Crash

23.00 / DramaCan., 1996. Dir.: David Cronenberg. Int.: Jarnes Spader, Holly Hunter.Hay pel¨ªculas como tertulianos matutinos. Su principal virtud es la del desconcierto. ?sta, sin duda, es una de ellas. Sobre el papel se trata de un provocador estudio sobre la fascinaci¨®n provocada por los coches en el siglo XX. El cine y la industria automovil¨ªstica nacier¨®n a la vez. Pasado un siglo, el siempre controvertido director de pel¨ªcula como Videodrome, Naked lunch e Inseparables se sirve de una novela del autor de ciencia ficci¨®n J. G. Ballard para bucear en los cauces ocultos de la feliz coincidencia. Hasta

aqu¨ª, el cap¨ªtulo de intenciones. El de resultados no es tan estimulante. De repente, la pantalla se puebla de un amasijo de cuerpos y chatarras entregados al siempre saludable fornicio. Arropado por una fotograf¨ªa de las que, de puro fr¨ªa, perturban el ¨¢nimo, Cronenberg receta un plomizo autohomenaje al cuadro de Dal¨ª El gran masturbador. Si se pone empe?o, la cinta da para un ensayo sobre Occidente y sus ca¨ªdas. Si no se est¨¢ por la labor, la lipotimia, quiz¨¢ la irritaci¨®n, adviene a los cinco minutos (el tiempo que se tarda en asistir a otras tantas frases dignas del calendario zaragozano). El jurado del Festival de Cannes le concedi¨® su premio especial. La pol¨¦mica est¨¢ servida.