Crisis en la 'segunda fase' de la Mesa de Ajuria Enea

El veto del Partido Popular a la propuesta del lehendakari Ardanza para desarrollar el punto 10 del Acuerdo para la Normalizaci¨®n y Pacificaci¨®n de Euskadi sit¨²a a la Mesa de Ajuria Enea en uno de sus momentos m¨¢s delicados de sus 10 a?os de vida cumplidos. Lo cierto es que la vida del foro que re¨²ne a los partidos democr¨¢ticos vascos ha sido una sucesi¨®n de crisis y remontadas.Las primeras han estado provocadas por la fidelidad de ETA ala violencia y al peculiar efecto que esta continuidad tiene sobre las fuerzas nacionalistas: el inmovilismo de aqu¨¦lla hace que la responsabilidad se transfiera a los partidos en forma de frustraci¨®n y que la obcecaci¨®n de los violentos se interiorice como un fracaso propio. De la misma forma, ha sido la persistencia del terrorismo m¨¢s odioso y extremo lo que ha permitido recuperar en otros momentos el consenso fundacional de la Mesa.

Con su iniciativa, Ardanza quiso asentar al foro que le ha dado mayor proyecci¨®n institucional y resolver de paso el motivo de las principales disensiones. La dicotom¨ªa soluci¨®n pol¨ªtica-soluci¨®n policial (o salida negociada- salida policial), ha llevado en Euskadi el debate sobre la violencia al l¨ªmite del autismo. Ha sido la versi¨®n pospacto de Ajuria Enea de la vieja ecuaci¨®n medidas pol¨ªticas-medidas policiales que hasta 1988 impidi¨® un diagn¨®stico compartido de los partidos democr¨¢ticos.

La piedra de conflicto de la Mesa ha sido la interpretaci¨®n del punto 10 del Pacto; es decir, anticipar c¨®mo deber¨ªa instrumentarse, y sobre qu¨¦ materias, el "final dialogado de la violencia". Al definir el marco y los contenidos de ese hipot¨¦tico di¨¢logo (pasando por alto la ausencia del requisito previo de que ETA propicie "las condiciones adecuadas"), el lehendakari pretend¨ªa deshacer ese nudo y asegurar la continuidad de la Mesa cuando abandone despu¨¦s de octubre la presidencia del Gobierno vasco.

Tras el fracaso sin paliativos de la reuni¨®n del martes, no es f¨¢cil anticipar qu¨¦ va a suceder con esta plataforma. La hip¨®tesis m¨¢s pesimista no se ha verificado: la Mesa no ha saltado por los aires y la reacci¨®n, del partido de Ardanza, el PNV, ha sido templada.

Incluso Joseba Egibar, tantas veces estridente, se ha apresurado a rechazar la b¨²squeda de "mayor¨ªas extra?as", a pesar de que el rechazo por el PP al plan del lehendakari pod¨ªa aportar nuevo aliento a la llamada "tercera v¨ªa". Por el contrario, la hip¨®tesis m¨¢s plausible indica la apertura de gestiones discretas de Ardanza y las formaciones del Gobierno tripartito (PNV, PSE y EA) para intentar acercamientos parciales entre s¨ª y con el PP. Sin embargo, el futuro de la Mesa de Ajuria Enea s¨ª proyecta algunas sombras.

Las elecciones vascas del pr¨®ximo 25 de octubre traer¨¢n la completa renovaci¨®n del foro y una p¨¦rdida de peso espec¨ªfico de sus integrantes. De los firmantes de 1988 ya s¨®lo quedan el lehendakari y Xabier Arzalluz. Con la retirada de Ardanza, es muy probable que tambi¨¦n deje la Mesa el l¨ªder del PNV, a quien le cuesta conectar con la "segunda generaci¨®n", integrada por los Iturgaiz, Redondo, Madrazo o Mosquera.

El foro de Ajuria Enea entra en una etapa que no va a ser esa "segunda fase" que pretend¨ªa Ardanza. El debate sobre la violencia aparece as¨ª marcado por el veto del PP a que desde el Pa¨ªs Vasco se defina un escenario de di¨¢logo pol¨ªtico con ETA y por su incapacidad para hacer compartir a las dem¨¢s fuerzas su pol¨ªtica de firmeza (y s¨®lo firmeza) con la organizaci¨®n terrorista y su entorno social.