El cambio horario
Todos los a?os por estas fechas comienza el desfile de cartas contrarias al cambio horario. Y los argumentos que esgrimen en ellas son bastante peregrinos. De entrada, el Sol no sabe de relojes, sale y se pone cuando le toca; y la especie humana, all¨ª donde no disponen de relojes, se adapta a ese ritmo empezando el d¨ªa al amanecer y termin¨¢ndolo al llegar la noche. Esto, quiz¨¢, se podr¨ªa considerar un "horario natural". Pues bien, con los cambios horarios lo que hacemos es acercarnos a ese horario: nos levantamos lo m¨¢s cerca del amanecer y nos acostamos poco despu¨¦s del anochecer. Si no se hiciera el cambio nos encontrar¨ªamos que al levantarnos ya habr¨ªamos perdido varias horas de luz, alej¨¢ndonos del "horario natural".Adem¨¢s, en Espa?a es, probablemente, donde m¨¢s se trasnocha los fines de semana, lo cual tiene mucho m¨¢s efecto sobre los ritmos circadianos que el simple de una hora dos veces al a?o. Y para los incr¨¦dulos, recordarles que se han hecho estudios cient¨ªficos, como el publicado en Mundo Cient¨ªfico en febrero del 1991, en los que se concluye que, en ni?os de edad escolar, los efectos del cambio horario s¨®lo duran normalmente hasta el lunes siguiente al cambio, pudiendo, como mucho, llegar hasta el jueves de la primeras semanas despu¨¦s del cambio.
Tambi¨¦n querr¨ªa recordar que las horas de luz y oscuridad no dependen s¨®lo del meridiano geogr¨¢fico del pa¨ªs, sino tambi¨¦n de la latitud; as¨ª, en pa¨ªses de Europa del norte, como Holanda o Alemania, hay muchas m¨¢s horas de luz que de oscuridad, por lo que el cambio de hora tambi¨¦n les afecta. Y pregunto: ?qu¨¦ ser¨ªa de todos estos detractores del cambio horario si viviesen en un pa¨ªs n¨®rdico como Noruega? Porque les recuerdo que all¨ª en el verano hay hasta 24 horas de luz y en el invierno hasta 24 horas de oscuridad, seg¨²n las zonas-
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