El parip¨¦
Fue como si todos los habitantes de una ciudad como Zamora, C¨¢ceres o Pontevedra, todos, incluidos ni?os y ancianos, se presentaran a concurso para obtener un puesto de trabajo. Setenta y tres mil personas pagaron las 2.200 pesetas de la inscripci¨®n para someterse a las pruebas de selecci¨®n convocadas con el objeto de cubrir los 800 empleos del nuevo hospital de Alcorc¨®n. Ciento cincuenta millones se recaudaron en concepto de cuotas. La convocatoria fue todo un acontecimiento en el mundo laboral no s¨®lo por la magnitud de las cifras que se mov¨ªan, sino porque el hospital de Alcorc¨®n era el primer centro sanitario de Madrid regido por una fundaci¨®n, lo que pon¨ªa el proceso en el punto de mira de todos. Casi sesenta mil personas se presentaron finalmente a las pruebas el pasado mes de julio convirtiendo los recintos feriales de la Casa de Campo en la mayor aula jam¨¢s montada. La multitud de examinandos alineados frente a las interminables filas de pupitres compusieron una imagen ciertamente kafkiana. Aquella concentraci¨®n humana de opositores constitu¨ªa el paradigma de la Espa?a que anhela un empleo fijo.En unas circunstancias como ¨¦sas la transparencia del proceso hab¨ªa de estar a cubierto de cualquier sombra de duda y, sin embargo, no fue as¨ª. Hubo en principio cr¨ªticas por los criterios de selecci¨®n utilizados, despu¨¦s al proceder de la empresa privada que gestion¨® los derechos de examen y m¨¢s tarde numerosas denuncias por irregularidades que llegaron al Defensor del Pueblo. Quejas a las que no fue permeable el gerente del hospital, Nicol¨¢s Pombo, ni el presidente del Insalud, Alberto N¨²?ez Feijoo , quienes con una insistencia ciertamente sospechosa se escudaban en la supervisi¨®n del proceso por parte de Comisiones Obreras y UGT poni¨¦ndolos como garantes de la limpieza del mismo.
Una pobreza argumental que pod¨ªa soportar denuncias sobre generalidades, pero no las de casos concretos con nombres y apellidos como los revelados en los ¨²ltimos d¨ªas por la cadena SER. Una mujer hab¨ªa sido elegida para un cargo relevante en el departamento de enfermer¨ªa por una mesa de selecci¨®n en la que estaba su propio marido como secretario jur¨ªdico. Un m¨¦dico obtuvo igualmente su plaza fija para trabajar en el ¨¢rea de cirug¨ªa general tras haber abandonado ocho d¨ªas antes esa misma mesa de selecci¨®n a la que perteneci¨® en su calidad de director asistencial de la Fundaci¨®n Hospital de Alcorc¨®n. Los m¨¢s benevolentes o ingenuos podr¨ªan pensar que son, tan s¨®lo dos casos aislados, a no ser por lo que nos contaba otro de los que comparecieron sin fortuna a esas pruebas. Se trata de un abogado que se present¨® para cubrir una de las dos plazas convocadas del gabinete jur¨ªdico del hospital y al que, tras comunicarle que hab¨ªa obtenido la m¨¢xima calificaci¨®n en las pruebas, le tumbaron en la entrevista personal. Lo m¨¢s curioso es que el que obtuvo la segunda mejor nota tampoco consigui¨® el puesto con la diferencia de que a este ¨²ltimo ni siquiera le entrevistaron. Las plazas fueron para otros con peor nota, uno de los, cuales ni siquiera acredit¨® experiencia alguna.
Si ocurri¨® esto pudo suceder cualquier cosa porque la clave de todo el tinglado estaba en la entrevista personal.
Ese contacto directo al que llegaban los aspirantes preseleccionados en la criba inicial pod¨ªa ser todo lo subjetivo y arbitrario que las circunstancias requirieran. Era all¨ª donde se pod¨ªan realizar toda suerte de componendas y practicar cualquier arreglo por el viejo sistema de t¨² me colocas al m¨ªo y yo te coloco al tuyo sin necesidad de dar explicaciones. Si en esa fase capital del proceso han tenido el descaro de actuar como lo hicieron con los abogados, qu¨¦ no habr¨¢n hecho en otros casos que no suscitaban a priori la menor sospecha. Hay indicios fundados para pensar que lo que ha trascendido es tan s¨®lo la punta del "parip¨¦". Puede que la mayor¨ªa de los trabajadores del hospital de Alcorc¨®n hayan obtenido su plaza por m¨¦ritos propios, pero tras semejante selecci¨®n de personal ese centro sanitario deber¨ªa adoptar aquel lema que figuraba anta?o a la entrada de los manicomios: "Ni son todos los que est¨¢n, ni est¨¢n todos los que son"
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