La historia de los dos ?lex
Fueron los mejores en su etapa infantil, pero a los 24 a?os Corretja es "top-ten", y Bragado, entrenador
, Las ilusiones eran parejas Y las horas de trabajo tambi¨¦n. A los 14 a?os, ?lex Corretja y ?lex Bragado, ambos de Barcelona, copaban todos los t¨ªtulos y formaban un doble invencible. Sin embargo, 10 a?os m¨¢s tarde Corretja forma parte de los 10 primeros tenistas mundiales y Bragado es entrenador. ?Qu¨¦ fue lo que condicion¨® su futuro? ?Por qu¨¦ uno lleg¨® y el otro se encall¨® en el camino?
"La ¨²nica causa, para m¨ª, es que s¨®lo hay unos cuantos elegidos y yo he tenido la suerte de estar entre ellos", explica Corretja, que ha ganado ya cuatro t¨ªtulos del circuito y ha disputado otras siete finales. "Los dos hac¨ªamos lo mismo, entren¨¢bamos las mismas horas. Pero yo segu¨ª adelante y ¨¦l, como muchos otros, se qued¨®. Tal vez yo tuviera m¨¢s fortaleza mental".
Hasta los 14 a?os, ese aspecto tuvo poca incidencia, o en todo caso corri¨® a favor de Bragado. Era m¨¢s s¨®lido, m¨¢s consistente. No buscaba la filigrana. No ten¨ªa un juego preciosista ni tan variado como Corretja. Pero ganaba t¨ªtulos a pesar de su corta estatura, porque era capaz de mantenerse muy centrado en los partidos y de jugar con una entrega absoluta. Corretja y Bragado fueron protagonistas de casi todas las finales alevines e infantiles de su ¨¦poca -de 1986 a 1988- y ganaron todos los t¨ªtulos de dobles.
Sin embargo, cuando los dos crecieron sus caminos comenzaron a diversificarse. Bragado se estir¨® algo menos y entr¨® en la etapa decisiva de su formaci¨®n ten¨ªstica con unos esquemas excesivamente defensivos. "Eran dos jugadores distintos", comenta Javier Duarte, Dudu, que los dirigi¨® t¨¦cnicamente desde antes de los 14 a?os, primero en el CEAN (escuela privada) y despu¨¦s, junto con Manuel Orantes, en el Grupo Bimbo (dependiente de la federaci¨®n espa?ola). ?lex "Corretja jugaba para divertirse. Era muy imaginativo. ?lex Bragado, en cambio, era m¨¢s constante, pero m¨¢s defensivo".
Dudu, que ahora sigue entrenando a Corretja y a Alberto Berasategui -tambi¨¦n miembro del Grupo Bimbo-, cree que Bragado era un gran jugador infantil. "Pero daba demasiada importancia a los resultados. Probablemente, si no hubiera ganado tantos t¨ªtulos al principio, habr¨ªa acabado jugando mucho mejor. Es un caso opuesto al de Mantilla, que no gan¨® nada en infantiles y tuvo que cambiar sus esquemas", agrega Duarte.
Hasta los 16 a?os, ambos jugadores siguieron manteni¨¦ndose en la ¨¦lite nacional. Pero cuando los dos dieron el salto de cadetes a juniores, el cambio fue sustancial. Corretja y Berasategui se abrieron paso en el circuito con cierta facilidad. Mientras tanto, Bragado, Carlos Miranda, Jairo Velasco y Juan Sebasti¨¢n Mart¨ªnez comenzaron a notar que se encallaban. "S¨ª", recuerda Bragado, '"fue entonces cuando empezamos a vislumbrar qui¨¦n despuntaba y qui¨¦n no". Era un momento crucial en sus carreras y la constataci¨®n de que el sue?o de ubicarse entre los 100 primeros o incluso entre los top-ten nunca iba a realizarse.
"?Temor? No. No me cre¨® temor, pero s¨ª desilusi¨®n", prosigue Bragado. "Tampoco sent¨ª envidia. Nunca la he sentido, porque s¨¦ lo que cuesta hacer lo que ?lex est¨¢ haciendo. Es cierto que en aquellos momentos me fijaba en ¨¦l y en Berasategui e intentaba hacer las cosas igual. Pero, poco a poco, vi c¨®mo se ca¨ªa la posibilidad de resolver mi vida a trav¨¦s del tenis profesional", agrega.
Su respuesta no fue de frustraci¨®n. "Si no llego har¨¦ otra cosa", se plante¨®. Pero sigui¨® trabajando ya con una mayor dependencia de Orantes que de Dudu en su ¨²ltima etapa profesional. Ya cerca de los 18 a?os, los contratos publicitarios se acabaron para Bragado. La desintegraci¨®n del grupo federativo oblig¨® a los jugadores a espabilarse por su cuenta. Corretja y Berasategui lograron r¨¢pidamente nuevos contratos que les permitieron lanzarse al circuito con entrenador propio. En cambio, los dem¨¢s tuvieron que hacer uso de sus propios recursos econ¨®micos para proseguir su carrera.
?se fue un duro golpe para Bragado. Sus padres le apoyaron hasta el final. Pero saber que estaba gastando el patrimonio paterno le cre¨® una presi¨®n insuperable. "Mi padre", recuerda Bragado, "me dijo que vender¨ªa el taxi [es taxista] si era necesario para financiarme. Pero mi respuesta fue definitiva: "No puedo arriesgar tu dinero porque tengo dudas". Es muy f¨¢cil jugar cuando el dinero no es tuyo. Pero cuando es de tus padres te presionas, te condiciona". La decisi¨®n de Bragado se produjo en 1993, cuando Corretja estaba ya instalado entre los 100 primeros jugadores mundiales y Berasategui hab¨ªa entrado en el grupo de los mejores 50. "Para m¨ª", afirma Corretja, "?lex siempre ser¨¢ un gran amigo. Ni siquiera puedo imaginarme en su situaci¨®n. No s¨¦ c¨®mo hubiera reaccionado. Pero ¨¦l nunca traslad¨® estos problemas al grupo. No fue conflictivo, no cre¨® problemas. Al contrario, siempre estuvo a nuestro lado y apoy¨® nuestros ¨¦xitos. Y eso me parece impresionante".
Ahora Corretja est¨¢ en el momento culminante de su carrera profesional y econ¨®micamente tiene su vida resuelta. Bragado, en cambio, es un buen entrenador de tenis que trabaja en la escuela del Club Esportiu Hispano-Franc¨¦s. "Soy feliz porque hago lo que me gusta. Con la perspectiva veo que acert¨¦ en mi decisi¨®n. No la cambiar¨ªa", afirma. Recientemente, los dos se encontraron en una cena del ex Grupo Bimbo y decidieron que deb¨ªan verse m¨¢s a menudo. "Nos resulta dif¨ªcil porque viajamos mucho y coincidimos poco en Barcelona", explica Bragado. "Sin embargo, nuestra amistad est¨¢ por encima de eso. Cuando compet¨ªamos ¨¦ramos rivales, pero muy amigos fuera de la pista. Acab¨¢bamos un torneo y yo me iba a casa de ?lex a Sant Cugat o ¨¦l ven¨ªa al pueblo de mi padre. Y creo que ambos seguimos sinti¨¦ndonos orgullosos de esa amistad", a?ade.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.