La historia de un pa¨ªs normal, pero no tanto
Los buenos libros de historia son aquellos que tienen capacidad de hacer reflexionar a sus lectores, ya que les sugieren visiones del pasado que, parcial o totalmente, difieren de aquellas a las que est¨¢n acostumbrados. Si, adem¨¢s, eso se hace con rigor, con buen estilo narrativo y con excelente capacidad de s¨ªntesis, a¨²n mejor. ?ste es, sin duda, el caso de Espa?a, 1808-1996. El desafio de la modernidad, de Juan Pablo Fusi y Jordi Palafox, un libro de los que hacen pensar por la cantidad de argumentos e ideas que constantemente suministran. No es el objeto de este art¨ªculo hacer una rese?a sobre el contenido de esta obra, por otra parte ya realizada en este peri¨®dico, sino plantear, haciendo uso de la probada capacidad de aceptaci¨®n de la discusi¨®n cient¨ªfica que tienen Fusi y Palafox, un punto de vista discrepante de la tesis que ellos sostienen. El argumento central de estos autores es presentar la Espa?a contempor¨¢nea como un pa¨ªs europeo claramente homologable; "normal" es la palabra que utilizan. De este modo rechazan las tesis sobre la excepcionalidad del caso espa?ol, sobre todo cuando ¨¦stas est¨¢n impregnadas de una interpretaci¨®n claramente negativa y pesimista, y cuando se recurre a los conocidos t¨®picos del "fracaso", de las "frustraciones" o de "inferioridades" espa?olas. Ciertamente tienen raz¨®n Fusi y Palafox al denunciar la ausencia de autoestima, los excesos, casi masoquistas, en los que han derivado ciertas interpretaciones hist¨®ricas sobre el caso espa?ol. Pero de ah¨ª a plantear el otro extremo, a decir que ¨¦ste ha sido siempre un pa¨ªs normal, en el que casi nada de lo que sucedi¨® fue realmente excepcional, me parece que el salto es excesivo. Pero vayamos por partes.Fusi y Palafox sostienen la tesis de que la historia contempor¨¢nea de Espa?a, que a grandes trazos es semejante a la de la mayor¨ªa de pa¨ªses de Europa, tuvo que afrontar b¨¢sicamente un doble desaf¨ªo: la construcci¨®n de un Esta do eficaz y liberal, y lograr una econom¨ªa pr¨®spera y estable. Y que los m¨¢s graves problemas vendr¨¢n siempre por ah¨ª: de las dificultades para disponer de una Administraci¨®n p¨²blica s¨®lida y competente, y de las limitaciones, de todo tipo, que encontrar¨¢ el desarrollo econ¨®mico espa?ol.
Pienso que esta visi¨®n es un tanto restrictiva, y quiz¨¢s en exceso "optimista", ya que minimiza la importancia de otros muchos factores que hicieron de la situaci¨®n espa?ola un caso realmente peculiar y que hipotecaron, hasta hace muy poco, su aut¨¦ntica homologaci¨®n a las pautas europeas. Intentar¨¦ exponer, en forma casi telegr¨¢fica, los factores que, en mi opini¨®n, supusieron la clara "anormalidad" del caso espa?ol en la ¨¦poca contempor¨¢nea.
1. La debilidad pol¨ªtica del propio liberalismo decimon¨®nico, evidenciada por la fr¨¢gilidad de las propuestas civilistas frente a un militarismo extremadamente poderoso. El protagonismo de los militares en la vida pol¨ªtica espa?ola del XIX y del XX no tiene demasiados s¨ªmiles europeos.
2. La existencia de un excepcional movimiento antiliberal, el carlismo, que no s¨®lo provoc¨® tres conflictos civiles en el siglo XIX, sino que incluso estuvo presente en la guerra civil de 1936-1939. Es decir, que persisti¨® m¨¢s de un siglo, cosa que no suceder¨¢, por ejemplo, ni con el miguelismo portugu¨¦s ni con el legitimismo franc¨¦s.
3. La d¨¦bil nacionalizaci¨®n de los ciudadanos a lo largo del siglo XIX, resultado no s¨®lo de las precariedades del propio Estado liberal, sino tambi¨¦n de la ausencia de un proyecto nacionalista espa?ol con capacidad de generar un amplio consenso.
4. La p¨¦rdida de todo el imperio colonial, en dos fases (1824 y 1898), cuando la "norma" europea era lo contrario.
5. El hecho de que el "desastre" de 1898 acabara provocando una grave crisis de identidad, por lo que Espa?a entr¨® en el siglo XX pasando de la consideraci¨®n de "imperio arruinado a naci¨®n cuestionada", situaci¨®n del todo peculiar en el ¨¢mbito europeo.
6. El que Espa?a fuera el ¨²nico pa¨ªs europeo en el que surgir¨¢n a finales de siglo movimientos nacionalista, precisamente en las ¨¢reas m¨¢s din¨¢micas y desarrolladas (Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco). Y el hecho de que estos movimientos se desarrollen notablemente a lo largo del siglo XX hasta convertirse en las fuerzas pol¨ªticas mayoritarias en estos territorios, fen¨®meno sin parang¨®n en la Europa actual.
7. Que Espa?a tenga una casi nula presencia e influencia en la vida europea contempor¨¢nea: que desde 1814 no intervenga en ninguno de los numerosos conflictos continentales, y que hasta hace poco no pertenezca a ninguna alianza ni diplom¨¢tica, ni militar o ni econ¨®mica. El aislamiento europeo de Espa?a fue superior incluso al de Portugal y Grecia.
8. Espa?a es el ¨²nico caso europeo de un pa¨ªs que en pleno siglo XX sufre una sangrienta guerra civil, de 30 meses de duraci¨®n, que acabar¨¢ provocando una profunda ruptura interior.
9. El franquismo ser¨¢ el ¨²nico r¨¦gimen fascista de Europa nacido de una guerra civil. Adem¨¢s, el r¨¦gimen de Franco tendr¨¢ una duraci¨®n excepcional (casi el doble que el r¨¦gimen de Mussolini y el triple que el de Hitler) y s¨®lo desaparecer¨¢ tras la muerte del dictador. A Franco no le sobrevivi¨® ni Salazar.
10. Espa?a s¨®lo se incorporar¨¢ a los reg¨ªmenes democr¨¢ticos europeos de forma definitiva en la pen¨²ltima fase democratizadora: es pertinente recordar que la primera fase es de antes de 1914; la segunda tuvo lugar en 1918; la tercera, en 1945; la cuarta, en 1974-1977, y la ¨²ltima se ha producido a partir de 1989.
Pienso que estos hechos, y otros factores de car¨¢cter econ¨®mico, social y cultural que podr¨ªamos a?adir, son tan peculiares y se salen tanto de la "norma" europea, como m¨ªnimo de la europea occidental y meridional, como para recapacitar un tanto y reflexionar m¨¢s prudentemente sobre la "normalidad" de nuestro pasado. Las cosas fueron como fueron, y a los historiadores nos compete explicar por qu¨¦ se produjeron as¨ª, sin restarles ni su importancia ni su singularidad. No es f¨¢cil, ciertamente, establecer lo que pudiera ser la "norma" europea, dada la evidente variedad de itinerarios hist¨®ricos que se observan en el continente. Ahora bien, tampoco me parece que la soluci¨®n sea sustraer relevancia y excepcionalidad a unos sucesos tan poco comunes como los 10 antes citados. Sin duda, la discusi¨®n est¨¢ servida y el tema da para mucho, pero frente a la tesis de la normalidad europea de Espa?a, yo me quedo con aquella frase con la que Ram¨®n Carande defin¨ªa lo que, en su opini¨®n, hab¨ªa sido la historia de Espa?a de los siglos XIX y XX: "Demasiados retrocesos".
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