Euro para once
ONCE PA?SES han aprobado la selectividad del euro. Todos los que quer¨ªan participar desde el principio, excepto Grecia. Es bueno que as¨ª sea, especialmente para Espa?a, a quien perjudicaba el intento de las dos velocidades propuesto en su d¨ªa por los Estados m¨¢s ricos. El proyecto m¨¢s ambicioso de la construcci¨®n europea desde la creaci¨®n en 1957 de la Comunidad Econ¨®mica Europea no pod¨ªa quedar limitado a unos pocos. Menos a¨²n cuando la llamada ortodoxia econ¨®mica -como vienen a reconocer las notas puestas por los informes de la Comisi¨®n Europea y del Instituto Monetano Europeo (IME, precursor del Banco Central Europeo)- se ha extendido a estos 11 pa¨ªses.Los informes allanan el camino para la cumbre del 1 al 3 de mayo, que ha de formalizar el lanzamiento del euro para enero, un proyecto llevado en volandas por la voluntad pol¨ªtica de unos pocos -entre ellos, Helmut Kohl-, una coyuntura econ¨®mica favorable y elementos de contabilidad creativa en casi todos los pa¨ªses.
La sostenibilidad del proyecto es ahora el elemento de mayor preocupaci¨®n en el informe del IME, quiz¨¢s m¨¢s independiente que la Comisi¨®n Europea, aunque ambos apuntan a la necesidad para Italia y B¨¦lgica de reducir sus elevados niveles de deuda p¨²blica. La sostenibilidad del euro, y de los pa¨ªses en el euro, se ha transformado en elemento central del debate, una vez que ya no se trata de llegar, sino de poder seguir en la carrera y garantizar la estabilidad y fortaleza de la moneda europea. Est¨¢ claro que el esfuerzo de saneamiento de las finanzas p¨²blicas en los Estados de la UE va a proseguir e incluso acentuarse una vez el euro en marcha.
El euro es ya cosa de todos y a todos nos interesa, su ¨¦xito. El de la moneda y el de las pol¨ªticas econ¨®micas que acompa?an su nacimiento y que deben generar crecimiento y empleo, adem¨¢s de reducir las diferencias sociales y regionales. En la Europa del euro, las diferencias entre pa¨ªses ricos y pobres deben tender a reducirse. Mucho tiene que ver con esto la propuesta de la Comisi¨®n Europea sobre las perspectivas financieras y presupuestarias y de reformas de las pol¨ªticas agr¨ªcola y estructural para la Uni¨®n a quince durante el periodo 2000-2006, y que ya ha concitado agrias pol¨¦micas.
El pasado fin de semana, en el Ecofin de York, el vicepresidente econ¨®mico espa?ol, Rodrigo Rato, expuso algunas dudas obvias sobre la mesa. La. principal, si el techo del 1,27% del PIB ser¨¢ suficiente para sostener los dos objetivos te¨®ricamente compartidos por todos: mantener el grado actual de integraci¨®n de la UE a quince y afrontar los gastos que generar¨¢ la primera fase de la ampliaci¨®n hacia los pa¨ªses del Este europeo.
La generalizaci¨®n del sistema que coordinadamente propugnan Alemania, los Pa¨ªses Bajos, Suecia y Austria para reducir la diferencia entre lo que estos pa¨ªses aportan a y lo que reciben de las arcas comunitarias, es una manera de pensar que amenaza con corroer, e incluso destruir, a la Uni¨®n. ?Con qu¨¦ recursos se dotar¨¢n las pol¨ªticas comunitarias si ingresos y gastos tienden a igualarse nacionalmente? ?Qu¨¦ dinero quedar¨ªa para los pa¨ªses menos ricos si los m¨¢s pr¨®speros recuperan la mayor parte de lo que aportan? Tendr¨ªamos euro, pero no solidaridad; ni siquiera comunidad.
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