La "Tizona" gana su ¨²ltima batalla
Cient¨ªficos de la Complutense acreditan que la espada del Cid es una pieza del siglo XI de leg¨ªtimo hierro cordob¨¦s
Un equipo de investigadores de la Facultad de Ciencias Qu¨ªmicas de la Complutense ha tenido la oportunidad, durante estos d¨ªas, de proferir el consabido grito de eureka. El Ministerio de Defensa le hab¨ªa encomendado la misi¨®n de restaurar y analizar la m¨ªtica espada Tizona, aquella con la que, supuestamente, el Cid Campeador ganaba las batallas m¨¢s inveros¨ªmiles y se cobraba cabezas enemigas por docenas. Los resultados de los trabajos son. espectaculares: el grupo que encabeza Antonio Criado, profesor de Ciencias de los Materiales, ha podido determinar que la pieza que se expone en el Museo del Ej¨¦rcito data, en efecto, del siglo XI y se fabric¨® en la Pen¨ªnsula, en alguna forja cordobesa, m¨¢s en concreto.Los altos mandos militares que encargaron el trabajo han podido respirar aliviados. La Tizona ha tenido una existencia tan azarosa que nadie sab¨ªa, con certeza si la pieza era aut¨¦ntica o si se trataba de una r¨¦plica m¨¢s o menos afortunada de alguna ¨¦poca posterior a la de don Rodrigo D¨ªaz de Vivar. Al final, el orgullo de los patriotas sale airoso de esta especie de prueba del nueve de la ciencia, ultramoderna. "Aunque nadie puede asegurar que el Cid empu?ara esta espada, lo cierto es que la Tizona data de aquellos a?os. La debieron fraguar hacia el 1000 o el 1010, y el Campeador naci¨® en torno al 1043", certifica el profesor Criado.
Para extraer tan valiosos secretos del afilado acero, los integrantes de este grupo de tecnolog¨ªa m¨¦canica han completado un an¨¢lisis minucioso. Primero sometieron a la pieza a una difracci¨®n de rayos X con la que descubrieron las intimidades del sable. Averiguaron que su n¨²cleo es de un hierro extraordinario y que, a partir de ¨¦l, el maestro herrero de la ¨¦poca lo horne¨® por encima de los 1.000 grados cent¨ªgrados con algunos elementos carb¨®nicos, quiz¨¢ pieles de animales, vegetales y carbonato de bario. El resultado es una espada muy ligera (1.115 gramos), flexible y a la vez tenaz: se la puede doblar, pero cualquiera que intentara partirla lo encontrar¨ªa casi imposible. "Desde luego, nada tiene que ver con aquel pedazo de mandoble que Charlton Heston manejaba en la pel¨ªcula", ironiza el director de la investigaci¨®n.
La segunda fase del estudio arroj¨® datos a¨²n m¨¢s precisos. A partir de microsc¨®picos restos de plomo, impurezas del propio metal, los qu¨ªmicos han podido determinar algo as¨ª como el ADN de la espada. Y esas part¨ªculas invisibles delatan que la Tizona tiene m¨¢s de nueve siglos de vida y que su cuna se localiza en Andaluc¨ªa, casi con seguridad en la C¨®rdoba natal del propio Antonio Criado. Una de las hip¨®tesis m¨¢s extendidas, que la espada era de origen africano, se desmorona as¨ª en un campo de batalla muy diferente al del medievo: las fr¨ªas paredes de un laboratorio.
Tratada a besos
El equipo que ha escudri?ado hasta el ¨²ltimo palmo de la Tizona lo integran, adem¨¢s de Criado, otras ocho personas: el subdirector, Juan Antonio Mart¨ªnez, y siete alumnos de doctorado. "No, es que la hayamos cuidado con mimo; la trat¨¢bamos casi a besos", exclama Luisa Mar¨ªa Rodr¨ªguez, la ¨²nica mujer del grupo.Los cient¨ªficos han aprovechado su trabajo para darle al estoque un lavado de cara en toda regla. La ¨²ltima restauraci¨®n, al acabar la guerra civil, consisti¨® en aplicar al filo una laca met¨¢lica, similar a la de la carrocer¨ªa de los autom¨®viles. "Fue una salvajada a pincelada limpia. Por fortuna, hemos podido borrar casi todo rastro de aquello con algod¨®n y una tela parecida al terciopelo", detalla Mart¨ªnez. La Tizona descansar¨¢ ya tranquila en su vitrina expositora, de la que se irgui¨®, como cuenta la leyenda de su presunto due?o, para vencer la ¨²ltima batalla.
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