin embargo, muchos en el propio partido menean la cabeza: "Este Barak...".
Shlomo Ben Ami, una de las estrellas en permanente ascenso del laborismo, tiene una teor¨ªa casi zodiacal para explicar lo que pasa. El askenazismo, la hip¨®tesis fundadora de Israel, pensado por jud¨ªos centroeuropeos, no es ya lo que era. Y el Partido Laborista est¨¢ como fijado en un tipo ya ra¨ªdo de liderazgo, una figura austera y grave, que inaugur¨® David Ben Gurion en los a?os cuarenta, con un relente de seca autoridad, suficientemente masculina como en Golda Meir, bien adaptado a lo militar, Yigal. Allon, Isaac Rabin, con el lapso tecnocr¨¢tico de Simon Peres, que siempre result¨® dif¨ªcil de elegir, y ahora Ehud Barak, antiguo jefe de Estado Mayor del Ej¨¦rcito. "Siempre la misma figura", dice Ben Ami, "cuando este pa¨ªs ya no es el mismo".
Si este pa¨ªs empez¨® a mostrar las orejas del cambio en 1977, cuando por primera vez el laborismo perdi¨® unas elecciones ante sus enemigos hereditarios, el nacionalismo duro que dirig¨ªa el f¨²nebre Menajem Beguin, la situaci¨®n ya es enteramente otra en los a?os noventa. En la ¨²ltima d¨¦cada ha habido una nueva oleada de retorno a Israel, la de no menos de 900.000 jud¨ªos que escapaban de la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica. Esos rusos son formalmente askenazis, pero en realidad tienen poco que ver con las dos l¨ªneas hist¨®ricas del sionismo, son una tercera v¨ªa que vota en dispersi¨®n, que se siente a¨²n forastera en el pa¨ªs, y que no ha construido el Estado como los centroeuropeos, ni lo ha llenado de menestrales como los sefard¨ªes.
Ni el sefardismo, ni el quantum x que representan los rusos se sienten suficientemente defendidos por el partido fundador de Israel, el Mapai de Ben Gurion que, con diversas adiciones, se convirti¨® en el Laborista en 1969.
Peres coincide parcialmente con el an¨¢lisis. "Una parte del laborismo vive en el pasado; no ha sabido comprender que este es un mundo de ciencia y tecnolog¨ªa, no de misiles y fronteras; y que se combate el terror, que no necesita profundidad estrat¨¦gica, no con cohetes, sino con una econom¨ªa interrelacionada". Pero, a diferencia de todos los que temen que la ventaja de Barak se evapore y al votar los orientales vuelvan a la casa del padre, que hoy s¨®lo puede ser el jefe del Likud, Peres no quiere, posiblemente, que piensen que le tiene mala ley al que le desplaz¨® de la jefatura: "Hay que dar una oportunidad a Barak". Se refiere a las previstas elecciones del 2000.
El general laborista es una personalidad notable, pero que ha tenido muy poco tiempo para convertirse en l¨ªder. Es posible por ello que Barak tiente el terreno con inseguridad. El viernes declar¨® que "si ¨¦l fuera un joven palestino ser¨ªa terrorista". Lo que periodistas de Tel Aviv califican simplemente de gafe terrible, es interpretado m¨¢s caritativamente en medios diplom¨¢ticos como un esfuerzo por separar su identidad de la de Netanyahu, el superduro, que nunca consentir¨¢ un Estado palestino. Su partido ha tenido que salir al quite diciendo que Barak "ha hablado con el coraz¨®n", pero desentendi¨¦ndose de semejantes afirmaciones. El Likud ha tirado a matar: "Alguien que hace esas afirmaciones no puede ser un d¨ªa l¨ªder del Estado sionista".
Barak, apreciado, pero al que no parece que todo el mundo se tome suficientemente en serio, trata de crear una imagen p¨²blica alternativa al mesianismo de su rival que afirma imperturbable: "S¨®lo yo puedo hacer la paz".
Israel es hoy un rompecabezas dirigido por un aprendiz de brujo, y muchos candidatos a disputarle el puesto. El laborismo busca la respuesta, algunos dicen un tanto en el pasado.
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