Lewis Carroll busca el rostro de Alicia
Una muestra re¨²ne en Madrid 77 copias de la obra fotogr¨¢fica del creador de 'Alicia en el Pa¨ªs de las Maravillas'
A Charles L. Dogson (1832-1898), conocido bajo el seud¨®nimo de Lewis Carroll, no le interesaba demasiado fotografiar ruinas hist¨®ricas. El principal inter¨¦s del escritor y matem¨¢tico victoriano resid¨ªa en los retratos, en los que intentaba definir la personalidad de sus modelos. Lewis Carroll, la muestra que hoy por la tarde se inaugura en el madrile?o C¨ªrculo de Bellas Artes, re¨²ne 77 copias de la cuidada y perturbadora obra fotogr¨¢fica del creador de Alicia en el Pa¨ªs de las Maravillas. La exposici¨®n incluye fotograf¨ªas que no han sido expuestas con anterioridad. Tras la inauguraci¨®n, la novelista e historiadora brit¨¢nica Marina Warner recrear¨¢ el mundo del escritor y Roger Taylor, comisario de la muestra, analizar¨¢ su carrera fotogr¨¢fica.
Cuando Lewis Carroll se apart¨® del juego de la l¨®gica matem¨¢tica para introducirse en el laberinto de las pasiones fotogr¨¢ficas fue la ¨¦poca en que una c¨¢mara era considerada como la pieza m¨¢s apreciada para entablar nuevas relaciones sociales -quiz¨¢ m¨¢s que la m¨¢s valiosa de un juego de t¨¦ victoriano-. Corr¨ªan los a?os del esplendor rom¨¢ntico del medio; entonces, cuando las instant¨¢neas hab¨ªan sido reveladas y convenientemente adheridas en sus ¨¢lbumes, se transformaban en objetos de admiraci¨®n generalizada, sobre todo, en las meriendas, y posiblemente con un poder de atracci¨®n mayor para los contertulios que el de las galletas.Charles L. Dogson, conocido como Lewis Carroll, ten¨ªa bien claro, seg¨²n el relato biogr¨¢fico de Roger Taylor que acompa?a a esta muestra, que entonces el joven que poseyera una c¨¢mara ten¨ªa abiertas la puertas de la alta sociedad: "Las se?oritas en edad de casarse estaban m¨¢s dispuestas a posar". La exposici¨®n, compuesta por 77 copias, realizada en conmemoraci¨®n del centenario de la rnuerte del autor por el British Council, en su gira por Espa?a se ver¨¢ tan s¨®lo en dos ciudades: Madrid, hasta el 19 de abril, y Tenerife, del 4 al 30 de mayo.
Un pasatiempo
Para Dogson Ia fotograf¨ªa era un pasatiempo venido del cielo". De su objetivo no se escapaban los ni?os que, inocentemente o al menos perplejos, sucumb¨ªan frente a quien poderosamente manejaba el obturador y jam¨¢s "se perd¨ªan ninguno de sus extra?os movimientos debajo de la tela negra". La fotograf¨ªa, entonces, apuntaba como una aventura social y art¨ªstica de todo joven que quisiera perfilarse ante los dem¨¢s. M¨¢xime cuando alternativamente -y en beneficio propio- se utilizaba como instrumento de descompresi¨®n psicol¨®gica.Por ello, y para una mente tan racional como la de Carroll -que sincronizaba profesion¨¢lmente sus conocimientos qu¨ªmicos con los matem¨¢ticos, est¨¦ticos y art¨ªsticos, junto a una desmesurada afici¨®n por todo aquello que supusiera conjugar la praxis con la fantas¨ªa-, pronto se puso en marcha su yo m¨²ltiple, todo un potencial esquizofr¨¦nico. Lo, hizo con id¨¦ntica meticulosidad a la que emple¨® en la construcci¨®n de sus proposiciones de existencia de la obra El juego de la l¨®gica, id¨¦ntico empe?o con el que adquiri¨® su primera c¨¢mara a un precio considerable. Fue su primer equipo, en el que entr¨® de todo: lentes, tr¨ªpode, un aparato hecho a mano por Ottewill en el taller de Islinntong (norte de Londres), a cuya compra le incit¨® un anuncio que explicaba que esa c¨¢mara era mejor que ninguna otra "debido a su capacidad de alargamiento o contracci¨®n de cualquier objeto enfocado, por su manejabilidad y su adaptabilidad para hacer fotos de paisajes o personas".
Pero lo m¨¢s importante era que pose¨ªa la clave que le abri¨® las puertas de unos espejos m¨¢gicos distantes de los encantos de los universos de Alicia, que le permitieron, entonces, "adentrarse en los c¨ªrculos de la gente m¨¢s pudiente de Oxford, algo b¨¢sico para un joven que estaba iniciando su andadura acad¨¦mica; un tipo de contactos que resultaba esencial para avanzar", seg¨²n explica Taylor.
Carroll dedicaba mucho tiempo a cada sesi¨®n fotogr¨¢fica. Le gustaba que sus modelos adoptaran posturas relajadas y naturales. Sus ¨¢lbumes fotogr¨¢ficos -compuso al menos diez- estaban cuidadosamente ordenados y sus fotograf¨ªas hac¨ªan las veces de presentaci¨®n en sociedad, aunque son sus fotograf¨ªas de ni?os las que m¨¢s le distinguen de sus contempor¨¢neos. Son el mejor retrato de la ¨¦poca victoriana y de la esencia de la infancia. Los libros de Carroll sobre las aventuras de Al¨ªcia tienen lectores en todo el mundo y han sido traducidos a casi todos los idiomas.
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